7.7 C
Tepic
martes, octubre 21, 2025

Cincuenta años

Fecha:

spot_imgspot_img

Han pasado cincuenta años de aquella campaña que cimbró el sistema político mexicano desde esta ultraprovincia olvidada entonces, olvidada hoy. Medio siglo. La distancia temporal es tan vasta que la memoria de los hechos empieza a convertirse en leyenda, que no se discute, que no se cuestiona. Este domingo, en la Plaza Principal de Tepic, un puñado de leales se reunió para recordar el cierre de campaña en 1975 de Alejandro Gascón Mercado, entonces candidato a gobernador por el Partido Popular Socialista. Intentaban, con su sola presencia, evocar el fantasma de una multitud, de una plaza desbordada por una esperanza que, según creen propios y extraños, fue aniquilada por un fraude, al estilo de entonces.

De aquella hazaña ha pasado ya una vida entera. Alejandro y muchas de las cabezas de ese movimiento han fallecido. Cada año que pasa, la línea de sobrevivientes que pueden dar testimonio de primera mano se hace más delgada, más frágil. Y con ellos, se va desvaneciendo la posibilidad de reconstruir con nitidez, aun con sus subjetividades y distorsiones, ese capítulo fundamental de nuestra historia política local.

Mientras tanto, hemos hecho lo que mejor sabemos hacer en México con nuestros fantasmas incómodos: domesticarlos. El nombre de Gascón Mercado está hoy inscrito con letras doradas en el muro de honor del Congreso del Estado. Así se llama también el principal canal de riego de la entidad. Son gestos de una corrección histórica impecable, pero también son una forma de la neutralización. Un nombre en bronce es seguro, ya no habla, ya no exige, ya no moviliza. Es la consagración póstuma que el sistema otorga a los rebeldes que ya no pueden causar problemas. En eso somos buenos, nadie lo duda.

Pero falta el trabajo de fondo. Falta que la academia y el periodismo locales, a menudo afanados en la sobrevivencia del día a día, en sus temas recurrentes y en su paso de tortuga, hagan su parte. Se trataconmemorar al mismo tiermpo de comprender de comprender. ¿Debemos esperar otros cincuenta años para que la distancia sea suficiente? Para entonces, ya no habrá testigos. Quedarán dispersos documentos fríos y el eco de los mitos.

Porque el argumento del sesgo del testigo, si bien tiene peso, no puede ser un pretexto para la inacción. Al contrario, es una llamada de urgencia. Se necesita que los sobrevivientes del 75 hagan su aportación, que dejen grabadas sus memorias, sus vivencias, sus pruebas. Y se necesita, con la misma urgencia, que los historiadores y periodistas profesionales hagan la suya: aplicar las herramientas de su oficio para separar el grano de la paja, para contrastar el testimonio con el archivo, para iluminar las zonas grises.

Las preguntas son cruciales y siguen sin una respuesta definitiva. ¿Fue el Partido Popular Socialista una verdadera oposición o funcionó como un partido satélite, una válvula de escape controlada por el propio régimen priista para simular una apertura democrática? ¿El triunfo de Gascón Mercado para alcalde de Tepic y su posterior candidatura a gobernador fueron acordados en Palacio Nacional, como se negociaban tantas cosas en la época, en un juego de equilibrios de poder? ¿Su popularidad rebasó los cálculos del sistema y los obligó a recurrir al fraude? Y la pregunta más importante: ¿existieron pruebas documentales irrefutables de su triunfo en las urnas, o la narrativa de la victoria arrebatada es uno de los tantos mitos fundacionales de las luchas electorales en México? Nos sobran mitos, nos faltan hechos sopesados con ludicez.

Los conversatorios son necesarios, pero nunca suficientes. Bienvenidos los que haya. La memoria sin el rigor de la investigación puede volverse nostalgia, y la nostalgia es mala consejera. Documentar a profundidad debe ser la premisa. Si no lo hacemos, si dejamos que la niebla del tiempo termine por cubrirlo todo, estaremos condenando ese momento crucial de nuestra historia a vivir para siempre en el limbo, a medio camino entre la hazaña y las medias verdades. Y una sociedad que no entiende su pasado está condenado a no entenderse a sí misma y a contarse cada noche un cuento de hadas en una infancia eterna.

Más artículos

Artículo anterior