¿Sabías que el origen del beisbol en Compostela, Nayarit, comenzó con un tren descarrilado? Sí, literalmente: un tren se vino abajo y con él llegó la primera pelota.
Los primeros trenes de la compañía Sud-Pacífico arribaron a la estación de Compostela en 1925. Pero junto con los rieles también llegaron técnicos norteamericanos, y con ellos, un juego que pocos conocían en la región.
El cronista deportivo Jesús Valdez Pérez investigó cómo llegó el béisbol a Compostela y entrevistó al señor Sinforiano Briseño, quien le contó una historia digna de película:
En 1936, un tren se descarriló cerca de Compostela y, mientras lo reparaban, los técnicos norteamericanos y algunos trabajadores del centro del país permanecieron varios días para solucionar el desperfecto.
Por otra parte, en la mina ubicada en la localidad de Cumbres de Huicicila, también trabajaban técnicos norteamericanos. Al bajar a Compostela por provisiones, se toparon con los ferrocarrileros… y nació el reto: Mineros vs. Ferrocarrileros.
La mina de Huicicila fue motor de la economía local. Se dice, se cuenta, se rumora, porque en el pueblo los rumores duran más que las vetas de plata y oro, que “más de mil” obreros trabajaron allí bajo la empresa norteamericana ASARCO en los años treinta.
Y claro, más de algún extranjero ya sabía jugar beisbol. Entre pico, pala y polvo, seguro soñaba con lanzar una curva… pero a la nómina.
El juego entre mineros y ferrocarrileros se llevó a cabo en un lugar conocido como La Alameda. Los lugareños se acercaron curiosos:
“¿Qué hacen esos gringos corriendo en círculos con un palo?”
Fue ahí donde Compostela vio por primera vez un partido de béisbol.
No entendían las reglas ni sabían qué era una base. Pero algo pasó: la emoción se les pegó.
Cuando los técnicos terminaron su trabajo y se marcharon, dejaron algo más que rieles y recuerdo, dejaron bates, pelotas, guantes y una nueva pasión.
Así empezó todo. De un accidente ferroviario nació una tradición que sigue corriendo por las venas de Compostela. Un juego que llegó por curiosidad y se quedó por amor al deporte.
Porque, a veces, un descarrilamiento no detiene la historia… la pone en marcha.



Fuente: Historia del béisbol de Compostela: 1936-1990, Jesús Valdez Pérez