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viernes, octubre 24, 2025
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Las Mañanitas que nacieron en Tepic

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Alejandro Manzo, primer organista de la Catedral, compuso la melodía que hoy despierta a todo México

Las mañanitas más cantadas en todo México nacieron en Tepic. Son autoría del primer organista de la catedral de Tepic, quien llega a esta ciudad a mediados del siglo XIX, exactamente en 1894.

 Se dice, se cuenta y se rumora, que esto no es un mito, ni un rumor de cantina: es historia empolvada con más prestigio que muchas playlists modernas.

Pues resulta y resalta que existen varias mañanitas: hay mañanitas tapatías, mañanitas guadalupanas, mañanitas texanas, entre otras.

Pero Las Mañanitas, esas, las meras meras, las que cantaba el Rey David, tienen sello de origen: fueron escritas por el maestro Alejandro Manzo, inspirado por el ambiente tepiqueño, ese que mezcla el canto de los gallos con el aroma a café de olla y serenatas bajo la luna. Nació en Guadalajara, Jalisco, el 24 de abril de 1851.

Y claro, con el paso del tiempo algunos músicos entusiastas y otros con menos tino se han dado gusto: le quitan versos, le añaden estrofas, hacen remixes caseros, como quien le pone más chile a la salsa o le roba la estrofa al compadre en plena sobremesa.

Por ejemplo, el verso original dice: “estas son las mañanitas que cantaba el Rey David, a todas las muchachas bonitas que viven aquí en Tepic”. 

Dicho así suena a carta de amor con sello postal; dicho por el tío borrachín en la fiesta, suena a confesión que nadie pidió.

Pero bueno, la esencia sigue ahí: la emoción pura, la inspiración de un amanecer en Tepic, y el cariño de un pueblo que no canta por costumbre, sino por alegría

Los elegantes escenarios de Tepic, hablamos del Teatro Calderón, el Porfirio Díaz o el Amado Nervo, se iluminaron con su presencia. Allí, acompañado de sus alumnos, el maestro ofrecía veladas literarias y conciertos donde la música no sólo se escuchaba, se sentía.

Su inspiración venía del alma del Nayarit que lo rodeaba: el susurro del mar en San Blas, la sombra de las palmeras, el aire tibio de la sierra

Una de sus obras para piano más destacadas llevan por nombre Aires Nayaritas, la cual recibió un premio internacional en la Exposición Ibero Americana de Sevilla en 1928. El Archivo Histórico de la Biblioteca del Conservatorio Nacional de Música cuenta con una copia de ella.

Falleció el 16 de mayo de 1950. En un gesto de gratitud y respeto, la sociedad tepiqueña pidió que sus restos descansaran en la Catedral de Tepic. Un cierre digno y de excelente acústica.

Así que la próxima vez que alguien te despierte con “Estas son las mañanitas…”, recuerda: no sólo estás escuchando una canción, estás escuchando un pedacito del alma tepiqueña, cortesía del maestro Alejandro Manzo.

Fuente: Hemeroteca de la Universidad Autónoma de Nayarit 

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