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martes, noviembre 4, 2025
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Indignación por asesinato de alcalde de Uruapan

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Tenemos que hablar de Carlos Manzo

A todas y todos nos atravesó una sensación en el pecho cuando nos enteramos de la noticia del asesinato del alcalde de Uruapan Michoacán, Carlos Alberto Manzo Rodríguez la noche del 1 de noviembre, a la par que estábamos muchos atrapados viendo la Serie Mundial.

El nacido el 9 de mayo de 1985 estaba en un evento en la plaza principal denominado Festival de las Velas, época esta de Día de los Muertos con gran tradición en el estado de Michoacán. Se veía nutrido, con familias, él mismo cargando a uno de sus dos hijos, cuando de pronto, esa festividad fue interrumpida por ese sonido seco que tienen los disparos, fueron seis, que llevan la muerte por propósito.

Momentos de tensión, de información precisa que no llegaba, pero se presentía lo peor; lamentablemente así fue, abatido el ejecutor en la misma plaza, el alcalde trasladado al hospital Fray Juan de San Miguel donde pese a los esfuerzos de los médicos dejó de latir su corazón.

Tenemos que hablar de su muerte y de las tantas veces que solicitaba, muy a su manera si se quiere, la presencia de las autoridades federales para contrarrestar la violencia que tenía el municipio, como lo tiene la entidad, y como se siente en buena parte del país.

Tenemos que hablar del Carlos Manzo que sobrevolaba en helicóptero para capturar delincuentes, el que todo el tiempo traía un chaleco antibalas, el del sombrero que le puso nombre a un movimiento, y que sí ya empezaba a visitar otros municipios con intenciones de buscar una candidatura a un cargo mayor, ya había sido diputado federal por Morena apenas en la Legislatura pasada.

Tenemos que hablar del Gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, quien tras asistir al funeral del alcalde de Uruapan, fue despedido entre gritos, pese a que su subsecretario de Gobierno en la entidad es hermano del hoy occiso. Y de cómo en quizá su último encuentro, al ser recibido por Carlos Manzo, Ramírez Bedolla le dijo a manera de saludo: “¿Qué pasó presidente, a cuantos has abatido?”, y lo repitió para que lo escucharan los presentes: “¿A cuántos has abatido?”, seguramente hoy se arrepiente de ese momento.

Tenemos que hablar de Grecia Quiroz García, esposa, hoy viuda del alcalde Carlos Manzo, quien tomó la palabra durante el homenaje a su marido en la plaza principal de Uruapan y dijo: “No mataron al presidente de Uruapan, mataron al mejor presidente de México, al único que se atrevió a levantar la voz, al único que se atrevió a debatir, a hablar con la verdad, a decir siempre la verdad, sin temor a nada, sin temor a perder su vida, sin temor a dejar huérfanos a sus hijos el día de hoy”.

Tenemos que hablar de la clase política mexicana que con su silencio se vuelve parte de la crisis que se vive, que con sus declaraciones quieren sacar raja política cuando es lo que menos se requiere. Tenemos que hablar de ellas y de ellos pues son parte del problema, cuando pudieran ser parte de la solución.

De las acciones del gobierno federal, de la presidenta, del secretario de seguridad quizá no sea el mejor momento de hablar, más allá de las cifras, y de comunicar que se reunieron a trabajar un domingo, hablarán sus hechos, sus resultados y sus acciones.

Tenemos que hablar de que Carlos Alberto Manzo Rodríguez por desgracia no es el primer alcalde que es víctima de la crisis de inseguridad que se vive en México. Hace apenas un año era ejecutado Alejandro Arcos, alcalde de Chilpancingo, la capital de Guerrero; se entiende que Carlos Manzo al ser más mediático y sus peticiones de ayuda eran retomadas por muchos sobre todo en redes sociales, sobresalía de otras autoridades locales que han caído en fechas no tan lejanas. Ojalá pudiéramos hablar de que es el último.

@rvargaspasaye

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