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miércoles, diciembre 17, 2025
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Navidad Nuestra

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Independientemente del significado que tenga en nuestras vidas el último mes del año civil ―que tanto en el calendario mexica como en el de la liturgia católica forman parte ya del nuevo año―, el décimo segundo mes del año ―que por algún capricho de los monarcas del Imperio Romana que introdujeron los mese de Julio y Agosto, sin modificar las denominaciones de los meses que iban del séptimo al décimo― no deja de tener un “sabor” singular por los más diversos motivos y de estar en estrecha relación con algo nuevo y mejor que se avecina; incluso con algo mágico o trascendente…

En el ámbito estrictamente religioso, o en el más amplio ámbito de lo espiritual, las artes adquieren en este periodo del año una relevancia muy especial: imágenes, textos, escenificaciones, películas, giran en torno a la festividad por venir…

Sin embargo, la profundidad que alcanzan los cantos navideños es difícil que el resto de las artes consigan alcanzarlo…

Año tras año, se vuelven a escuchar y a interpretar canciones, cantos y villancicos, algunos de los cuales han sido cantados por generaciones y otros de creación relativamente reciente…

En mi caso, me es prácticamente inevitable volver, año tras año, a “Quanno nascette ninno”, un canto navideño con más de 15 minutos de duración, atribuido a San Alfonso María de Ligorio; “Tu scendi dalle stelle”, particularmente en la interpretación de Luciano Pavarotti; el “Niño del tambor” [conocida también como “El tamborilero”, en alguna de sus interpretaciones, por mencionar solo aquellas que, en los años recientes me han impactado de manera singular.

Este año, sin embargo, ese “Espíritu”, que en su libertad infinita “sopla donde quiere” ―mientras revisaba archivos y escritos sobre las misas latinoamericanas de liberación y buscaba recuperar los archivos perdidos de la Misa Panamericana y de la Misa Criolla, las dos misas latinoamericanas surgidas del impulso de la Constitución Apostólica Sacrosantum Concilium del Vaticano II sobre la renovación de la liturgia católica― me “tope” con dos nuevas versiones de la Misa Popular Salvadoreña: una en finés [o finlandés] y otra en sueco, así como con el complemento navideño de la Misa Criolla que será mi música navideña este 2025; un complemento que había estado ahí, ya que suele formar un todo con la misa creada por Ariel Ramírez [con la colaboración de los sacerdotes Osvaldo Catena y Alejandro Mayol]; grabada en 1964 por “Los Fronterizos” y el coro de la Cantoría de la Basílica del Socorro; estrenada en Montevideo el año siguiente; que ganó un Grammy Latino en 1998 en la versión de Mercedes Sosa y que fue interpretada en la Basílica de San Pedro en la conmemoración de Nuestra Señora de Guadalupe el 12 de diciembre de 2014, cincuenta años después de su creación.

Ese complemento navideño ―al igual que la Misa Criolla―, sintetiza la esencia de la música folclórica argentina y el espíritu navideño expresado en los Evangelios de la Infancia de Lucas y Mateo, consta de seis cantos con ritmos y letras y ha sido interpretado por Mercedes Sosa y por José Carreras, entre otros…

La presencia de instrumentos de raíz folclórica [guitarra, bombo legüero y charango] con otros provenientes de la música académica [contrabajo y clave], así como la combinación entre los solistas que encarnan el lenguaje de raíz folclórica y el coro que interpreta en un lenguaje propio de la música académica y religiosa, muestran que su carácter local está abierto a lo universal [de ahí que se le pueda aplica el lema de la Universidad Autónoma de Nayarit, “Por lo nuestro a lo universal”].

Ahora bien, los seis cantos que constituyen “Navidad Nuestra” ―editada en el lado B del disco grabado en 1964―, son obra de Ariel Ramírez y Félix Luna, quienes buscaron adaptar el relato navideño al espacio argentino, particularmente a la zona noroeste, pero buscando no solo representar las diversas regiones del país, sino aprovechar la trascendencia que la música andina [que suele conocerse como “latinoamericana”] había alcanzado en Europa en aquellos años.

Con base en los relatos evangélicos, Navidad Nuestra se compone de seis cantos en que se incluyen seis ritmos distintos: La Anunciación, a ritmo de “Chamamé” [originario de la provincia de Corrientes y la región del Litoral]; La Peregrinación, a ritmo de “Huella Pampeana” [danza folclórica de las provincias argentinas, excepto Buenos Aires]; El Nacimiento, a ritmo de “Vidala Catamarqueña” [especie folklórica que integra el canto con caja, una expresión de los pueblos del Noroeste argentino, especialmente de Tucumán y Catamarca]; Los Pastores, a ritmo de “Chaya Riojana” [ritmo que se usa en “La Chaya”, una fiesta ancestral del pueblo riojano]; Los Reyes Magos, a ritmo “Takirari” [danza y género musical tradicional del oriente boliviano] y; La Huida, a ritmo de “Vidala Tucumana” [aquí vale lo dicho en relación con “El Nacimiento”].

El intento de expresar en ritmos de la región los relatos evangélicos es plausible y laudable…

Pero lo es más aún, creo, el traducir al lenguaje de la región, de manera que los misterios cristianos se expresan en un lenguaje cuyo sentido se oculta a los extraños y se muestra a los hermanos…

Sin pretender sustituir la escucha atenta ―y de ser posible, devota― de estos cantos, me limito aquí a “sembrar a boleo” [con la esperanza que las semillas caigan “en tierra buena”], algunas expresiones bellas y profundas presentes ahí.

Del canto de la Anunciación, una expresión puesta en boca del “Ángel Gabriel” al volver al cielo: “He visto la reina del mundo / la más hermosa cuñatai [muchacha, en guaraní] / sus ojos son dos estrellas / su voz el canto del yerutí [paloma en guaraní]”…

Del canto de la Peregrinación, la expresión de la angustia experimentada: “No hay cobijo ni fonda, / sigan andando”; “Si ninguno te aloja / ¿adónde nacés?”…

Del canto del Nacimiento: “En el pesebre, mi redentor, / es mensajero de paz y amor. / Cuando sonríe, se hace la luz / y en sus bracitos, crece una cruz”…

Del canto de los Pastores, el estribillo que menciona los regalos que llevan al “Rey de los reyes [que] ha nacido ya”: “Albahaca y cedrón, tomillo y laurel, / que el niño duerme al amanecer”…

Del canto de Los Reyes Magos, los regalos que le llevan y el niño que los usa: “Arrope y miel, le llevarán / y un poncho blanco de alpaca real”; “El niño Dios muy bien lo agradeció, / comió la miel y el poncho lo abrigó”…

Finalmente, del canto de La Huida, de nuevo, la angustia experimentada: “¡Vamos, vamos! ¡Burrito apurá!”; “Si no te apuras los van a pillar / largo el camino, largo el salitral. / Ya tocan a degollar / ya está sangrando el puñal / Si no te apuras los van a pillar”…

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