La noticia taurina más importante del año fue el retiro de Morante de la Puebla.
Sorpresivamente, el 12 de octubre se desprendió el añadido, entre lágrimas, en la plaza de Las Ventas de Madrid.
Venía José Antonio arrastrando grandes problemas psicológicos, en medio de los cuales alcanzó la cumbre de su expresión artística.
Dejó a sus miles de partidarios con un palmo de narices, desprovistos de toda ilusión. La Fiesta queda en estado de orfandad, sin uno de los más grandes estetas de todos los tiempos.
Como ser humano, Morante es un hombre sensible y cálido, de hablar pausado, con pozo y con poso. ¿Qué será de él sin los toros?, ¿qué será de los toros sin él?
Otra noticia sacudidora en 2025 fue la prohibición de la corrida a la usanza española en la Ciudad de México.
El 14 de marzo se aprobó por unanimidad el dictamen del festejo sin sangre, que fue propuesto por Clara Brugada, jefa de gobierno capitalina. Esa ley elimina los tres tercios, vaciando al toreo de su contenido, profundidad y verdad, para convertirlo en una pantomima falsa y un simulacro sin alma ni sentido.
Desconocedor del tema, el diputado morenista Victor Hugo Romo dijo que “la cultura y el arte no pueden estar ligados a la crueldad y la muerte”. La fiesta de los toros puede ser sangrienta, pero nunca cruel. Lo que los taurinos defendemos es la legalidad, la tradición y la libertad cultural. Eliminar el toreo es condenar al toro de lidia a desaparecer y al campo bravo a desintegrarse.
En octubre se anunció que la Suprema Corte de Justicia de la Nación analizará un amparo contra la imposición de las corridas sin sangre, promovido por un pueblo originario de la Ciudad de México.
Fabiola Poblano, presidenta del Consejo Autónomo de Pueblos y Barrios originarios, afirmó con toda razón que quienes bloquean la tauromaquia, “causan una afectación al derecho de identidad cultural y la memoria histórica del pueblo, que están relacionadas con la tauromaquia”.
El abogado Salvador Arias asegura que otorgar el derecho a consulta a un pueblo originario sería suficiente para que la Corte diera por viciado el procedimiento.
El caso es que el año termina sin festejos taurinos en la capital provocado por un madruguete político que está originado en la desinformación, la intolerancia y una hipersensibilidad ramplona y contradictoria que promueve el animalismo y el mascotismo por encima del humanismo. Aberrante jerarquización.
