Por José Luis Olimón Nolasco
En el contexto de una marcha multitudinaria —organizada a partir de la que se había realizado quince días antes en apoyo al INE y que, sin dejar de tener como propósito mostrar que “el movimiento” devenido partido y gobierno sigue siendo “el señor de la calle”, adquirió el sentido de festejar los primeros cuatro años de la Cuarta Transformación [esa que sus detractores denominan “Transformación de cuarta”]— el presidente López Obrador pronunció un discurso muy semejante al pronunciado cuatro años atrás, el día de su toma de posesión; solo que esta vez, no fueron 100 compromisos públicamente asumidos después de reafirmar su compromiso de “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo” y bajo la denominación provisional de “una modernidad forjada desde abajo y para todos”, sino 110 —quizás para mostrar que no solo se han cumplido los compromisos adquiridos, sino que los logros han rebasado ese número—.
Obviamente, es imposible en un espacio como este hacer el cotejo de los 100 compromisos y las 110 realizaciones y, mucho menos, la revisión crítica de cada uno de esos puntos, pero lo que sí se puede hacer y me propongo hacer en alrededor de 1,100 palabras [10 por cada compromiso-realización] es explicitar algunos rubros presentes en esos compromisos-realizaciones y subrayar aquellos en que se muestra una amplitud mayor.
Ante todo, una percepción panorámica del fenómeno a la luz de una dualidad que el teólogo brasileño Leonardo Boff, en una obra eclesiológica de los años ochenta aplicó a la Iglesia y que considero que resulta de utilidad para una interpretación —entre muchas posibles— del fenómeno de la marcha del domingo 27: Carisma y Poder.
Es indudable el carácter carismático que reviste la figura de Andrés Manuel López Obrador: un luchador social incansable que ha resistido y sigue resistiendo todo tipo de ataques a su persona y, más recientemente, a su manera de gobernar; un gobernante que ha sido capaz, por un lado, de quitarle poder a los poderosos [empresarios nacionales y extranjeros, políticos corruptos, medios de comunicación vendidos a los poderosos] y de darle voz, poder de decisión y participaciones del dinero público a quienes habían sido acallados, marginados y excluidos del presupuesto, al pueblo. De ahí el que su figura —con un talante mesiánico reconocido no solo por Enrique Krause, sino también por Enrique Dussel— sea vista y tratada de una manera en la que se conjugan, en una vertiente política cuasi religiosa las tres virtudes teologales clásicas: fe, esperanza y caridad-amor, como se pudo constatar en la marcha del domingo 27 y como se puede constatar cotidianamente tanto en las redes sociales como en las conversaciones entre amigos y familiares, ordinariamente, en entornos polémicos.
En la marcha del domingo 27, sin embargo, no solo se hizo presente en todo su esplendor, el carácter carismático del movimiento que ha encabezado el ahora presidente desde años atrás —de ahí la alusión a quienes quedaron en el camino, sin haber podido llegar a ser testigos de la transformación—, sino que, como podía esperarse, se hizo presente, con toda su fuerza, el poder, ese al que se llegó hace cuatro años, después de dos intentos fallidos —con el acceso previo al poder en la capital del país— y que se ha extendido ya al acceso al poder en 22 de las 32 entidades que conforman los Estados Unidos Mexicanos. De ahí que, críticos y opositores hayan visto en ella una marcha “de Estado” en el que, más que probablemente, hubo uso de recursos públicos, exigencia de cuotas, paso, valoración y premiaciones futuras de acuerdo con el esfuerzo realizado y la capacidad de movilización mostrada…
En pocas palabras, una marcha en que se combinaron el carisma y el poder de manera que merecería un análisis más amplio, pormenorizado y profundo…
Probablemente, las realizaciones más relevantes mencionadas en el discurso de toma de posesión y del cuarto aniversario, tienen que ver con los Programas para el Bienestar, programas sociales en modo “4T”: becas en el ámbito educativo en todos los niveles; becas para los adultos mayores; becas para capacitar jóvenes para el trabajo, para persona con discapacidad, para campesinos y pescadores y se pueden resumir en la primera parte del numeral 4 del discurso: “De los 35 millones de familias del país, 30 millones, es decir, el 85 por ciento, reciben de manera directa cuando menos una pequeña porción del presupuesto público y el 15 por ciento restante también se benefician con condiciones de desarrollo” y en cuanto al acento, en el numeral 3 en el que afirma: “En los estados con mayor pobreza, como Chiapas, Guerrero y Oaxaca, casi todos los hogares reciben el beneficio de al menos un Programa para el Bienestar”.
Otro rubro que merece especial atención es el laboral —un rubro en el que se reconocen avances incluso por parte de sus críticos más severos—. Ahí, se hace referencia al aumento significativo al salario mínimo, la eliminación de la subcontratación con la consiguiente mejora de las condiciones laborales de los trabajadores y el aumento del número de inscritos en el Seguro Social y del salario promedio.
En el ámbito de las finanzas publicas se destaca el no endeudamiento, los frutos del Plan de Austeridad Republicana, de la mejora en los ingresos hacendarios sin aumentar impuestos, en la no contratación de deuda y en la inversión en materia energética [petróleo y electricidad] tendientes a la Autosuficiencia…
En el ámbito de la infraestructura, hay referencias a las grandes obras del sexenio: el aeropuerto Felipe Ángeles, al Tren Maya y a la Refinería Olmeca…
Al controvertido rubro de la seguridad se dedican varios puntos del discurso, algunos de ellos entre los más ampliamente desarrollados. Ahí se habla del cambio en las aduanas, de la atención a los jóvenes, de la disminución de delitos del fuero federal, del robo de vehículos, de los homicidios y del secuestro y de las reuniones diarias del Gabinete de Seguridad, de la creación y expansión territorial de la Guardia Nacional, de la ausencia de funcionarios cómplice, encubridores, torturadores…
Algo más que no podía faltar: el reconocimiento a los 40 millones de paisanos que viven en los Estados Unidos y cuyo apoyo ha hecho posible que en 10 millones de familias no falte lo básico.
Finalmente, unos numerales que podrían ser considerados “neoliberales” que también estuvieron presentes en el discurso: la firma del Tratado comercial con Estados Unidos y Canadá; los niveles históricos de inversión extranjera; el crecimiento de la economía del 3.5% este año; el aumento del 14% de las reservas del Banco de México y del 24% en la Bolsa Mexicana de Valores…
Hasta aquí, ¡1,100 palabras!