El lado oscuro se está apoderando de México. Y aunque la tentación de generar una alegoría de la Guerra de las Galaxias (Star Wars) con el país está latente, no hablo de esa orden malvada que antagoniza una de las franquicias históricamente más exitosas e importantes del entretenimiento mundial, sino de la opacidad que hoy amenaza a la democracia mexicana, cuyas instituciones cada vez lucen más débiles.
En las últimas semanas, una nueva crisis ha llamado la atención de la opinión pública en el país. El pleno del Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información (INAI) se encuentra inoperante ante la falta de quorum porque no se ha designado a tres comisionados necesarios para el funcionamiento del organismo autónomo.
Más de un año tiene el INAI esperando que el Legislativo cumpla con el nuevo proceso de designación de dos comisionados, luego del justificado veto presidencial que realizó Andrés Manuel López Obrador, quien alegó la falta de preparación y conflicto de interés de los elegidos.
Desde entonces el INAI sobrevivió con cinco comisionados, sin embargo, hace unas semanas, el retiro de un tercer comisionado ha comprometido la operación de la institución, que por ley requiere por lo menos cinco integrantes para sesionar en pleno.
La transparencia y el acceso a la información en México están en riesgo. Mientras la coyuntura es aprovechada por la oposición para reiterar la opacidad de la administración federal actual, el presidente de México acusa a la institución de ser inservible e incluso proponer romper con su autonomía absorbiéndola con alguna de las dependencias gubernamentales.
“Estamos en un mundo ideal”, habría dicho el secretario de Gobernación y aspirante a la candidatura de Morena para la Presidencia de la República, Adán Augusto López, en reunión con legisladores a quienes presuntamente explicó que la situación del INAI es conveniente para la administración obradorista.
Lo cierto es que la institución que hoy luce en una especie de congeladora se ha convertido en una de las más incómodas para todos los gobiernos federales desde su creación. El INAI se ha encargado de ser ese apoyo ciudadano para conocer información pública de difícil acceso, desde expedientes médicos o judiciales, hasta acciones de presunta corrupción. Académicos, empresarios y periodistas han sido los principales beneficiados de su constitución, que en los medios de comunicación ha permitido generar importantes investigaciones como la Estafa Maestra del gobierno de Enrique Peña Nieto y el caso Segalmex en la administración actual.
La publicidad de la información se ha convertido en uno de los pilares de las democracias actuales. En el caso de México ha sido un contrapeso para los excesos de los gobiernos del siglo XXI, e incluso de administraciones del viejo PRI cuya documentación se ha desclasificado con el pasar de los años, lo cual ha sido presumido por el actual presidente.
Sin embargo, para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador está arma de dos filos, ha dejado más sangre en su zona que en anteriores administraciones. Gracias al INAI se han desmentido los otros datos que en la conferencia matutina se han presumido sin sustento, además de que se ha exigido conocer información sobre obras públicas o programas sociales que no dejan tan bien parada a la Cuarta Transformación.
Su inoperancia claramente es conveniente para un presidente que se ha caracterizado por abusar del privilegio de secrecía de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) para clasificar documentos de proyectos públicos, alegando problemas de seguridad nacional.
Tan sólo esta semana, creó una nueva narrativa anti yanki, acusando al gobierno estadounidense de espiarlo y a la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) de filtrar documentos con el afán de debilitarlo políticamente, justificando así que todos los documentos de la SEDENA y la Secretaría de Marina queden reservados, cobijando con un manto oscuro cientos de archivos sobre el gasto público de estas instituciones, que hace unos días quedó de manifiesto no necesariamente viven en austeridad.
EN DEFINITIVO… El lado oscuro se continúa apoderando de la administración pública, mientras el verdadero gasto del gobierno federal se mantiene como una incógnita. El exceso de inversiones en programas sociales y megaproyectos se muestran como rumores ante la falta de transparencia, mientras en discurso se presume de un gobierno austero que en algunos casos ha debilitado a instituciones públicas que no sólo ponen riesgo a la democracia, sino que en el peor de los casos son claves para salvaguardar la integridad de los mexicanos. “Así es como muere la democracia, con un estruendoso aplauso”, es otra frase célebre de la saga de Star Wars, con la que hoy recordamos los datos de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública y Urbana del INEGI, entre otros sondeos, que destacan que más de la mitad de los mexicanos confían y aprueban en el accionar del presidente de México.