Por Francisco Flores Soria
Antes de ser estado libre y soberano y de que la ciudadanía pudiera elegir Gobernador, Nayarit fue el Territorio federal de Tepic, de 1884 a 1917; su principal gobernante era un Jefe Político designado por el Presidente de la República.
El primer Jefe Político del Territorio de Tepic fue el general Leopoldo Romano Elguezábal, quien por nombramiento del presidente Manuel González Flores llegó al cargo con cuarenta años de edad y lo desempeñó hasta su muerte, casi trece años después, el 14 de mayo de 1897.
Justo a ciento veintiséis años de su deceso recordamos que nació en Saltillo, Coahuila, el 11 de enero de 1844; muy joven se incorporó al Ejército republicano y a los diecisiete años de edad ya era Subteniente de infantería.
Paulatinamente escaló en la jerarquía militar y se distinguió en la guerra contra la Intervención francesa en el oriente, norte y occidente del país. En esta última región colaboró con el general Ramón Corona en el combate a las fuerzas de Manuel Lozada y, tras la caída del Tigre de Álica, contra quienes continuaron su lucha.
En 1882, Leopoldo Romano ya era General de Brigada, integrante de la plana mayor del Ejército federal. En diciembre de 1884 recibió su nombramiento como Jefe Político y Comandante Militar del Territorio federal de Tepic; radicó de inmediato en su adscripción, en compañía de su esposa Leonor Mercado García, con quien contrajo nupcias en 1877.
Escasas convulsiones sociopolíticas durante la parte final del siglo XIX en esta zona del país le permitieron una estable gestión. Los inversionistas en agricultura, minería, ganadería y una incipiente industria encontraron condiciones propicias para sus modelos de negocio: la «pax porfiriana» rendía frutos.
Durante su mandato, en Tepic, capital del territorio, se registró la construcción de la segunda planta de la penitenciaría, que después fue Palacio y hoy Casa de Gobierno estatal (1885); la creación de la Diócesis de Tepic (1891); el primer Censo de población en México (1895) y la introducción de la red de agua potable en la capital tepiqueña (1897), refirió en reciente conferencia y a manera de contexto el investigador Javier Berecochea García.
Este último año de referencia fue también el final en la vida de Romano Elguezábal, un 14 de mayo. Se le veló en su casa, en las calles de Hidalgo y México (hoy esquina noroeste de la tienda Liverpool), donde vivió casi todo su periodo como Jefe Político.
Al día siguiente de su deceso se le rindieron homenajes y como parte de ellos, sus restos fueron trasladados al salón de acuerdos del Cabildo de Tepic, convertido en capilla ardiente. Ahí «el pueblo, este pueblo respetuoso y bueno, desfiló en perfecto orden ante los despojos del General», informó el periódico El Tepiqueño, publicado el 18 de mayo siguiente.
El sepelio del general Romano fue el 16 de mayo; centenares de personas se congregaron junto al edificio de la penitenciaría y acompañaron la carroza fúnebre hasta el Panteón Hidalgo de Tepic; sus restos descansan en notable mausoleo familiar de estilo neogótico, que casi intacto permanece a unos metros al suroeste del templo de Nuestra Señora del Refugio.
En sustitución de Romano Elguezábal, el presidente Porfirio Díaz designó como Jefe Político y Comandante Militar del Territorio de Tepic al también general Pablo Rocha y Portu, quien fungiría de 1897 a 1904.