Volantín | Fracasa autogolpe de estado en Perú (Segunda parte)

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Por Salvador Cosío Gaona

Como ya lo comentaba, el pasado miércoles, Pedro Castillo se levantó siendo el presidente constitucional de Perú y a mediodía decidió convertirse en un gobernante autoritario e intentó ejecutar un autogolpe de Estado, concluyendo la jornada con su detención por intento de rebelión en agravio del Estado y compartiendo prisión con otro expresidente golpista: Alberto Fujimori.

 El ahora expresidente de Perú, se dirigía a la embajada de México en el distrito de San Isidro, luego de dar su mensaje a la nación y anunciar el cierre del Congreso del país andino, cuando sus propias escoltas lo detuvieron, informaron fuentes al diario El Comercio.

 De acuerdo con el medio peruano, Pedro Castillo abandonó el Palacio de Gobierno pasadas las 13:00 horas junto a su exprimer ministro, Anibal Torres, y con su comitiva de resguardo de Seguridad del Estado de la Policía Nacional de Perú (PNP), es decir, sus escoltas.

 El ahora expresidente le solicitó a su chofer dirigirse a la embajada de México, mientras que de manera simultánea se realizaba una reunión en la Comandancia General de la PNP.

 El Comercio logró recabar información que apunta que Pedro Castillo conversó con el comandante general de la PNP, Raúl Alfaro, luego de dar su mensaje a la nación, para buscar un respaldo. Alfaro le respondió que él no estaba de acuerdo con lo que había hecho y que su postura estaba con la preservación del orden constitucional.

 En simultáneo, Willy Huerta, ahora exministro del Interior, llamó al jefe del Estado Mayor de la PNP, Vicente Álvarez, quien estaba a cargo de la jefatura de la PNP en reemplazo de Alfaro -debido a que le cedieron una licencia por razones médicas-, para que autorizara el ingreso de manifestantes a la Plaza de Armas porque Castillo quería dar un mensaje. Tampoco obtuvo una respuesta afirmativa.

 De acuerdo con las fuentes de El Comercio, Alfaro convocó al Alto Mando de la PNP para decidir la postura institucional frente al golpe de Estado que se estaba perpetrando. Álvarez y el inspector general de la PNP, Segundo Mejía, se sumaron a la posición de no respaldar lo dispuesto por el entonces Presidente y, además, se concluyó que estaba actuando en flagrancia (delito de rebelión) al ordenar el cierre del Congreso.

 Las autoridades peruanas acordaron llevar a cabo la detención de Castillo, dado que se decidió que quienes iban realizar la captura sería el personal de Seguridad del Estado, es decir, su escolta, que estaba con él en ese momento. Se le comunicó el hecho, según las fuentes, al general PNP, Iván Lizzetti, jefe de la Dirección de Seguridad del Estado, quien le solicitó a su personal informes sobre la ubicación del entonces presidente.

 Mientras tanto, el Equipo Especial de la PNP ya contemplaba la versión de la intención que tenía Castillo de recluirse en una embajada. Los coroneles PNP Walter Lozano y Harvey Colchado decidieron tomar acción. A manera de precaución, Lozano y su equipo fueron a la Embajada de México y Colchado a la de Cuba.

 Los dos estaban decididos en arrestar a Castillo porque sabían que había incurrido en flagrancia en delito de rebelión, dicen las fuentes. Además, tenían conocimiento de que el ahora exmandatario había sacado de Palacio a su familia y todo apuntaba de que lo que se buscaba era el asilo o fugarse del país.

Momentos después el chofer que se dirigía a la Embajada de México en la camioneta gris con Pedro Castillo a bordo recibió la orden de proceder con la detención en contra del Presidente, según las fuentes policiales.

 Para sorpresa de Castillo, la camioneta de ventanas polarizadas que lo llevaba se detuvo al frente de la Clínica Internacional y, junto con personal de la Subunidad de Acciones Tácticas, se ejecutó el arresto y se procedió a llevarlo a la sede de la Prefectura de Lima donde queda la sede de la Región Policial de la capital.

 Casi de manera paralela el secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, dijo que Castillo no solicitó asilo a México, aunque si lo pidiera seguramente se le daría.

 Sin embargo,  no cayeron bien en Perú las muestras de apoyo del Gobierno mexicano a Castillo.

 La Cancillería peruana expresó, en un comunicado, que, a la fecha, el Ministerio de Relaciones Exteriores convocó al embajador de los Estados Unidos Mexicanos, Pablo Monroy, a fin de transmitirle la extrañeza que han generado en el Perú las expresiones del Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y del Canciller de ese país, Marcelo Ebrard, respecto a los procesos políticos en el Perú.

 “Las expresiones de las autoridades mexicanas constituyen una injerencia en los asuntos internos del Perú, y no resultan consistentes con los acontecimientos que se han sucedido en días recientes”, remarcaron.

Con relación a las declaraciones de las autoridades mexicanas  respecto al derecho de asilo invocado por el expresidente Pedro Castillo, Cancillería indicó que han señalado al embajador Monroy “la necesidad de que los estados se ciñan a las normas contenidas en los tratados internacionales vigentes sobre la materia y cumplan con todos los requisitos que los mismos establecen”.

 “El Gobierno del Perú desea reiterar su más amplia voluntad para continuar profundizando, en el marco del respeto mutuo y de las normas de Derecho Internacional, las tradicionales relaciones de amistad, cooperación y voluntad de integración que unen a los pueblos del Perú y México, las que cumplirán doscientos años en enero de 2023, especialmente en aquellos ámbitos que inciden en el desarrollo social”, finaliza el comunicado.

 Y es que, en la víspera, el presidente de México, ratificó su inconformidad por la destitución de Pedro Castillo como presidente de Perú y la consideró “ilegítima” y producto del “acoso y confrontación” de sus adversarios.

 Al ser consultado si reconoce a Boluarte como la primera presidenta de Perú, López Obrador respondió que a México “no le gusta el seguidismo”. “Son varios gobiernos, pero México es México. Somos libres, independientes, soberanos y tenemos una tradición de política exterior y no nos gusta el seguidismo”, manifestó.

 Pese a que aseguró que la actual crisis política no provocará un rompimiento de la relación entre ambos países, el mandatario mexicano pidió “esperar unos días”. “Es lo más adecuado. No es nuestro propósito intervenir en asuntos internos”, aclaró.

El miércoles siete de diciembre,  Marcelo Ebrard, afirmó que México está dispuesto a ofrecer “asilo” al expresidente peruano. 

“Si Pedro Castillo pide asilo a México, se lo damos, pero no lo ha solicitado”, aseguró Ebrard en una entrevista en el programa “Atando Cabos” en Radio Fórmula. Además, mostró su “preocupación” por la situación en Perú y agregó que el presidente mexicano, López Obrador, le ha pedido que lo mantenga informado “en todo momento”.

 Al día siguiente, Ebrard, señaló que su país recibió una petición de protección en la madrugada, la cual fue ratificada por el abogado de Castillo, Víctor Pérez Liendo.

“Hemos procedido a iniciar consultas ante las autoridades peruanas”, escribió Ebrard en Twitter, donde compartió la carta de petición de asilo a favor de Castillo.

 Lo que no extraña es la mala costumbre del presidente López Obrador de entrometerse y opinar en asuntos relacionados con otros países. Ojalá entienda que su intervencionismo no es bien recibido. 

 Opinión.salcosga@hotmail.com

@salvadorcosio1 

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