Cuando la vida no es vida

Al profundizar sobre su vida, María Castillo Morelos dijo que cuando apenas era una niña su madre de nombre Consuelo Morelos, constantemente la agredía verbal y físicamente, lo mismo que su padre

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Cuando María apenas era una niña de 11 años de edad sus padres la vendieron a un hombre de 40 años y una semana después el juez del pueblo los casó. Posteriormente el sacerdote les dio la bendición, es por ello que la novia de apenas 11 años de edad se fue a vivir al lado de su esposo, de quien dijo llevaba por nombre José García Septién.

En la actualidad María Castillo Morelos es una mujer de 75 años de edad y se dedica a pedir la moneda en las calles de la ciudad de Tepic para lograr sobrevivir.

Narró que vive sola y padece hipertensión arterial y esto le ha provocado problemas en el corazón. Por esta razón, dijo, no debe de realizar acciones que le provoquen fatiga.

Al profundizar sobre su vida,  comentó que cuando apenas era una niña, su madre de nombre Consuelo Morelos, constantemente la agredía verbal y físicamente, lo mismo que su padre que en vida llevaba el nombre de José Castillo: “Mis papás no me querían, siempre me pegaban y al final me vendieron”.

Recordó que en una ocasión hasta el jacal donde ella vivía al lado de sus padres y sus hermanos, llegó José García Septién: “Él habló con mis papás toda la tarde y después mis padres me pidieron que lo acompañara, José me llevó a vivir a su casa, pero fue después que nos casamos que pasó lo que tenía que pasar, yo era una niña, no sabía nada, yo pensaba que todo era normal”.

Un año después, dio a luz a su primera hija, después le dio vida a otra mujercita y a la edad de 16 años ya era madre de un tercer hijo.

Explicó que al llegar a la ciudad de Tepic procedentes del estado de Colima, durante muchos años vivió a las afueras de la ciudad de Tepic en un rancho que llevaba por nombre Los Corrales. “Ahí vivimos mucho tiempo, pero al pasar el tiempo mi esposo empezó a beber licor y me golpeaba, no nos daba dinero para la alimentación porque él era muy borracho, hasta que un día me enfadé y lo dejamos, él salió a trabajar y yo me fui de la casa con mis hijos. Me buscó, pero ya no regresé con él. Después de me di cuenta que él se regresó al estado de Colima donde vivía con su familia y nunca más lo he vuelto a ver”.

Después de que ella se salió de su casa se dedicó a trabajar en diferentes lugares en la ciudad de Tepic y así logró mantener a sus vástagos.

Sus hijos crecieron y emigraron a los Estados Unidos. Una de sus hijas y el varón la han abandonado, pero la mayor en ocasiones le manda dinero: “A veces me manda 500 o mil pesos, pero mis otros dos hijos de mí ya ni se acuerdan”.

A pesar de que han pasado más de 50 años de la separación de su esposo José García Septién, la señora María Castillo dice que aún le tiene mucho miedo al hombre: “Porque él era muy malo conmigo, no sé si aún viva, pero cómo quiera que sea no lo quiero volver a ver”.

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