Peloteo | Se veía venir

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Por Heriberto Murrieta

De nada sirvió el tercer lugar de la Liga de Naciones frente a Panamá. La Selección Mexicana siguió siendo la imagen del fracaso y, como era de esperarse, Diego Cocca fue cesado por Juan Carlos Rodríguez, el flamante mandamás de la Federación Mexicana de Futbol.

Como decíamos en la colaboración anterior, el proyecto de Cocca era insostenible. Llegó con calzador. Su nombramiento no despertó beneplácito. Se sentía forzada su presencia. No era el candidato natural para hacerse cargo del conjunto nacional.

En el futbol mexicano se hacen las cosas al revés, sin orden, sin claridad. “Etapa viciada”, dice Rodríguez. Si no se revierte la forma de trabajar, el caos continuará.

Los grupos de poder deben dejar de tomar decisiones unilaterales y se tiene que encontrar un equilibrio entre la ganancia económica y el crecimiento deportivo que, hasta ahora, han recorrido caminos distintos. Lo que pasa en los escritorios se refleja inevitablemente en la cancha.

Rápida y enérgica ha sido la reacción de Juan Carlos Rodríguez, quien nombró a Jaime Lozano como bombero. Lo llamó interino. Ojalá Jimmy se quite pronto esa etiqueta. En medio de tanto malinchismo, ya era hora de que se nombrara a un técnico nativo. Hace tres años, el hijo de la actriz Ana Bertha Espín ganó el tercer lugar de los Juegos Olímpicos de Tokio con jugadores como Ochoa, Malagón, Córdova y Martín, a los que reencontrará en el grupo actual.

Cambiar de entrenador no mejorará automáticamente el nivel de esta selección desastrada, pero de algo servirá la llegada del nuevo técnico. El equipo no es ni remotamente favorito para ganar la Copa Oro, que arrancará el próximo fin de semana en suelo estadounidense. Ahora mismo están por delante oncenas como la de Estados Unidos y Canadá. Los rivales serán Honduras, Catar y Haití. 

Lozano tiene cinco días para preparar el partido del domingo ante Honduras en el inicio de la Copa Oro. Buena oportunidad para sacar al buey de la barranca.

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