El pasado martes 20 de junio, la “Sala Stampa della Santa Sede” publicó el “Instrumentum Laboris“ para la Primera Sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos a realizarse el mes de octubre del presente año y que se denomina “Por una Iglesia Sinodal: Comunión, Participación, Misión”.
Este documento es, al mismo tiempo aunque desde diferentes perspectivas, punto de llegada y punto de partida…
Es punto de llegada porque tiene tras de sí la fase diocesana que se realizó en parroquias y diócesis entre octubre de 2021 y agosto de 2022 y la fase continental que se desarrolló entre octubre de 2022 y marzo de 2023.
Es punto de partida porque —como su nombre lo indica— este texto [publicado en italiano, inglés, francés, español, portugués y alemán] tiene como función conducir los trabajos de los padres sinodales y otros representantes de las iglesias locales, nacionales y continentales que participarán en esta primera sesión de este Sínodo que centra su atención, precisamente, en el carácter sinodal de la Iglesia católica que peregrina en este mundo del siglo XXI de nuestra era…
Como suele suceder en estos casos, la prensa ha centrado su atención en los temas de su agenda y que, a través de ella y de diversas instituciones de fuerte impacto en la opinión pública, se han convertido en los temas de la agenda global en relación con la Iglesia Católica, como el rol de las mujeres en la Iglesia; el ejercicio de la autoridad episcopal y presbiteral; los abusos sexuales de clérigos; la relación con los miembros de la comunidad LGTB+ y la situación de las parejas divorciadas y vueltas a casar.
Sin embargo, el “Instrumentum Laboris” ofrece, desde una lectura atenta, una mayor riqueza temática y metodológica que focaliza su tema central: la sinodalidad de la Iglesia, es decir, el camino [odos] común [sin] o —dicho con la letra de un canto litúrgico popular— “el caminar juntos como hermanos” como clave identitaria de la Iglesia Católica del siglo XXI o de los inicios del Tercer Milenio; una Iglesia milenaria capaz de conversión y de ofrecer un rostro y un corazón [por usar esta figura del pensamiento náhuatl] renovados.
Esa identidad sinodal, de acuerdo con el instrumento de trabajo, a su vez, tiene una estructura tripartita —por no decir trinitaria—: implica comunión, participación y misión como lo expresa la denominación de este Sínodo, o bien, comunión, misión y participación, como organiza esos mismos elementos el “Instrumentum”…
Como podía esperarse, el documento comienza recapitulando el camino recorrido hasta aquí y evidenciando su estructuración, esa que se esbozó en el párrafo anterior: el tema central: la sinodalidad eclesial y los que denomina temas prioritarios: comunión, misión y participación.
En la sección dedicada a la sinodalidad de la Iglesia, presenta el método que se ha utilizado en las fases sinodales previas y que se utilizará en las dos sesiones de la Asamblea General: la conversación en el Espíritu.
Ese método —que como todo método puede tener aplicaciones diversas— consta de cinco momentos:
El primero, “preparación personal”, consiste en una conversación orante mediante la cual cada uno prepara su aportación sobre la cuestión acerca de la cual ha de discernir.
En el segundo, “tomar la palabra y escuchar”, cada uno dice su palabra y escucha la de los demás.
En el tercero, “hacer espacio a los demás y al Otro” [el cual por cierto parece ser el momento clave del método], cada uno comparte —a partir de lo que han dicho los demás— lo que más le ha resonado o lo que más resistencia ha suscitado en él.
El cuarto momento, denominado “construir juntos”, consiste en dialogar para discernir y recoger el fruto de los momentos anteriores, identificando intuiciones, convergencias, divergencias, obstáculos y nuevas preguntas. Un signo de que se ha conversado en el Espíritu ha de ser el que todas las personas que han participado se puedan sentir representados en el fruto alcanzado.
El quinto y último momento del camino, es una oración final de acción de gracias.
Cabe señalar que en la infografía que se incluye en el “Instrumentum”, aparecen tres intermedios de silencio y oración.
En la introducción a los temas prioritarios, se subraya que el cambio en el orden original de los términos, “comunión”, “participación” y “misión” que coloca la misión en el centro obedece a una clarificación que se dio en las etapas diocesanas y continentales.
“El cambio en el orden en que aparecen los tres términos, con la misión en el lugar central, tiene su origen en la conciencia de los vínculos que los unen, madurada durante la primera fase. En particular, comunión y misión se entrelazan y se reflejan mutuamente”.
“La primera fase ha puesto de relieve […] cómo la comunión es la condición de la credibilidad del anuncio”.
“Es en la relación con la comunión y la misión como puede entenderse la participación y por eso sólo puede abordarse después de las otras dos”.
En la segunda parte del “Instrumentum”, se encuentran 15 fichas de trabajo para la Asamblea Sinodal, cinco para cada uno de los temas prioritarios a los que corresponde una pregunta clave.
En cuanto a la comunión: ¿Cómo podemos ser más plenamente signo e instrumento de la unión con Dios y con el género humano?
En cuanto a la misión: ¿Cómo podemos compartir dones y tareas al servicio del evangelio?
En cuanto a la participación: ¿Qué procesos, estructuras e instituciones con necesarias en una Iglesia sinodal misionera?
En ese contexto de las fichas de trabajo es en el que aparecen los grandes retos para una Iglesia sinodal:
El compromiso con la justicia y con el cuidado de la casa común; la superación de todo tipo de discriminación y exclusión por raza o clase; la aceptación de quienes no se sienten aceptados en la Iglesia; el reto de la unidad en la diversidad de las iglesias locales y continentales y entre las iglesias de rito latino y las de ritos orientales, por solo mencionar algunos de los retos en relación con los cuales quienes participen en la Asamblea Sinodal del mes de octubre habrán de discernir “conversando en el Espíritu”…