Peloteo | Disyuntiva

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Por Heriberto Murrieta

José María de los Santos Anaya, una conexión con las alturas. Desde muy joven, el potosino incursionó en una actividad de alto riesgo, el alpinismo.

A los 23 años de edad, ya ha llegado a lo más elevado de las montañas Whistler y Grouse en Canadá, Kilimanjaro en Tanzania, Chimborazo en Ecuador, Pico Tarija en Bolivia, Vinson Massif en la Antártida y la Cordillera de los Andes, entre otras.

Faltaba el monte más emblemático. De San Luis Potosí al Everest, miles de kilómetros de ilusiones, desafío colosal. La montaña más alta del mundo, mudo testigo del planeta Tierra. 8 mil 848 metros de altura, un rascacielos de roca y fallas… y si fallas, tu vida puede verse comprometida.

La punta del Everest es el punto de mayor altitud sobre el nivel del mar en todo el mundo. Es una zona de fortísimo y congelante viento. En 2004, sopló a 280 kilómetros por hora, una velocidad que puede derribar a los escaladores. Ellos tienen que esperar las llamadas “ventanas de oportunidad” de la primavera y el otoño, cuando los aires amainan.

Paisaje de cielo azul y blanca nieve. Paisaje abigarrado de tiendas multicolores donde la mente se prepara y el físico se recupera.

El 18 de mayo pasado, cuando le faltaban 649 metros para llegar a la cima, Chema tuvo que tomar una decisión: la conquista para la que se había preparado durante tanto tiempo física y mentalmente… o la vida de un compañero.

Prefirió salvar la vida de un alpinista malayo, que casi agonizaba. Dio prioridad a salvar a un colega. Ya habrá oportunidad de volver a intentarlo en un futuro no muy lejano. El hecho tuvo una gran repercusión mediática en China y Nepal.

Y es que la montaña siempre está ahí, incólume, nevada, eterna, mística, soportando vendavales y descensos de temperatura, y esperando a Chema para el siguiente sueño, la próxima escalada, una nueva ilusión.

No hizo cima, pero hizo el bien. Los valores del montañismo, que son los del compañerismo, plasmados en una acción que marca la vida del salvador y el salvado. Heroico momento que conmueve. Es más importante ser un buen ser humano que el mejor de los deportistas.

Nuevos retos se avizoran: el proyecto de las 7 cumbres y los 14 ochomiles que vienen por delante. Esta es una historia de inspiradora solidaridad, de apoyo, de calidad humana. Un motivo y un aliciente para Chema, en lo que viene.

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