Nativo de San Luis de Lozada, en las charlas de mi padre siempre estaba el tema de Manuel Lozada El Tigre de Álica. Historias y leyendas de batallas, tesoros escondidos y aparecidos iban y venían en sus conversaciones. Cuando la personalidad del rebelde generaba controversia y se le pedía tomar partido entre el héroe y el bandido tenía una salida que le ahorraba discusiones sin fin: “¿Qué héroe no es bandido?”, preguntaba. Es una fórmula que a mí me funciona cuando se descubren los lados oscuros de nuestras glorias nacionales. Bienvenidos esos saludables ejercicios hoy, México polarizado, en los 150 años del fusilamiento del guerrillero cora. Humanicemos a nuestros santos y demonios civiles. Veremos santos medios pillos y diablos que hicieron más por México que sus críticos. Queremos héroes de carne y hueso.
