Por Zoelia Nahomi Hernández de Dios
La fotografía y yo nos encontramos por pura casualidad. A diferencia de otras personas que afirman haber descubierto su vocación de manera casi divina, para mí esta profesión es algo relativamente nuevo. La pasión por tomar fotos surgió más por constancia que por algún anhelo en particular. De hecho, al principio, con mucho esfuerzo, compré una cámara sólo porque necesitaba realizar prácticas para una materia específica en la universidad.
Un día, por simple curiosidad y porque siempre estoy mirando al cielo, vi un atardecer que me pareció tan sencillo pero admirable a la vez, que decidí desempolvar la cámara que apenas usaba para las clases y tomé una foto. Salió muy mal: desenfocada, desalineada y mal expuesta. Al verla, me invadió la rabia por no haberlo hecho bien y lo tomé como algo personal. Así que empecé a salir todos los días a dar paseos con mi cámara para capturar imágenes del atardecer hasta lograr la toma que deseaba.
Con el tiempo, mi enfoque se expandió más allá del cielo; cualquier cosa que capturara mi atención se volvió fascinante. Comencé a encontrar belleza en lo cotidiano de nuestras vidas: un mercado, los colores desgastados de una vieja pared, un grafiti, un árbol en medio de la carretera, el vuelo de las aves, vendedores ambulantes, artistas callejeros, manifestaciones, fiestas patronales. De repente, mientras tomaba más fotos, todo lo que alguna vez quise expresar empezó a tener sentido. Comencé a gritar a mi manera, expresando quién soy, mis pensamientos, ideales, pasiones, lo que me gusta, me enoja o entristece. Hoy en día, la fotografía es mi principal forma de expresión, y cada foto es un grito, una lágrima, una risa, un abrazo o un recuerdo.
En la actualidad, soy una fotógrafa independiente dedicada principalmente al fotoperiodismo y foto documental. Me gradué de la Licenciatura en Comunicación y Medios de la Universidad Autónoma de Nayarit. A mis 25 años, he tenido la oportunidad de exponer mi trabajo tanto a nivel local como en otros estados de la república, Jalisco, por ejemplo. Aunque cuento con pocos años de experiencia, aspiro a que mi mirada sea compartida en muchos otros lugares durante más tiempo, ya que tengo mucho que compartir, enseñar y demostrar.
La fotografía me otorgó la voz que siempre callé por miedo a lo que otros dirían, a las burlas y al rechazo. Me ayudó a superar el temor a cometer errores y me brindó la determinación de intentarlo una y otra vez. Cada una de mis fotos lleva consigo una parte de mí, y espero que cada vez que alguien vea una de mis imágenes sienta lo mismo que yo sentí cuando decidí capturar ese momento con mi cámara.

