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domingo, agosto 3, 2025
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Diversidad y tolerancia

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Ernesto Acero C.

La violencia es parte de la naturaleza humana, pero también producto social. La cuestión en el caso es intentar canalizar lo que Russell denomina “pugnacidad” innata del ser humano. De lo que se trataría es de lograr que las personas construyan un entorno aceptable en el que los impulsos de las personas no provoquen daños en otras. Se trata de que el ejercicio de los derechos y las libertades de unos no se contrapongan a los derechos y libertades de los demás.

El miedo puede servir como explicación de fondo de la violencia que se registra en distintos ámbitos, sobre todo, en el seno de la familia. El machismo es una de esas manifestaciones del miedo; la discriminación hacia la mujer es una de esas variantes del miedo. Esa discriminación se aprende en el mismo seno familiar.

Ante ese hecho, es necesario promover el respeto a la diferencia. Es necesario reconocer la ‘otredad’ (ese “innumerable-quien” del que habla, entre tantos otros, Cummings) que caracteriza a cada ser humano que es singular en su existencia misma.

Cuando entra a la escena el Tercero en Discordia surgen los desequilibrios, cuando se rompen las inercias de una existencia apacible y de apariencia relativamente inmutable. El Tercero es el que carga con una visión de las cosas diferente y que hasta con su sola presencia incide en la realidad, al modo del elemento de incertidumbre que plantea Heisenberg.

Cuando se manifiesta esa resistencia a lo que modifica esa existencia casi bucólica, sobrevienen las manifestaciones de la violencia. La violencia en sus diversas formas, en sus diversos ámbitos. Hay una violencia que se expresa de manera simple en la vida cotidiana. De esto surge una pregunta que provocan las reflexiones compartidas por muchos: ¿quién nos ha enseñado a procesar ese sentimiento de rechazo, de violencia, de oposición a la pérdida de la estabilidad edénica?

Hay una parte que se acerca provocadoramente a una posición que ánima al rechazo. Cuando se refiere al currículo oculto de la violencia, no se estaciona en el campo de lo que ocurre en el seno de la familia. Se refiere a lo que se nos enseña a lo largo de toda la vida. Se nos ofrecen como grandes personajes a todos aquellos que han recurrido a la violencia como un recurso para transformar la realidad social. He ahí los casos de personajes que tienen manchadas las manos de sangre, que se nos presentan como héroes verdaderos que realmente son héroes falsos.

El obrero, el académico, ese hombre que lleva una vida sencilla, una vida apacible, venciendo los retos y las dificultades que cotidianamente debe sortear, esos son los verdaderos héroes de una sociedad qué a lo largo de su existencia, se ha caracterizado por las manifestaciones de violencia. Quizá esa gente menuda es la que ha logrado encontrar su esfera de actuación de su propia pugnacidad, a esa a la que se refería Bertrand Russell: “Aquel que espera que llegará un día en el que sea posible abolir la guerra debería pensar seriamente en el problema de satisfacer de un modo inofensivo los instintos que hemos heredado de largas generaciones de salvajes. Por mi parte, encuentro suficiente desahogo con las novelas de detectives, identificándome alternativamente con el asesino y con el detective-cazador, pero sé que hay otros para quienes este desahogo es demasiado moderado, y para ellos se debería inventar algo más fuerte”.

¿Cómo justificar las manifestaciones de violencia registradas en la zaga histórica del hombre?, ¿cómo justificar la violencia que se expresó durante la guerra de independencia hace más de 200 años, o la que costó la vida de cientos de miles de mexicanos durante la Revolución de 1910-17?, ¿cómo justificar la violencia que se vivió durante todas las fases de la Revolución Francesa? Lo peor de todo, y esto realmente provoca deliberaciones de fondo, ¿cómo colocar en elevados pedestales a quienes llamaron a la violencia fratricida, a quienes encabezaron acciones que costaron miles o millones de vidas?

Es verdad: la violencia es el recurso de los incompetentes, dicho sea, parafraseando a Isaac Asimov. Sin embargo, no debe uno dejar de pensar en la existencia de diversas formas que tiene la violencia para expresarse. Habrá que condenar, por igual, la violencia que llevó a naciones enteras, a optar por otras formas de violencia. La violencia es el caldo de cultivo para la violencia. Hay una violencia que provocó la guerra de independencia, la Revolución Mexicana, la Revolución en Francia. Hay otras violencias. La violencia de la Guerra Civil Española, pero también la violencia del franquismo. Tan es execrable la violencia en la Revolución de Octubre, como la violencia del zarismo. Este es un matiz que conviene introducir en las reflexiones.

Igual ocurre en el caso de la aseveración que plantea que el hombre es más violento que la mujer. Es verdad que las cárceles están atestadas de varones, no de mujeres. Sin embargo, habría que indagar un poco más en el caso para encontrar las razones materiales que plantea la estructura del consumo, de la economía. A la Thatcher no la veo menos violenta dirigiendo la invasión a las Malvinas: no hay mucha diferencia entre la violencia de la británica y la de los militares argentinos de ese período. Creo que la violencia no es un asunto de género. La violencia es una manifestación humana y puede expresarse contra cualquier miembro de la sociedad actual. Suponer equivocadamente que la violencia es una manifestación de género solamente puede conducir de un extremo a otro, de las tesis “machistas” a las tesis “hembristas”.

Estas ideas pueden ser útiles en la vida cotidiana y eso con el tiempo se podrá entender a cabalidad y tienen el poder de introducir elementos para la reflexión profunda y serena. La violencia no procede y sí, la tolerancia como defensa de lo diverso. Proceden los cambios, las transformaciones que requiere una sociedad cada día más y más violenta: es necesario combatir todas, todas las formas de violencia, pero sin violencia. Aunque parezca que estemos frente a una utopía. Finalmente, las utopías nos hacen caminar en la dirección correcta.

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