Por Heriberto Murrieta
Parejísimo se presenta el duelo de titanes de la Gran Final del futbol mexicano. Tigres llega ligeramente mejor que el América tras el juego contra los Pumas en su patio en Monterrey; sin embargo el juego de vuelta será el domingo en la cancha del Estadio Azteca. Ese puede resultar un factor crucial a favor de los jugadores de Coapa.
Apenas el sábado pasado, la afición americanista abucheó justificadamente a sus jugadores por el pobre desempeño ante el Atlético de San Luis. Esto no significa que le vaya a dar la espalda al club durante el juego del próximo domingo en Santa Úrsula. Se comprende que el América se iba a mostrar reservado puesto que tenía una ventaja amplia de cinco goles, pero perder como perdió provocó el descontento de sus partidarios.
Lo más seguro es que el campeón reinante no cuente con Luis Quiñones, uno de los principales aliados del francés André Pierre Gignac, que ha asumido el rol de suplente en algunos partidos. Es evidente el natural declive del figurón del ataque felino.
El argentino Nico Ibáñez ha cumplido con creces cuando se le ha requerido para remplazar al astro galo, que se encuentra a las puertas del retiro.
Tigres tiene como robustez lo experimentado de sus jugadores y su entrenador, el uruguayo Robert Dante Siboldi, que supera en ese rubro en particular al brasileño Jardiné, piloto de los amarillos. Es un conjunto con mayor edad que el plantel de las Águilas, cuyo atributo más notorio es su juego de medio campo hacia adelante. Tiene grandes jugadores ofensivos como Fidalgo, Zendejas, Suárez, “Cabecita” Rodríguez, Quiñones y Henry Martín. Esto, sin contar con las incursiones de Kevin Álvarez por la banda derecha.
Brilla con luz propia el volante andino Diego Valdés, que está en su punto más alto de madurez y claridad para filtrar balones con ventaja para los receptores y definir frente a los zaguanes enemigos. Valdés estuvo lesionado durante varias jornadas, pero los dirigidos por Jardiné no se descompusieron sino que mantuvieron la solidez.
El árbitro del primer capítulo esta noche en Monterrey será Marco Antonio Ortiz. Es un árbitro con carácter y personalidad que no deberá amedrentarse ante los recurrentes aspavientos, en especial de Gignac, especialista en intimidar a los atufados hombres de negro.
