7.7 C
Tepic
jueves, agosto 7, 2025
InicioOpiniónUna chicanada contra Jesús

Una chicanada contra Jesús

Fecha:

spot_imgspot_img

Por Manuel Salinas Solís

Para decirlo rápido y claro; el enjuiciamiento de Jesús fue una chicanada. Fue además un enjuiciamiento político y por ende El un reo político.

¿Porque digo que chicanada? Porque fue un conjunto bien armado de embrollos, argucias y trampas leguleyas. ¿Por qué un enjuiciamiento político? Porque como bien lo dijo don Ignacio L. Vallarta en su célebre discurso del 16 de septiembre de l858; “Jesucristo causó la revolución mas honda que registran los anales de la humanidad”.

Veamos algunos detalles para tratar de comprobar ambas cuestiones. Por principio de cuentas la aprehensión fue realizada sin orden de arresto. En ninguno de los evangelios que dan cuenta de estos pasajes aparece por algún lado que la hubiese habido, a pesar de que era obligada. La detención además se practicó por la noche en un lugar apartado de la ciudad, (el Monte de los Olivos) y gracias a los servicios de un delator.

David Rops en su obra “Jesús en su tiempo”, llama la atención sobre la ilegalidad de utilizar delatores según el derecho judío de la época. El Levítico de manera expresa los prohíbe: “no te ofrecerás como testigo contra la vida de tu prójimo”.

Esto último vale en cierto modo para justificar en algún grado las repetidas negaciones de Pedro antes del famoso canto del gallo.

Las irregularidades siguieron durante el período de instrucción. De hecho éste inició con “una audiencia extrajudicial” ante el ex sumo pontífice Anás, según señala el escritor Juan Real Ledesma en su libro “El enjuiciamiento criminal de Cristo en el derecho penal romano”, publicado no hace mucho por la Universidad Autónoma de Puebla.

Anás carecía de jurisdicción religiosa alguna, -como se dice no tenía vela en ese entierro ni pitos que tocar- sin embargo, era el auténtico poder tras el trono, digamos que el “líder moral” como eufemísticamente se les llama a esos personajes por lo general anoréxicos de moralidad.

Pues resulta que Anás luego de interrogar al detenido, mandó le ataran de manos y lo despachó con Caifás, este sí, aunque acotado como luego veremos, con atribuciones en materia religiosa. Reunido en audiencia con un grupo de escribas y fariseos (doctores de la ley judaica aquellos y ultraconservadores defensores de la tradición estos otros) nuevamente interrogó al detenido pero ya con la consigna de Anás de encontrarlo culpable de blasfemia. Con tal actitud prejuiciosa, por supuesto que encontraron como de rayo “presunciones de culpabilidad” y cerraron el período de instrucción. Todo esto ocurre en la noche del jueves importándoles un bledo el derecho procesal judío según el cual tales actuaciones debían efectuarse de día. Ignacio Burgoa en su libro casi póstumo “El proceso de Cristo” refiere en este punto la violación cometida contra el principio de “diurnidad” vigente en la justicia judía de la época.

En la madrugada del viernes, también fuera de norma, se reunió el Sanedrín que era un cuerpo colegiado compuesto de 70 miembros y a quien correspondía conocer del caso. De fijo no se sabe si este colegio se reunió en su totalidad como era obligación tratándose de asuntos “graves” y éste sin duda lo era. La reunión además tuvo lugar en privado, violando así el principio de publicidad habida cuenta de que debía llevarse a cabo de manera pública y ello tampoco ocurrió.

El fallo fue naturalmente condenatorio muy a pesar de que el procesado tuvo cuidado de no autodeclararse “hijo de Dios” para no tipificar el delito de blasfemia. “¿Tu eres el hijo de Dios? “Ustedes dicen que lo soy..” Durante el enjuiciamiento Jesús jamás declaró serlo. Antes y después de ello otra fue la cosa.

Una prueba mas de las chicanadas que rodearon este asunto, fue el hecho de que el Sanedrín conoció del mismo, sin tener facultades para conocer de casos en que la posible sanción fuese la pena capital. La blasfemia se castigaba con lapidación pública, luego este solo hecho habría bastado para nulificar el enjuiciamiento, sin embargo, Pilatos no reparó en ello y siguió adelante.

Ante Pilatos los acusadores de Jesús cambiaron la pichada y se cuidaron de no mencionar el cargo de blasfemia y le dieron al asunto una tonalidad política: “Jesús incita a que no demos tributo al César y de autonombra rey de nosotros los judíos” En buen romance le dicen al pretor romano que se trata de un sedicioso, un incitador a la rebelión.

Queriendo evadirse del tema, Pilatos pretextó que Jesús había predicado en Galilea y procedía en consecuencia turnar el asunto a Herodes Antipas rey de aquel lugar, para que fuera él quien tomara la responsabilidad de resolver pero éste no traga el anzuelo y le devolvió al acusado. De aquí el viejo adagio de que te trajeron peloteando (como se acostumbra en los trámites burocráticos) de uno a otro lado: “de Herodes a Pilatos”.

El desenlace lo conocemos. Hay expertos que opinan que la sentencia condenatoria mas bien provino del silencio que guardó el “acusado”. De su renuencia a responder y defenderse de sus acusadores. Se le juzgó contumaz al no responder las preguntas de Pilatos.

Leonardo Boff en su obra “Pasión de Cristo, Pasión del Mundo”, nos deja al respecto su personal opinión: “la muerte de Jesús fue un asesinato judicial. No fue el fruto de un interés malévolo y de mala voluntad. Si queremos circunscribir mejor el crimen, podemos decir que fue un asesinato –religioso político- mediante un abuso de justicia”.

Más artículos

Artículo anterior
Artículo siguiente

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí