“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa”
C. Marx
Todas las personas tienen el derecho de creer que el mundo es plano. Todos deberíamos defender ese derecho. Por esa razón no debemos espantarnos ante ideas y especulaciones de toda laya. Viene esta breve digresión al caso, porque se ha dicho que Claudia Sheinbaum será parte de un nuevo Maximato al estilo de Plutarco Elías Calles.
La comparación esencialmente resulta simple, grosera e irracional, al menos. El Presidente Andrés Manuel López Obrador no es Plutarco Elías Calles. Tampoco Claudia Sheinbaum es alguno de los tres personajes que Plutarco manejó a su antojo; ni es Emilio Portes Gil, ni Pascual Ortiz Rubio, ni es Abelardo Rodríguez.
La comparación es simple, porque para formular esa idea basta con decirla y ya, aunque no exista argumentación de por medio. Comparación grosera porque es errónea y hasta de mal gusto. Es una comparación irracional dado que se niega la historia y carece totalmente de argumentación sólida.
Hay otro juicio que podría elaborarse partiendo de la historia que nos relata Marx sobre una tesis del señor John Weston. El “amigo” Weston sostenía que el volumen de la producción nacional es indicador fijo y que la suma de los salarios reales también resulta ser una suma fija. Tras analizar las aseveraciones de Weston, se cuestiona el quid del asunto: “¿Cómo prueba, pues, nuestro amigo Weston esa fijeza?”. Y Marx responde de manera irónica y burlona al fundamento de la tesis de Weston: “Sencillamente, afirmándola”. Igual ocurre en este caso: ¿cómo demuestran su loca idea de que Sheinbaum sería la primera pieza del “Maximato lopezobradorista”? Lo demuestran sencillamente diciéndolo. Esa tesis revela ignorancia.
Así es, el enunciado que hace de Claudia Sheinbaum la primera figura del Maximato de AMLO, da risa. Y mucha risa. Pero, ¿por qué se propone una idea así?
Puede ser que se hagan ese tipo de especulaciones como consecuencia del ocio absolutamente improductivo, por no tener nada que hacer. Puede ser que se hable de un Maximato por la inercia en la que siguen los que se engancharon con la parte más sucia y fúrica las campañas. Puede ser que se hable de Maximato en razón de la amargura que puede provocar la derrota estrepitosa. Puede haber una y mil explicaciones para entender la miseria de tales proporciones lenguaraces.
El Presidente Andrés Manuel López Obrador este año termina su incompleto sexenio, lo hace el día 30 de septiembre. Por su parte, ella sí por seis años, Claudia Sheinbaum inicia su gestión sexenal el primero de octubre de este mismo año.
No hay retorcimientos y la forma es fondo. El Presidente López Obrador se va y Claudia Sheinbaum asumirá las riendas del gobierno federal. No hay “Maximato” que sea posible. Pensar de manera diferente es un derecho, tanto como el no conocer la experiencia que deriva de la historia en México.
Un nuevo Maximato no procede en México. Para asegurarlo podemos remitirnos a la historia y a la lógica del poder en México. El expresidente Plutarco Elías Calles (1924-1928), a quien algunos atribuyen la muerte de Álvaro Obregón, impuso a tres presidentes. Uno tras la muerte de Obregón y los otros dos en un cuatrienio donde presionó para que Ortiz Rubio renunciase y lo sustituyese en el cargo, Abelardo L. Rodríguez.
El 10 de abril de 1936, acompañado por un piquete de soldados y hasta en pijama, Plutarco Elías Calles fue acompañado al aeropuerto para realizar un viaje del que volvería años más tarde. Antes, el Presidente Lázaro Cárdenas del Río, había desplegado una serie de acciones que sirvieron para que el Jefe Máximo de la Revolución saliera del país sin resistencia alguna.
Ahí, con la salida de Calles del país, da inicio a una nueva etapa de la historia de México. Esa etapa se ha mantenido desde entonces y se ha fortalecido. Lo sabe a ciencia cierta López Obrador. Solamente los que odian al Presidente o los que le tienen miedo, creen en un segundo Maximato.
No obstante, tampoco puede asegurarse que Claudia Sheinbaum romperá toda relación con López Obrador. No es así. No hay ruptura y no hay razón para ello. No obstante, esa relación es seguro que se mantenga en dos planos. Uno de esos planos es el personal, pues la amistad entre ambos personajes políticos no tiene por qué morir.
Lo que en este caso nos podría importar, es la relación de Claudia Sheinbaum y López Obrador en el plano de un proyecto de y transformación que está en curso. El liderazgo de ese proceso de cambios ya lo ha asumido Sheinbaum: el relevo es irrevocable. ¿Entonces por qué promueve iniciativas de reforma el actual Presidente López Obrador?
La reforma al Poder Judicial es un reclamo que se ha expresado desde hace varias décadas. La propuesta para reducir el número de Diputados Federales y de Senadores, es un reclamo y propuesta de hace varias décadas. La consolidación del Estado de Bienestar, también es un reclamo, una exigencia y una necesidad. Esos son los vasos comunicantes que impiden una ruptura de un sexenio a otro.
Sabe perfectamente Claudia Sheinbaum y López Obrador, que en México no proceden las diarquías. En México solamente hay lugar para un Presidente, no para dos al mismo tiempo.
Lo que debe reforzarse es el camino transformador. Durante la campaña electoral se ofreció profundizar la transformación del país y la consolidación del Estado de Bienestar. Por eso no puede haber ruptura, ni personal, ni en la lógica del ejercicio de poder.
No hay, ni habrá ruptura. Seguramente habrá continuidad, que no es lo mismo que continuismo. Tampoco hay lugar para otro Maximato. No hay duda: Claudia Sheinbaum Pardo asumirá la Presidencia y será una Presidenta fuerte. Lo veremos.