Tras la reforma política de 1977, encabezada por don Jesús Reyes Heroles, se reconocen nuevas formas de oposición. El PAN se fortalece y aparecen expresiones de izquierda como el Partido Comunista. Esas expresiones de oposición solamente podían ejercer lo que el querido amigo Víctor Pineda denominaba “derecho de pataleo”. En pocas palabras, ese derecho se expresaba como derecho a disentir, a disentir hablando, sin lograr cambios significativos.
En 1997 el PRI pierde la mayoría en la Cámara de Diputados, aunque conserva la del Senado de la República. Era Presidente Ernesto Zedillo, beneficiario de la candidatura del PRI tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio. Procede aquí una digresión, para señalar que, a su llegada en diciembre de 1994, inicia un proceso para desmantelar la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El decreto mediante el que defenestró a todos ministros fue publicado el 31 de diciembre de 1995. Las disposiciones ahí contenidas entraban en vigor el día primero de enero de 1995, por lo que ese año inició sin Ministros en la SCJN. Como bien lo diría don José Vasconcelos, entonces “nadie vido nada”.
Quizá sea el gobierno de Zedillo el que empieza a corromper a sectores de la oposición con dádivas más apetecibles. No a toda. Para empezar, designa como Procurador General de la República a un panista, a Antonio Lozano Gracia.
Quizá, en descargo de la conciencia de Zedillo (en el caso de que la tenga), podría asegurarse que él no corrompió a la oposición, sino que ya iba podrida. Esto último podemos sospecharlo si traemos a la memoria lo ocurrido con Pablo Chapa Bezanilla, quien contrató a una “espiritista” para encontrar al diputado priista Manuel Muñoz Rocha, a quien se le relacionaba con Raúl Salinas. A este último se le vinculó con la muerte de Francisco Ruiz Massieu.
Pronto se supo que los restos de Muñoz Rocha que habían sido “localizados” no eran los de Muñoz Rocha, por lo que Lozano Gracia debió dejar el cargo en medio de carcajadas y rechiflas. La tragicomedia panista y priista había sido detonada por la presencia de una médium que habría sembrado unos huesos donde había “adivinado” la presencia de lo que quedaba del ex diputado federal priista Muñoz Rocha. Las especulaciones fueron de humor negro, pues se llegó a decir que los huesos eran de pollo, entre otras tantas cosas que es preferible no mencionar. El Procurador panista Lozano Gracia debió dejar el cargo tras el ciclón de risas provocadas por sus “métodos de investigación”.
En el año dos mil el PRI sale de Los Pinos, con lo que se cumplía el vaticinio de don Octavio Paz, expresado en 1994. En 1997 el PRI ya había perdido un importante distrito: el Distrito Federal. Ahí, en 2000, da inicio una nueva etapa en la que las oposiciones entran en un proceso de redefiniciones. Para entonces, hablar de oposición ya empezaba a significar hablar de figuras políticas relevantes. En este caso, en el flanco izquierdo empieza a destacar la presencia de Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas. A la derecha se colocaban tristes figuras como la del profesional de la traición Roberto Madrazo y la eclipsada presencia de Jorge Castañeda, este último converso ahora furibundamente derechista.
La separación de poderes seguía siendo una aspiración. En el legislativo, los cabildeos políticos se habían convertido en una especie de mercado sobre ruedas. De ahí surgió el concepto de “moches”, que significaba dinero encauzado en favor de algunos “legisladores”.
Por su parte, la Suprema Corte de Justicia de la Nación había sido subsumida a los intereses de personajes ligados a las siglas del PAN y del PRI. Los Presidentes de México salidos de ambos “partidos” designaban a quienes presentaban como “excelentes abogados”, pero que respondían a consignas dictadas desde la Presidencia o desde los nichos de poder real.
El proceso de colonización al que se sometió a la Suprema Corte está claro. En esa lógica, las figuras relevantes influían en la designación de Ministros y estos a su vez definían nombramientos de Jueces y Magistrados.
La colonización de los organismos “autónomos” se sometió a la misma lógica, la del reparto del pastel. El reparto del pastel se realizaba entregando los nombramientos de mayor relevancia al PRI y al PAN, como los de la Suprema Corte. Ocasionalmente, al PRD se le solían entregar algunas piltrafas institucionales. Pero ni eso soltaron para la ciudadanía, sino que las entregaban a sus familiares y amigos. Por eso, el PRD ahora cadáver es, se lo acabaron.
Hoy, lo que vemos es una oposición sistemática y visceral. Esta se manifiesta contra cualquier cosa que parezca reforma, contra cualquier cosa que semeje lo que es transformar. Esa oposición proviene de las siglas PAN y PRI, quienes saben que resultarán lanzados desde lo más alto de los organismos que colonizaron en las últimas décadas. El Modelo Coahuila define lo que el PAN y el PRI entienden por “separación de poderes”.
¿Qué es el Modelo Coahuila? Me refiero a los términos en los que se firmó el “Acuerdo político electoral Coahuila 2023-2024”. Ahí, el PRI y el PAN acordaron el reparto del botín.
¿En qué consistía el botín? El PRI y el PAN definieron como parte del botín, las subsecretarías, organismos descentralizados y desconcentrados, así como diversas direcciones del gobierno estatal de Coahuila. Botín para ellos era el sector educativo, el instituto de transparencia, las oficinas de registro civil y oficinas de recaudación. Para ellos parte del botín son direcciones de planteles educativos, de universidades y uno que otro fíat notarial. También titularidades de secretarías y las instancias de fiscalización en Coahuila y la ratificación de magistrados, son parte del botín, de lo que ellos llaman “separación de poderes”.
Los beneficiarios de las instituciones colonizadas desde hace décadas, se resisten a la defenestración. Para el PRI y el PAN, la separación de poderes significa repartirse el pastel. Ese reparto de cargos públicos siempre lo han hecho a espaldas de sus militancias, o cínicamente ante todos los ciudadanos. Como en Coahuila.
La separación de poderes no significa choque entre poderes; tampoco significa parálisis gubernamental o freno al desarrollo político. La separación de poderes requiere de oposición leal, no sumisa pero tampoco oposición podrida. La separación de poderes, como la democracia, solamente puede ser de la misma altura que la de sus protagonistas. (Segunda y última parte).