Mejor que el Silencio | Breaking, la danza que conquistó el Olimpo

0
256

Debutó el breaking en los Juegos Olímpicos de París 2024, y con ello, el mundo presenció un espectáculo sin precedentes. Fue un momento histórico, donde las primeras en alzar la voz, a través del movimiento, fueron las mujeres, las b-girls (así se les conoce dentro del argot).

Ellas, con pasos firmes, giros vertiginosos y saltos que desafían la gravedad, entregaron al mundo un manifiesto de poder. Cada contorsión y power move fue una declaración de orgullo, un eco de libertad que resonaba en cada beat, como si fuera una danza clásica, pero con la ferocidad de quien lleva en sus venas una historia que no puede ser contenida.

Estas mujeres no sólo representaron a su país, sino también a un arte que durante años fue relegado, visto como un mero pasatiempo de vagos, un capricho de la juventud desarraigada. Pero en el escenario temporal construido sobre la Place de la Concorde, llamado Parc Urbain, que alojó también las competencias de skateboarding y BMX Freestyle, el breaking se reveló como una sinfonía de resistencia, una oda a la cultura callejera.

Como Romeo y Julieta, hay cosas que nunca debieron conocerse, pero lo hicieron; la danza moderna, la gimnasia, la capoeira, e incluso las artes marciales, se fundieron en uno con la música que se mezclaba en una tornamesa para dar lugar a este deporte. Fue aquí, en este escenario, donde la japonesa Ami Yuasa (B-girl Ami) se coronó como la primera campeona olímpica (la primera de muchas), completando el podio Lituania y China.

El breaking, uno de los cuatro elementos del hip-hop, surgió en el corazón del Bronx y Harlem, en la Nueva York de los años sesenta. Su historia está escrita en las paredes cubiertas de grafiti, su ritmo marcado por los beats de los DJ’s, y su alma expresada en cada movimiento de los breakers. DJ Kool Herc, el pionero que hizo “breaks” en sus sesiones, vio cómo los cuerpos respondían al ritmo que el rompía, cómo el sonido se convertía en movimiento, y en ese instante, algo cambió. El break se convirtió en una necesidad, en un ritual, en una forma de pertenencia que trascendía las palabras.

Este baile, que toma elementos de diversas disciplinas, es mucho más que un acto físico; es una batalla del espíritu. Las cyphers, esos círculos de baile donde los breakers se enfrentan, son el escenario donde se lucha por el respeto, donde se afirma la identidad y se celebra una cultura que ha resistido el paso del tiempo. De esos círculos nacieron leyendas como la Rock Steady Crew y los Mighty Zulu Kingz, quienes con sus cuerpos dibujaron en el aire historias que aún resuenan en la memoria colectiva, inmortalizando cada movimiento.

Hoy, en los Juegos Olímpicos, el breaking ha trascendido su origen callejero para convertirse en una disciplina respetada, en una manifestación artística que ha cruzado fronteras. Desde su nacimiento en las calles hasta los escenarios más prestigiosos, el breaking es la prueba de que lo que una vez fue visto como la expresión de los marginados, ahora brilla con luz propia en el Olimpo del deporte. Como toda buena poesía, el breaking es la rima perfecta que resuena en el corazón de aquellos que aún creen que el arte puede nacer en cualquier lugar, incluso en el asfalto frío de una ciudad despiadada.

En este nuevo capítulo del deporte mundial, el breaking no sólo ha demostrado ser un espectáculo visual de habilidad y destreza, sino una profunda expresión cultural que ha dejado su huella en la historia olímpica. La pasión y el coraje de quienes han luchado por darle un lugar en la élite deportiva, ahora son celebrados en lo más alto, mostrando al mundo que lo que nace en las calles puede alcanzar el Olimpo.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí