Éste es el mensaje textual de los obispos mexicanos al pueblo de México, en la voz de monseñor Rogelio Cabrera López, presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM); monseñor Gustavo Rodríguez Vega, vicepresidente de la CEM; Mons. Ramón Castro Castro, secretario general de la CEM; cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, y monseñor Francisco Javier Acero Pérez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México:
Nos dirigimos a ustedes en un momento decisivo para nuestra democracia.
La joven democracia de nuestro país es un tesoro que no puede ponerse en riesgo pues representa la voluntad del pueblo mexicano refrendada una y otra vez desde hace más de 30 años.
El protagonismo ciudadano ha sido fundamental para la autonomía de la jornada electoral. Los ciudadanos haciéndose cargo de las mesas y casillas de votación han dado confiabilidad a la emisión y conteo de los votos que manifiestan la voluntad popular.
La democracia debe ser real y no sólo formal.
Es imprescindible considerar tanto la letra de la Constitución mexicana y las leyes electorales, como también el espíritu de las leyes.
Debemos evitar caer en legalismos que traicionan los motivos que dieron origen a dichas legislaciones, pues esto debilitaría nuestra democracia, la esencia de una democracia plena.
En una verdadera democracia existen las mayorías, pero sin menoscabo alguno de las minorías.
Las minorías encuentran en la democracia sus propios espacios de representación para tener presencia en las discusiones de orden público.
La convivencia ordenada y legal de las mayorías con las minorías es imprescindible para una democracia sana, es decir, ética, justa, socialmente correcta e incluyente.
Confiamos en las autoridades electorales, el Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal.
Actuarán ellos con responsabilidad y congruencia al designar oficialmente a los diputados por representación proporcional tras la votación del pasado 2 de julio del año 2024.
Solicitamos respetuosamente a las autoridades de gobierno federal que se abstengan de cualquier tipo de intervención o presión sobre las autoridades electorales en las decisiones pendientes. Sólo adhiriéndose a estos principios podemos garantizar que la justicia prevalezca en nuestro proceso electoral, sentando las bases para un Congreso para todos los mexicanos.
Comprometidos con el propósito de lograr un Congreso verdaderamente representativo para todos los mexicanos, exhortamos a todos los partidos políticos a actuar con congruencia, respetando tanto la letra como el espíritu de nuestras leyes.
Hacemos un llamado a todos los mexicanos a unir fuerzas y voluntades en torno a la democracia, el sistema de gobierno que hemos elegido colectivamente para promover el bien común de la nación.
Es vital que nos mantengamos atentos a la conformación de un Congreso que refleje fielmente la pluralidad de nuestra sociedad.
Nos sentimos esperanzados en que el porvenir de México será de concordia, unidad y progreso con las nuevas autoridades elegidas por voto popular. Necesitamos con urgencia y determinación proteger y fortalecer nuestra democracia.
Como Iglesia, nos comprometemos a seguir orando y trabajando por un México más justo y fraterno, donde la dignidad de cada persona sea respetada y donde el bien común guíe nuestras decisiones políticas y sociales.
Que Santa María de Guadalupe interceda por el pueblo entero para que nuestra democracia se fortalezca respetando la dignidad humana y los derechos políticos de todos.
Con nuestra bendición pastoral, los obispos de México, de todos, con nuestra bendición pastoral, los obispos de México.