Primer Plano

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Inspirado en un programa sueco en el que aparecía un grupo de mujeres vestidas de negro, Once TV diseñó un programa semanal dedicado al análisis político al que denominó “Primer Plano”, en el que participaron, ordinariamente, cuatro analistas vestidos de negro.

El primer programa se emitió el lunes 4 de octubre de 1999, en la coyuntura del inicio del Proceso Electoral del año 2000 que culminaría con el triunfo de Vicente Fox y con la consiguiente derrota del hasta entonces invencible PRI, cuya crisis ―que en este 2024 parece acercarse, ahora sí, a su desaparición o, al menos, a mantenerse como un partido testimonial― había comenzado con la salida del partido de figuras relevantes como Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz-Ledo y, la recientemente fallecida, Ifigenia Martínez.

El “último” programa de “Primer Plano”, a su vez, se emitió el pasado lunes 30 de septiembre ya que la nueva directiva del canal decidió “ponerlo en pausa” por tiempo indefinido, lo que, para quienes entienden de esos asuntos, significa su fin.

El primer equipo de analistas ―convocados por la en ese entonces directora del canal Alejandra Lajous― estuvo conformado por Carlos Castillo Peraza, Carlos Elizondo Mayer-Serra, Federico Reyes-Heroles, Jesús Silva-Herzog Márquez y Lorenzo Meyer [el único analista que formó parte del equipo de principio a fin y el único entre los seis que conformaron el grupo los años recientes que apoyaba ―no sin una pequeña dosis de criticidad― a “Andrés Manuel” y su 4T].

A lo largo del cuarto de siglo que permaneció al aire pasaron por esa mesa de análisis Francisco José Paoli, Sergio Aguayo, Leonardo Curzio, José Antonio Crespo, Agustín Basave, así como Carmen Aristegui, Blanca Heredia y María Amparo Casar y abordaron, semana tras semana y ―según su propio testimonio― poniéndose de acuerdo en cuanto a los temas por tratar minutos antes de comenzar la transmisión, cuatro temas de relevancia política nacional e internacional en segmentos cronometrados de quince minutos con plena libertad para expresar sus opiniones salvo en el caso ―confesado por ellos mismos― de la relación entre Vicente Fox y Martha Sahagún en que les pidieron guardar silencio al respecto, un silencio que, por cierto,  no respetaron.

Se puede decir, creo, que este programa fue, de alguna manera, pionero en su tipo en nuestro país y que sirvió de modelo para muchos otros que hicieron su aparición después, como “Entre Tres”, transmitido por Tv Azteca entre 2004 y 2012 y en el que participaron tres integrantes del primer equipo de “Primer Plano” [Federico Reyes-Heroles, Jesús Silva Herzog-Márquez y Carlos Elizondo Mayer-Serra], “Tercer Grado”, transmitido a partir de 2006 por el Canal 2 y “La Hora de Opinar”, transmitido por Foro TV a partir de 2010 y conducido por Leo Zuckerman.

Más recientemente, han aparecido un buen número de programas de análisis político tanto a través de la televisión privada, como de la televisión pública y de diversas plataformas y redes sociales…

La “pausa” en que ha sido puesto “Primer Plano” ―un programa del que estuve al tanto desde sus inicios y que generalmente veía los lunes―, habría que ubicarla en el contexto de la descalificación de los conductores y analistas aquí mencionados y de muchos otros desde el ambón presidencial a lo largo de seis años.

Sin que sea un fenómeno privativo del sexenio recientemente finalizado, entre 2018 y 2024 hemos sido testigos del cambio de directores, conductores y participantes en espacios de debate en los medios de comunicación tradicionales [en especial en la prensa escrita y la televisión] y, hacia el final del sexenio y el inicio del nuevo, de las despedidas de la gran mayoría de quienes fueron objeto de mayor número de menciones en las “mañaneras” y de las críticas más acerbas desde el poder.

En todo ello, no se puede excluir la presencia del temor por parte de quienes ven en riesgo sus concesiones y que ya vieron las consecuencias que tienen la crítica al nuevo régimen en retiro de propaganda y descalificaciones, lo que, al iniciar un nuevo sexenio que parece que será menos hostil con los medios de comunicación tradicionales [prensa, radio y televisión] hace pensar que se caracterizará por la autocensura y por dar muestras de un acuerdo en términos generales con un nuevo régimen que se prevé será de larga duración por lo que “más vale prevenir que lamentar”, “curarse en salud” o “poner sus barbas a remojar”…

Para quienes somos críticos por principio y formación ―de tirios y troyanos, de todos los partidos y de todos los regímenes, sean de diestra o de siniestra― es lamentable el panorama que se va perfilando en materia de análisis económico, social, político y cultural, un panorama en que las voces críticas son acalladas desde el poder, sea este político, económico o… criminal…

Lamentable también que, cada vez más, las voces que se escuchan y las palabras que se leen resuenen como ecos y sepan [de sabor, no de saber] a lisonja y sumisión, que más que análisis sean apologías militantes…

Lamentable que las voces críticas y divergentes sean silenciadas, que sean excluidas en el seno de un régimen que se autodefine como incluyente y que lo es ―o dice serlo― en asuntos de género y de multiculturalidad, más no en la confrontación de ideas y de opciones políticas…

Al haber buscado, sin éxito, uno de los cuentos de Anthony de Mello en que, si no mal recuerdo, habla de un rey que lamenta ―en lugar de celebrar― la muerte de su crítico más radical porque se da cuenta que ahora no habrá nadie que le dé elementos para reconocer sus errores y enmendar el camino, concluyo con uno que se le semeja y que aplica para todo tipo de aduladores.

“Estaba el filósofo Diógenes cenando lentejas cuando le vio el filósofo Aristipo que vivía confortablemente a base de adular al rey. Y le dijo Aristipo: «Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer esa basura de lentejas». A lo que replicó Diógenes: «Si hubieras tú aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey».”

Sin duda que este cuento es aplicable a los aduladores del prianismo, pero no lo es menos para los “periodistas libres” que dejaron de comer lentejas adulando a quien fetichísticamente [Dussel “dixit”] identificó la “potentia” con la “potestas”, el poder soberano originario del pueblo con el poder delegado encarnado en él…

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