Dice un conocido refrán que “no hay fecha que no se cumpla ni plazo que no se llegue”, y la fecha llegó; el martes 5 de noviembre en que se definirá el futuro no solo de los Estados Unidos de América del Norte, sino de México, -su principal socio comercial-, y el mundo.
Si Donald Trump gana las elecciones en Estados Unidos, será apenas el segundo presidente en la historia de ese país en gobernar durante dos periodos no consecutivos.
El anterior fue Grover Cleveland, quien ocupó la Casa Blanca entre 1885 y 1889, fracasó al intentar ser reelegido y cuatro años más tarde logró un nuevo mandato, que ejerció entre 1893 y 1897.
Pero, de volver a la presidencia, resulta improbable que Trump vaya a ser recordado por esta curiosidad histórica. Su figura destaca, más bien, por haber pasado de ser un outsider a convertirse en el jefe indiscutido de los republicanos y en un dirigente que, para bien o para mal, ha tenido un gran impacto en la primera potencia del mundo.
Cuando Trump se lanzó a la presidencia en 2015, fueron pocos los que dentro y fuera del Partido Republicano -al que se había afiliado tres años antes- pensaron que llegaría a la Casa Blanca.
El empresario no controlaba la maquinaria del partido, no contaba con una plataforma política propia y manejaba un presupuesto limitado.
“Tenía un lema: ‘Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande’. Tenía algunas políticas fundamentales, como construir un muro fronterizo y prohibir temporalmente la entrada de musulmanes a Estados Unidos. Y tenía una actitud antisistema y de ‘drenar el pantano’ [luchar contra la corrupción]. Después de su sorprendente victoria, se dedicó a convertir su amplia visión política en acción, pero con resultados dispares”, señala Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC para América del Norte.
Gran parte de esa agenda política que presentó para su primer mandato vuelve a figurar en sus planes para una posible segunda presidencia que empezaría en 2025 y culminaría en 2029, cuando Trump tendrá 83 años y medio, lo que le convertiría -otra curiosidad histórica- en el presidente en ejercicio más viejo de la historia de EE.UU.
Pero, veamos qué se puede esperar de un eventual segundo mandato desde la perspectiva de algunos de los temas más relevantes de la campaña.
Migración y frontera: “la mayor deportación de la historia”
La inmigración y la frontera han sido temas centrales de la agenda de Trump durante esta campaña electoral.
El republicano ha arreciado su discurso antiinmigrantes afirmando que estos “envenenan la sangre del país” y haciéndoles responsables tanto de un supuesto aumento de la delincuencia -algo que no tiene base, según expertos y cifras oficiales- como del incremento en el precio de la vivienda.
Además, ha afirmado sin pruebas que hay países como Venezuela que supuestamente están vaciando sus cárceles e instituciones para enfermos mentales y enviando a estas personas a EE.UU.
Estos señalamientos recuerdan los que hizo en 2015, cuando lanzó su primera candidatura a la Casa Blanca y acusó a México de estar enviando hacia EE.UU. a “gente con un montón de problemas”.
De cara a un nuevo mandato, Trump ha prometido expulsar del país a millones de extranjeros indocumentados en lo que asegura será la “mayor deportación” de la historia de Estados Unidos.
De acuerdo con estimaciones del centro de estudios Pew, para 2022 había en EE.UU. unos 11 millones de migrantes indocumentados, aunque Trump y su campaña aseguran que son muchos millones más.
Numerosos expertos han alertado de que una deportación masiva de migrantes sería costosa y difícil de acometer, además de que podría tener efectos negativos sobre ciertas áreas de la economía en las que la mano de obra indocumentada juega un papel clave.
Según estimaciones hechas por la organización FWD.US, en EE.UU. había durante la pandemia 5,2 millones de indocumentados en trabajos esenciales. Esto incluye en torno a 1,7 millones de personas que trabajaban en toda la cadena de producción y comercialización de alimentos.
Los sinpapeles representan en torno a 17% de los trabajadores agrícolas y 13% del sector de la construcción, según un estudio del centro Pew de 2016.
Trump también ha prometido sellar la frontera con México y ha dicho que seguirá construyendo el muro entre ambos países, una de las promesas centrales de su primer mandato, durante el cual se erigieron unos 129 kilómetros (gran parte de ellos reemplazando verjas deterioradas) de los 727 kilómetros que tenía esa barrera cuando él abandonó la presidencia.
El candidato republicano también plantea tomar otras medidas como restablecer la política que obligaba a los solicitantes de asilo a permanecer en México hasta que sus peticiones sean aprobadas y eliminar el derecho a la ciudadanía a los hijos de indocumentados nacidos en Estados Unidos.
Economía: menos impuestos, más aranceles
El buen desempeño de la economía estadounidense durante el gobierno de Trump -antes de la llegada de la pandemia de covid-19- es uno de los aspectos que más han favorecido su candidatura en 2024.
De acuerdo con un estudio de la encuestadora Gallup publicado el 9 de octubre, el 54% de los votantes cree que Trump puede manejar mejor la economía que Harris.
¿Qué puede esperarse para un segundo mandato?
Trump promete nuevos recortes de impuestos para extender los que ya realizó durante su primer mandato cuando redujo la tasa corporativa a 21% y recortó también los impuestos de las personas naturales, aunque estos solo de forma temporal, hasta 2025.
El republicano ha dicho ahora que quiere bajar aún más las tasas corporativas hasta 15% y que eliminará los impuestos sobre las propinas y sobre los pagos que reciben de la Seguridad Social los pensionados.
También propone incrementar la producción de energía en EE.UU. -aumentando la explotación de combustibles fósiles- pues considera que su alto costo ha contribuido a la inflación.
Afirma además que logrará reducir el costo de la vivienda iniciando un programa de construcción de casas en tierras federales, así como reduciendo la demanda al deportar a los inmigrantes indocumentados a quienes responsabiliza del aumento de los precios.
También ha dicho que impondrá un sistema de aranceles de 10% a 20% a la importación de la mayor parte de los productos extranjeros. Muchos economistas han advertido, no obstante, que este tipo de medidas terminarán siendo pagadas por los consumidores estadounidenses en forma de precios más altos.
En estas política de aumento de aranceles, China ocupará un lugar central, pues luego de haber iniciado una guerra comercial con Pekín durante su primer gobierno, Trump ahora contempla establecer aranceles de 60% a todos los bienes importados desde ese país.
Trump también ha prometido adoptar un plan de cuatro años para eliminar la importación de bienes esenciales procedentes de China y establecer nuevas regulaciones para que las empresas estadounidenses inviertan en China “solamente cuando esas inversiones favorezcan a EE.UU.”.
En 2023, Estados Unidos importó de China bienes valorados por unos US$426.885 millones.
Es previsible que si Trump adopta estas medidas, la guerra comercial con Pekín se intensifique, lo que podría tener consecuencias no solamente para la relación bilateral, sino también para la economía global.
*con información de BBC
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