Hace 25 años, desde que el Canal de Panamá pasó a las manos del país que lo alberga, este mantuvo una buena relación con Estados Unidos a tal punto que el país llegó a “americanizarse” tanto en su cultura como en su economía. Sin embargo, las intenciones de Donald Trump por expropiar el Canal pusieron de cabezas a la relación entre ambas naciones.
Trump, en su discurso de investidura, calificó de “absurdo” el costo del paso de barcos estadounidenses por el canal y sugirió que su control estaba influido por China. Estas afirmaciones, desmentidas por expertos, reavivó el recuerdo de episodios históricos de intervención estadounidense y provocó reacciones tanto en Panamá como a nivel internacional.
El Canal de Panamá, entregado formalmente al país en diciembre de 1999 tras casi un siglo bajo control estadounidense, se ha convertido en un símbolo de soberanía y orgullo nacional. Aunque su aporte económico representa aproximadamente el 8% del PIB panameño, su relevancia trasciende lo económico, consolidándose como una pieza fundamental de la identidad panameña y como infraestructura clave en el comercio global. Recientemente, una severa sequía obligó a las autoridades a limitar el tránsito de barcos, añadiendo presión a la economía del país.
Trump afirmó que el canal está “favoreciendo a China” con tarifas preferenciales, acusación que Orlando Pérez, politólogo de la Universidad del Norte de Texas, desmintió, señalando que las tarifas son iguales para todos los países. Las críticas del mandatario también se centraron en los supuestos sacrificios estadounidenses durante la construcción del canal, afirmando falsamente que 38,000 estadounidenses murieron en las obras, cuando los registros históricos indican que la mayoría de las víctimas eran trabajadores de otros países.
La respuesta en Panamá no se hizo esperar. El 9 de enero, Día de los Mártires, cientos de personas marcharon para recordar a los estudiantes asesinados en 1964 durante una protesta contra el control estadounidense del canal. Manifestantes en Ciudad de Panamá, incluyendo sindicalistas y veteranos de aquella época, denunciaron las declaraciones de Trump como un intento de revivir el fantasma del imperialismo estadounidense. “Nadie debe amenazar la soberanía de nuestro país”, expresó un líder sindical durante la protesta.
Desde el gobierno panameño, el presidente José Raúl Mulino reafirmó que la soberanía del canal, destacando la importancia de mantener relaciones constructivas con Estados Unidos. El gobierno panameño no pierde de vista la dependencia del país de las inversiones y la cooperación estadounidense, especialmente en temas como la lucha contra el narcotráfico y la migración.
La influencia de China en Panamá
Paralelamente, China fortaleció su presencia en Panamá en años recientes mediante inversiones en infraestructura, tecnología y proyectos culturales. Aunque algunos proyectos emblemáticos fueron abandonados, como un tren de alta velocidad, empresas chinas como Huawei y Xiaomi están bien posicionadas en el mercado panameño. Esta creciente influencia fue señalada por Trump para justificar sus declaraciones, enmarcándolas en una narrativa de competencia geopolítica entre Estados Unidos y China.
Recuerdos de un pasado turbulento
Las amenazas de Trump evocaron el trauma de la invasión estadounidense de 1989, durante la cual el gobierno de George Bush derrocó al dictador Manuel Noriega. Este evento, que dejó cientos de muertos, sigue siendo una herida abierta para la sociedad panameña. Ahora, las declaraciones de Trump reavivan viejos temores de intervención, mientras Panamá intenta conservar la soberanía de su Canal.
Por ende, el futuro del Canal de Panamá y las relaciones entre Estados Unidos y Panamá están en juego. Aunque las declaraciones de Trump podrían ser una táctica negociadora, generan de todas formas incertidumbre en una región clave para el comercio global.
