El pasado 10 de febrero, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó dos órdenes ejecutivas que imponen un arancel del 25% sobre las importaciones de acero y aluminio provenientes de todos los países, incluyendo a México. Esta medida, que entra en vigor el próximo 4 de marzo, busca fortalecer la industria siderúrgica estadounidense, según señaló Trump durante la firma de los decretos, indicando que esta estrategia es parte de su plan para “hacer Estados Unidos rico de nuevo”.
El secretario de Economía de México, Marcelo Ebrard, se pronunció rápidamente sobre las implicaciones de esta decisión en la conferencia mañanera del 11 de febrero. Ebrard aseguró que el impacto de los aranceles será mínimo para las exportaciones mexicanas, ya que el país importa más acero de Estados Unidos de lo que exporta a ese mercado. México, precisó el secretario, importa anualmente 1.2 millones de toneladas de acero de su vecino del norte, lo que supera las 3.8 millones de toneladas de acero que exporta a Estados Unidos, según cifras de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco).
Ebrard destacó que, aunque el sector siderúrgico mexicano es clave para la economía nacional, representando alrededor del 3% del total de las exportaciones, las exportaciones hacia Estados Unidos no sufrirán modificaciones significativas. “Las exportaciones de acero y aluminio de México hacia Estados Unidos no se verán afectadas de forma importante”, afirmó, restando importancia a los temores de un impacto económico considerable.
Además, el secretario subrayó que Canadá, otro de los grandes socios comerciales de Estados Unidos en este sector, también exporta más acero del que importa. Esta situación refuerza la postura de que la medida arancelaria de Trump carece de justificación clara, dada la relación comercial equilibrada en estos productos entre los tres países.
Pese a la preocupación generada por esta nueva medida, Ebrard reiteró que México seguirá evaluando las repercusiones económicas y buscará soluciones a través de los canales diplomáticos y comerciales adecuados.
El contexto de la medida y las reacciones internacionales
El anuncio de Trump ha generado una serie de reacciones en el ámbito internacional. La analista de Banco Base, Gabriela Siller, señaló que México representa el 11% de las importaciones de acero de Estados Unidos, posicionándose como su tercer proveedor más importante, después de China y Canadá. Esta relación de dependencia mutua resalta la complejidad del comercio bilateral en este sector.
Carlos Slim, empresario mexicano, opinó que el arancel no debe interpretarse como una represalia directa contra México, sino como parte de una estrategia de Trump para proteger la producción interna de acero en su país. Según Slim, “más que una sanción, esta medida busca fortalecer la industria estadounidense”.
Cabe recordar que este no es el primer episodio de tensiones comerciales en el ámbito del acero y aluminio. En 2018, Trump ya había impuesto aranceles similares bajo la Sección 232 de la Ley Comercial de Estados Unidos de 1962, aunque un año después estas tarifas fueron eliminadas tras negociaciones entre ambos gobiernos.
El presidente de Estados Unidos también anticipó que en los próximos días anunciará medidas arancelarias recíprocas contra aquellos países que imponen tarifas a productos estadounidenses, lo que podría generar nuevas tensiones comerciales a nivel global.
Aunque las autoridades mexicanas minimizan el impacto de los nuevos aranceles, la medida impuesta por Trump resalta la tensión constante en las relaciones comerciales internacionales y las estrategias proteccionistas que siguen moldeando el comercio mundial. México, al igual que otros países afectados, deberá mantenerse alerta y continuar buscando soluciones diplomáticas que salvaguarden sus intereses económicos.