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viernes, agosto 1, 2025
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Contra el influyentismo, amiguismo y nepotismo

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Fuertes, claras, concisas, esclarecedoras, así han sido las palabras de Claudia Sheinbaum. Palabras, conceptos que contiene la carta que envió a militantes y dirigencia del partido en el que participa. No se trata de una carta de la Presidenta para militantes de Morena; es carta de una militante a otros militantes. Naturalmente, es carta de una militante singular, de la militante que logró concretar a favor de su partido la mayor votación que ha obtenido en los últimos tiempos un candidato a la Presidencia de la República: 35 millones 924 mil 519 sufragios (59.76% del total).

No obstante, las cifras no deben llevar a la soberbia y suponer que todo está dado para siempre porque no es así. La misma Sheinbaum termina su mensaje con una advertencia: “No nos confiemos. Es mucho lo está en juego, el presente y el futuro de nuestra nación”. El enunciado no se refiere a las siglas de Morena, sino al presente y al futuro de la nación.

Ahí, en su escrito, plantea cuestiones torales para la vida de unas siglas que corren graves riesgos dado el tremendo éxito que lo hace concentrar poder en demasía. El éxito puede llevar a excesos, al abuso de poder, al despotismo, a vicios que pueden invocar los poderes de las némesis. El ejercicio de poder es un arte y una ciencia que puede caer en manos de imbéciles. Estos últimos son una fauna omnipresente. Un imbécil con poder, déspota, engreído, es un arma de autodestrucción y de destrucción masiva. Para evitar los daños que puede provocar una persona ofuscada por el ejercicio de poder, nada mejor que un poco de humildad.

La experiencia nos muestra que cuando el poder se obtiene sin preparación para ejercerlo, puede ser nocivo en lo particular y en lo general. Personas que acceden a cargos públicos en los que se ejerce poder, pueden verse seriamente afectados. El aforismo válido hasta la fecha, aplicable al caso, nos dice que “El poder ofusca a los inteligentes y a los pendejos los vuelve locos”. El poder es duro, pero es el poder. Cuando el poder no se sabe ejercer, lleva al fracaso.

La serie de reflexiones que Claudia Sheinbaum comparte con sus correligionarios merece ser atendida. No solamente por el cargo que ocupa como Presidenta de México, sino porque trata de temas que son cruciales para que se mantenga vivo el movimiento transformador iniciado por Andrés Manuel López Obrador.

Recuerda Sheinbaum a sus cófrades que “En 2014 se obtuvo el registro”. Y agrega que “En 2015 fue la primera elección en la que participamos, hace tan solo 10 años, y obtuvimos el 9% de la votación nacional”. Y agrega: “Tres años después, convenciendo a millones de mexicanas y mexicanos a unirse al Movimiento, se conquistó la presidencia de la República, poco más de seis años después, podemos decir con certeza, que la Cuarta Transformación es una realidad”. Ella gana la Presidencia con casi 60 por ciento de los votos, de forma arrolladora.

Les recuerda a sus compañeros, a los que militan en las mismas siglas, que “Las y los legisladores no deben andar en congresos internacionales, usando recursos públicos para viajar al extranjero a hacer turismo político. Solo se justifica en una situación especial para una tarea indispensable”. Y puntualiza para quienes no logran entender ni a cabalidad ni a tiempo, que “Nuestro deber es estar con la gente, en el territorio. Recordemos que Morena es el instrumento del pueblo de México. Morena debe ser luz de honestidad y ejemplo en la sociedad”. Más adelante lanza flechas filosas para que se entienda a tiempo, antes de que los problemas se conviertan en barreras para continuar con el compromiso transformador o para que este no se pervierta.

¿A qué me refiero? Hago alusión a las siguientes palabras: “Que nunca se permita el amiguismo, el influyentismo y nepotismo. Es indispensable que aun cuando en la Constitución se estableció que no puede haber candidatos en el periodo inmediato de familiares en ningún puesto de elección popular hasta el 2030, Morena lo incluya desde 2027”. Se trata de asuntos fundamentales de la política entendida esta como arte y ciencia para servir con eficacia, amarrado firmemente a valores morales y con total verticalidad.

Los gobiernos que surgen de Morena deben apegarse a principios como la austeridad republicana. Y deben mantenerse cercanos a la gente, cerca del pueblo, siempre con la divisa originaria de “por el bien de todas y todos primero los pobres”. Para eso, Sheinbaum propone que las campañas que realizan sus compañeros de siglas se atengan al trabajo personal., casa por casa, sin que medie el poder del dinero que corrompe y lleva al fracaso todo afán transformador. Para eso llama a aplicar reglas claras y sugiere el uso de encuestas para elegir candidatos en 2027. Esas encuestas, por cierto, deben transparentarse para que no sean cuestionadas por ser procedimientos oscuros, tramposos, coronados por el misterio y la simulación.

En su carta, Sheinbaum recurre a una frase que suele ser aforística en diversas esferas: “No podemos olvidar de dónde venimos, de lo contrario olvidaremos a donde vamos. No es llegar al poder por llegar, no es la ambición personal lo que debe guiarnos, sino el bienestar del pueblo”. Vale la pena que se diga lo que se promete en campañas y que se olvida en el ejercicio del poder. Esto se liga con una enfermedad que suele manifestarse en el ejercicio de poder: la arrogancia. Para eso, propone apegarse al siguiente principio: “Pensemos siempre que el poder es humildad. Esos fundamentos son lo que nos han permitido reconstruir nuestro país y sacarlo adelante después de la larga noche del neoliberalismo”. Cierto, pero ese edificio moral presenta grietas, cuarteaduras que pueden ser peligrosamente mortales.

¿Por qué Sheinbaum habla de temas tan relevantes y por qué razón se refiere a cuestiones que envilecen la política, que la pervierten tanto que la política deja de ser política para convertirse en politiquería? Porque el fenómeno existe y debe frenarse a tiempo, antes de que la cascada de traiciones sea irrefrenable.

Si Sheinbaum se refiere al amiguismo, al influyentismo, al poder del dinero en procesos de elección, a la perversión del nepotismo, y a otras manifestaciones de podredumbre, es porque eso existe. La reflexión es trascendente, autocrítica, admonitoria y se hace a tiempo. Las perversiones de la política siempre están presentes y lo están en todos lados. Los vicios a los que se refiere Sheinbaum no son como la tetera inglesa a la que se refiere Bertrand Russell “que gira alrededor del Sol en una órbita elíptica”. Las palabras de Claudia Sheinbaum revisten una fuerte carga moral y deben atenderse; quien no lo crea así, deberá atenerse a las consecuencias.

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