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viernes, agosto 1, 2025
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Familia, primera solución contra el “trabajo infantil”

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Una de las tareas más nobles, plausibles, con alto sentido humano, se manifiesta en los esfuerzos para elevar la calidad de vida de niños, niñas, adolescentes en Nayarit. Me refiero al trabajo para lograr que el derecho de los niños, niñas y adolescentes, a acceder a su educación, a la salud, a un bienestar que les garantice piso justo desde el cual puedan partir a realizar su vida de adultos. Esa tarea tiene a dos protagonistas centrales en nuestra entidad: a la presidenta del Sistema DIF Nayarit, doctora Beatriz Estrada Martínez y a su esposo el Gobernador del Estado Miguel Ángel Navarro Quintero. Se trata de una tarea que resulta, por su naturaleza misma, inacabable.

Tarea interminable, que parece iniciar cuando parece que ya concluyó una etapa. El esfuerzo nos recuerda lienzo de Penélope, el personaje de la Odisea qué en una muestra de lealtad, en espera de su marido tejía de día un sudario para destejerlo de noche. Así la permanente labor del Gobernador y su esposa, para alejar a los infantes y a los adolescentes del trabajo y para acercarlos a la educación y a los juegos infantiles. Tarea sin fin porque las razones del trabajo infantil en el estado tienen que ver con formaciones culturales y con tradiciones que impactan en la vida de ese vulnerable sector de nuestra sociedad.

El Pacto Federal, en su artículo cuarto, consigna la existencia de los deberes reforzados en favor de niños, niñas, adolescentes y mujeres. El tercero de la Ley Fundamental, nos define la educación inicial, y hasta el nivel medio superior, como obligatoria. La dedicada labor del mandatario estatal, en ese marco, obedece a un dispositivo plasmado en la Ley de Leyes. No obstante, no se trata solamente de una tarea más que se enuncia en nuestra Constitución Federal, sino que nace de un sentimiento y de un compromiso personal. Las convicciones suelen seguir también a los sentimientos, como podemos confirmarlo en este caso.

Hacer tales precisiones se hace necesario frente a la dureza y dramatismo de los datos que, respecto al trabajo infantil, nos da a conocer el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). En Nayarit se cuenta con una fuerza de trabajo infantil que no ha sido sencillo llevar al aula o a los espacios lúdicos en los que podrían dar inicio a sus vidas, alejándolos de labores que no le corresponden. El estado de Nayarit, según lo consignan datos de la citada fuente, se ubica en el tercer lugar en el plano nacional en cuanto al trabajo infantil. El drama es numéricamente superior en Chiapas y en Guerrero. Otra de las fuentes nos define una cifra superior a los cuarenta mil infantes y adolescentes que hacen una vida alejade del ejercicio pleno de sus derechos fundamentales a la educación y a la recreación constructiva.

Las soluciones más deseables se encuentran en el seno familiar. Solamente que el problema suele gestarse en el seno familiar, precisamente. Ahí, en algunas familias los infantes y los adolescentes suelen ser concebidos como parte de tradiciones de trabajo. Un buen número de casos de estos los podemos encontrar en las familias identificadas como pueblos originarios y en el medio rural. En algunos casos no hay maldad en la inserción de niños y adolescentes a la esfera laboral, doméstica o “asalariada”. Se trata de formaciones culturales que conciben la gestación de nuevas vidas como parte de una reproducción de tradiciones y de cosmovisiones. El concepto de idiosincrasia nos puede explicar un fenómeno, pero no lo puede justificar de ninguna manera.

Cuando hablamos de los deberes reforzados del Estado, en este contexto adquieren un mayúsculo alcance. Naturalmente, para que se realicen esos deberes reforzados, se requiere de significativos incrementos en el presupuesto destinado a garantizar un nivel básico de bienestar para esos infantes. Un ejemplo de esto puede ser la presencia de internados a los que pueden y puedan acceder infantes y hasta adolescentes. El Gobernador Navarro Quintero y su esposa doctora Beatriz Estrada, permanentemente realizan acciones en favor de ese sector siempre vulnerable y clave en el presente y el futuro de nuestras sociedades. Se trata de acciones que garantizan acceso a la educación, que garantizan cuestiones tan básicas como la alimentación, un techo y el vestido.

Todas esas acciones, las del titular del Ejecutivo y de la titular del DIF del estado, sirven para alejar a infantes y adolescentes, de la explotación sexual, del tráfico de personas, no solamente de un trabajo que bien puede ser socialmente aceptable, pero que no corresponde realizar a personas con minoría de edad.

No resulta sencillo llevar soluciones a ciertos sectores de la población. Uno de esos es el que se desplaza en seguimiento de actividades laborales. Me refiero a esa población flotante, que migra de un lado a otro en nuestro país, siguiendo las necesidades de trabajo, sobre todo en el medio agrícola. Es complicado, extremadamente complejo acercarse a ciertos sectores de la sociedad, que ven como normal que los menores de edad se sumen al medio laboral.

Es verdad que la autoridad está obligada a llevar a cabo medidas especiales para prevenir, atender o erradicar el trabajo infantil. Esa tarea le corresponde, insistamos, primero a la familia. Solamente que en repetidas ocasiones es la familia misma el lugar donde surgen los problemas, como consecuencia de una idiosincrasia que para nada beneficia a ese vulnerable sector demográfico.

Lograr que Nayarit se aleje de los primeros lugares en la materia, depende de la forma en que sus gobernantes perciban el problema. En Nayarit, niñas, niños, adolescentes y mujeres, tienen aliados en la doctora Beatriz Estrada y en su esposo el doctor Navarro Quintero. Es deseable que esa tarea tenga la continuidad y permanencia que exige la naturaleza misma del fenómeno del trabajo infantil. Es una tarea que tampoco debe darse por concluida.

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