Pablo Antonio García Saucedo, un joven rescatista de 22 años, falleció este lunes tras nueve días de luchar por su vida, luego de ser declarado con muerte cerebral. El pasado 17 de mayo, Pablo sufrió un trágico accidente mientras viajaba en su motocicleta sobre la carretera Tepic-Miramar, en un incidente en el que se vio involucrada una patrulla de la Policía Estatal.
Padre de un niño de cuatro años y esposo dedicado, Pablo será recordado no solo por su vocación de servicio como rescatista, sino también por su último acto de generosidad: la donación de sus órganos. Esta decisión, tomada por su familia, permitirá mejorar la calidad de vida de varios pacientes que se encuentran en espera de un trasplante.
En una emotiva ceremonia realizada en las instalaciones del Hospital de Especialidades Médicas del IMSS-Bienestar, Dr. Antonio González Guevara, familiares, amigos, personal médico y compañeros de trabajo formaron una valla humana para despedir al joven rescatista. Las lágrimas, los aplausos y los abrazos fueron testigos del respeto y cariño que Pablo se ganó en vida.

Un equipo multidisciplinario del hospital llevó a cabo con éxito la procuración de ambos riñones, córneas y tejido musculoesquelético, bajo estrictos protocolos médicos y de bioseguridad. Los órganos fueron trasladados al estado de Jalisco, donde ahora ofrecerán una nueva esperanza a personas que esperaban una segunda oportunidad de vida.
“Así como Pablo dedicó su vida a salvar a otros, su espíritu continuará haciéndolo a través de cada paciente que reciba un pedazo de él: ‘Vives en cada persona a la que ahora vas a dar esperanza y una nueva oportunidad’”, comentó su hermana Evelyn García.
El legado de Pablo trasciende su muerte. Su nombre representa la entrega, la valentía y la generosidad. En cada latido, en cada mirada recuperada, vivirá el recuerdo de un joven que dio todo por los demás. Un verdadero héroe que se fue al cielo.