Coyolxauhqui, diosa mexica de la luna, nada contenta con el término anglosajón con el que se anuncia la proyección tridimensional sobre los muros aledaños al Zócalo por los setecientos años del viaje desde Aztlán hasta Tenochtitlán. Allá por las calles 5 de febrero, 20 de noviembre y José María Pino Suárez, dicen que se oyó una voz reclamante: ¿Qué es eso de videomapping, manitos? Hay un dios que todo lo ve y sino, recuerden a Quetzalcóatl, vinculado a la escritura o a Huitzilopochtli, deidad de la guerra que en un arranque bipolar cometió matricidio y fratricidio contra la misma Coyolxauhqui, mito plasmado en una roca encontrada al pie del Templo Mayor y que será replicado para la conmemoración.
Este mito, fundamental para entender la cosmovisión mexica y la importancia del Templo Mayor como lugar sagrado y centro de la vida ritual a partir del viaje de los mexicas desde Aztlán del que una y otra vez nos contaba el historiador nayarita, Rafael Díaz Mayorquín; travesía ilustrada en el Códice Boturini o la mal llamada Tira de la Peregrinación que refiere un viaje de ida y vuelta.
Gracias a esta experiencia interactiva del 11 al 27 de julio, apreciaremos la historia de la fundación en 1325 de México-Tenochtitlán proyectada sobre los muros de la Catedral Metropolitana y Palacio Nacional como prólogo a la develación del monumento conmemorativo el 26 de julio donde habrá una magna representación teatral a la que arribará una procesión de tres mil quinientos danzantes que llegarán desde Chapultepec hasta el Zócalo. ¿Estarán los nuestros?
Más allá de la nominación sajona, será interesante apreciar las culturas originarias, las que transitaron y las que llegaron para establecerse en el Valle de México alrededor de mil años antes de nuestra era y la historia de Tenochtitlán, que en este 2025 cumple setecientos años donde ya se advierte la presencia y gobierno de cinco mujeres insignes y fundamentales para la historia mexica y de nuestra nación: Chimalma, que cargó el bulto mortuori de Huizilopochtli durante la travesía de los aztecas; Ilancuéitl, madre del primer tlatoani mexica; Quetzalmoyohuatzin, madre del primer mexica libre; Atototzin, hija de Moctezuma que gobernó Tenochtitlán tras la muerte de su padre; e Ixcaxochitzin, hija de Moctezuma Xocoyotzin, esposa de Cuitláhuac en tiempos en que ni por asomo se hablaba de la reforma constitucional en materia de no nepotismo publicada en el Diario Oficial de la Federación el 1 de abril de 2025 que inicialmente entraría en vigor al día siguiente, pero que en la práctica quedó diferida hasta 2030. ¿Y el festejo del 2021 denominado “Más de siglos de historia”? Pues a los seiscientos noventa y seis años se conmemoraron los setecientos de la fundación de la Ciudad de México. Fue algo así como “un cáliz”. En esa fecha hubo triple celebración: dos siglos del México Independiente, los quinientos años de la Conquista y de paso, los setecientos de la fundación de la Gran Tenochtitlán. Nada extraordinario pues quién no ha ido a una fiesta de bautizo y de pronto, vemos que la hermanita más grande hizo su primera comunión y sus padres aprovecharon para casarse.
Así las cosas, en la capital mexicana donde por un lado se manifiestan contra la gentrificación, jóvenes que seguro desconocen nuestra historia, pero que exigen la entrada en vigor de la Ley de Moctezuma como se le conoce a la infección intestinal entre los extranjeros que llegan a México y, por otra parte, el reciente anuncio del gran festejo por el arribo de un pueblo migrante proveniente de nuestro Aztlán.