“Tócate para que no te toque”, es el mensaje contundente de Mirna Herrera Murillo, una sobreviviente de cáncer de mama que busca crear conciencia sobre la importancia de la detección oportuna. Fue en 2014 cuando Mirna descubrió una bolita en su pecho, pero las ocupaciones diarias, su trabajo y el cuidado de sus hijos hicieron que pospusiera la visita al médico. Un año después, durante un chequeo de rutina, comentó su hallazgo y recibió una noticia que nunca esperó escuchar. “Me mandó a hacerme un estudio y salió que tenía un tumor cancerígeno”, relató.
El diagnóstico, que describió como un balde de agua fría, marcó el inicio de un arduo proceso que duró un año e incluyó una mastectomía para retirar el seno por completo, seis sesiones de quimioterapia y 25 radioterapias. Herrera Murillo compartió la dificultad de aceptar su nueva realidad física y emocional. “Antes cuando no tenía el cáncer decía ‘yo quiero morir como una diva’, pero ya cuando me vi sin cabello, sin ceja, sin pestaña, dije ‘oh Dios, qué pasó’. Entonces una cosa es la que tu deseas y otra la que tú estás pasando”, expresó. Durante todo este camino, el apoyo incondicional de su familia fue su mejor medicina.
Hoy, tras un par de años de haber sido dada de alta y con revisiones constantes, Mirna asegura que el haber seguido su tratamiento al pie de la letra y mantener una buena alimentación fueron clave para que el cáncer no se expandiera. Con la fuerza de su experiencia, hace un llamado a no subestimar ninguna señal del cuerpo. “Vale más prevenir que lamentar, yo les digo a todos: hay que checarse (…) Quizá si yo detecto esa bolita y me dicen ‘pues nomás le vamos a quitar ese tumor’, pues hubiera sido otra cosa, pero pasó un año y dentro de ese año, pues ándele, se hizo tumor cancerígeno. No dejar a la ligera las cosas, en cuanto te toques una bolita, acudir al doctor”, concluyó.



