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Volantín | ¡Está de regreso! (Segunda parte)

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¿Cómo será la política de Trump con Israel y en Medio Oriente?

Al igual que con Ucrania, Trump ha prometido llevar la “paz” a Medio Oriente, dando a entender que pondría fin a la guerra entre Israel y Hamás en Gaza y a la guerra entre Israel y Hezbolá en Líbano, pero no ha dicho cómo.

Ha dicho en repetidas ocasiones que, si él hubiera estado en el poder en lugar de Joe Biden, Hamás no habría atacado a Israel debido a su política de “máxima presión” sobre Irán, que financia al grupo.

Durante su presidencia, Trump fue un abierto defensor de Israel y su gobierno de derecha.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, calificó a Trump de “mejor amigo que Israel ha tenido nunca en la Casa Blanca”.

En la Casa Blanca, Trump promulgó políticas fuertemente proisraelíes, declarando Jerusalén capital de Israel y trasladando allí la embajada estadounidense desde Tel Aviv.

Reviritó así décadas de política oficial estadounidense y, a la vez, la medida animó a la base cristiana evangélica de Trump, un grupo de votantes republicanos fundamental.

Estos movimientos -que Biden no ha deshecho-, fueron vistos por los palestinos como una toma de partido en la muy controvertida cuestión del estatus de Jerusalén.

El gobierno de Trump apoyó los asentamientos judíos en la Cisjordania ocupada, que la gran mayoría de la comunidad internacional considera ilegales según el derecho internacional, aunque Israel lo niega.

Los palestinos boicotearon a la administración Trump por el abandono de Washington de su reivindicación sobre Jerusalén.

Y quedaron aún más aislados cuando Trump medió en los llamados “Acuerdos de Abraham”, que supusieron un acuerdo histórico para normalizar las relaciones diplomáticas entre Israel y cuatro países de la Liga Árabe: Bahréin, los Emiratos Árabes Unidos, Sudán y Marruecos.

Lo hizo sin que Israel tuviera que aceptar un futuro Estado palestino independiente junto a él -la llamada solución de los dos Estados-, anteriormente una condición de los países árabes para un acuerdo regional de este tipo.

En su lugar, los países implicados obtuvieron acceso a armamento avanzado estadounidense a cambio de reconocer a Israel.

Los palestinos quedaron en uno de los puntos más aislados de su historia por la única potencia que realmente puede ejercer influencia sobre ambas partes en el conflicto, lo que erosionó aún más su capacidad de protegerse sobre el terreno.

Los críticos sostienen que su política tuvo un efecto desestabilizador en la región.

Sin embargo, algunos piensa que Trump albergarencor contra Benjamin Netanyahu desde las elecciones presidenciales estadounidenses de 2020, cuando el primer ministro israelí llamó para felicitar a Biden mientras Trump todavía estaba impugnando los resultados.

A raíz de los ataques del 7 de octubre de 2023, Trump dijo que Netanyahu “no estaba preparado” para un ataque de Hamás y calificó a Hezbolá, el grupo islamista militante en el Líbano, de “inteligente”, lo que desató la ira entre los republicanos partidarios de Israel.

Aunque Trump mantiene su énfasis en el historial de apoyo a Israel que tiene, ahora dice que el país debe “terminar lo que empezó” contra los militantes de Hamás en Gaza, pero “acabar con esto rápido” porque está “perdiendo la guerra de relaciones públicas”.

Los aliados de Trump han descrito a menudo su imprevisibilidad como una baza diplomática, pero en un Medio Oriente altamente disputado y volátil, en medio de una crisis que ya alcanza proporciones históricas, no está nada claro cómo se desenvolvería.

Trump tendrá que decidir cómo -o si- sacar adelante el estancado proceso diplomático lanzado por la administración Biden para conseguir un alto el fuego en Gaza a cambio de la liberación de los rehenes en manos de Hamás.

Le dijo a la revista Time que en una guerra entre Irán e Israel, “protegería a Israel”, pero no ha dado muchos detalles sobre sus planes para tratar con Irán.

Como presidente, sacó a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, aumentó las sanciones y autorizó un ataque que mató al comandante militar más poderoso de Irán, Qasem Soleimani.

¿Aumentará Trump la presión sobre China?

El acercamiento de Estados Unidos a China es su área de política exterior más importante desde el punto de vista estratégico, y la que tiene mayores implicaciones para la seguridad y el comercio mundiales.

Durante su mandato, Trump desencadenó una amarga guerra comercial con China.

Calificó a China de “competidor estratégico” e impuso aranceles a algunas importaciones chinas a Estados Unidos. Esto provocó que Pekín impusiera aranceles a las importaciones estadounidenses.

Sugirió que al llegar a la Casa Blanca pondrá aranceles de más del 60 % sobre ese país.

El año pasado también habló de “nuevas y agresivas restricciones” para “detener todas las futuras compras chinas” de infraestructura en Estados Unidos en sectores vitales como la energía y las telecomunicaciones.

Con las tensiones en aumento en el Mar de China Meridional y sobre Taiwán, algunos en su círculo quieren que la política de seguridad estadounidense se centre más en China.

Elbridge Colby, asesor del Departamento de Defensa durante la administración Trump, se ha convertido en una voz influyente en materia de seguridad en las filas republicanas y se prevé que ocupe un puesto en la administración Trump.

El intelectual conservador forma parte del grupo de republicanos que quieren que Washington haga de Beijing su principal prioridad en el exterior.

“No es que debamos simplemente darle la espalda a Ucrania, pero apoyarlos no debería ser una prioridad cuando China es una amenaza mucho mayor para los intereses estadounidenses que Rusia”, remarca Colby.

Añade que está seguro de que Trump “es muy consciente de eso”.

En el caso de Taiwán, país autónomo que se considera distinto de China continental, con su propia constitución y líderes elegidos democráticamente, pero al que China considera una provincia secesionista que acabará bajo el control de Pekín, EE.UU. ha mantenido la asistencia militar a Taiwán.

Históricamente, Estados Unidos ha sido deliberadamente poco claro sobre cómo reaccionaría si China invadiera Taiwán, aunque Biden ha sido el líder estadounidense más explícito hasta ahora al decir que Estados Unidos la defendería.

Trump se ha negado a decir qué haría. Sin embargo, provocó una queja de China después de su victoria electoral en 2016 al aceptar una llamada telefónica de felicitación del presidente de Taiwán, en lo que supuso una ruptura con la política estadounidense de décadas de no tener relaciones diplomáticas.

¿Qué pasa con el medio ambiente?

Como presidente, Trump retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París de 2015 sobre el cambio climático. Biden revirtió la decisión, pero el sitio web de la campaña de Trump dice que se retiraría de nuevo.

Promete “perforar, perforar, perforar” en busca de petróleo, con la promesa de energía más barata.

Su sitio web también dice que detendrá los “litigios frívolos” de los ambientalistas, pondrá fin a los subsidios para la energía eólica, reducirá los impuestos a los productores de petróleo, gas y carbón y revertirá las regulaciones sobre emisiones de vehículos introducidas por Biden.

Ningún otro candidato presidencial ha estado más alejado en materia climática en los últimos 30 años, dice el profesor David G. Victor, experto en cambio climático de la Universidad de California en San Diego.

También exautor principal del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU, el profesor Victor dice que una victoria de Trump sería “una catástrofe” para los objetivos climáticos existentes del gobierno estadounidense.

“Enajernaría a nuestros aliados… así que hay mucho pánico”, dice.

El doctor Simon Evans, editor adjunto del influyente sitio web sobre cambio climático Carbon Brief, señala que sería “muy improbable” que Estados Unidos cumpla sus compromisos climáticos internacionales con el regreso de Trump a la Casa Blanca.

Es coautor de un estudio que concluye que es probable que Estados Unidos también incumpla sus objetivos con el presidente Biden, pero por un margen menor.

Biden ha invertido una cifra histórica de US$300.000 millones en iniciativas de energía limpia y clima a través de su Ley de Reducción de la Inflación. Pero algunos activistas climáticos se oponen a las medidas que ha tomado para impulsar la producción de petróleo y gas, incluido el proyecto petrolero Willow en Alaska.

“Creo que Biden hizo prácticamente todo lo que pudo”, dice el profesor Victor.

“Ha hecho promesas audaces para reducir las emisiones que casi con certeza no cumpliremos. Pero no hay duda de que su administración ha hecho más en política climática que cualquier otra en la historia”.

*Con los análisis de Fernando Duarte del Servicio Mundial de la BBC y de Tom Bateman, corresponsal de la BBC en el Departamento de Estado, desde Washington DC.

Opinión.salcosga23@gmail.com

@salvadorcosio1

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