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viernes, diciembre 19, 2025
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El vino no es culpable de nuestros desvaríos

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“Nos dividíamos en ebrios y sobrios, / inteligentes e idiotas, ebrios e inteligentes, / sobrios e idiotas…”

Efraín Huerta

I. Todo un universo lleno de simbolismos carga la descripción del milagro en Caná, en el que Jesús convierte el agua en vino (Juan 2:1-11). El Cantar de los Cantares está lleno de referencias al vino, donde se le relaciona con la vida y el amor.

Un día tuve una larga conversación sobre poesía inglesa con mi admirado Guillermo Ibáñez López. Tras varias tazas de café, don GIL sacó de una de las rendijas de uno de sus bolsos, me obsequió un ejemplar del Rubaiyat de Omar Khayyam. Lo leí y lo sigo leyendo. Ahí se hacen referencias al vino y al amor, más al vino que al amor.

De paso conviene mencionar a las referencias que del vino se hacen en el Carmina Burana. Una obra escrita, diría Carlos Montemayor por los goliardos: “que gustaban de entregarse, en su miseria errabunda, a la sensualidad y a la embriaguez, al canto de taberna”, nos dice el autor en una referencia introductoria. Una parte de esa embriagante obra fue musicalizada por Carl Orff. Conviene no perderse la lectura en cualquiera de sus traducciones –prefiero a Montemayor–  (y en latín, aunque no hablemos esa lengua), y resulta gratificante verla y escucharla. El vino en el Carmina Burana: “bebe el obispo y el decano, / bebe la monja, bebe el monje, / bebe la abuela, bebe la madre, / bebe ésta, bebe aquél, / beben cientos, beben mil”.

El vino está presente en toda la literatura, en cualquier idioma. En unos casos más que en otros, muy cierto. Del archivo mexicano extraigo apenas dos menciones que no se deben dejar escapar. De José Rubén Romero es “La vida inútil de Pito Pérez”, personaje concebido en los primeros años del México independiente (siglo XIX). El beodo filosofo fue recreado en películas como la de Manuel Medel (1957, con secuela de 1948), la de Germán Valdés “Tin Tan” y la de Ignacio López Tarso (1970).

En la literatura relativamente más cercana (¿y arcana?), antes de que la inteligencia fuera encadenada al lenguaje “políticamente correcto”, el vino seguía presente de manera festiva y crítica. Nos dice Efraín Huerta: “… porque todo en él era bendito como el mármol de La Piedad / y el agua de los lagos, el agua de los ríos y los ríos de alcohol bebidos a pleno pulmón, / así deben beber los poetas: Hasta lo infinito, hasta la negra noche y las agrias albas… ” (Responso por un poeta descuartizado).

Todo lo dicho parece una apología vil del alcoholismo. Así lo entenderán todos aquellos a los que les conviene leer de esa manera. No obstante, queda decir que ni el Antiguo Testamento ni el Nuevo Testamento hacen llamados a beber alcohol a raudales. El vino no tiene la culpa de nuestros errores y desvaríos.

II. Una cosa es el vino y otra el alcohol y otra más, el exceso (el alcoholismo). Para la Organización Mundial de la Salud, la OMS, el alcohol es una sustancia psicoactiva. La OMS agrupa el alcohol entre las sustancias psico-depresoras. A ese mismo grupo pertenecen los sedantes, que provocan diferentes reacciones en diferentes personas.

El alcohol es una sustancia psicoactiva. Para la OMS, “El alcohol es una sustancia tóxica y psicoactiva con propiedades que producen dependencia”. Una sustancia psicoactiva, para la OMS, es una droga, aunque de consumo legal en una buena parte de los países del mundo. Para la misma organización mundial, “Las drogas psicoactivas son sustancias que, cuando se ingieren o administran en el organismo, afectan los procesos mentales, por ejemplo, la percepción, la conciencia, la cognición o el estado de ánimo y las emociones”. Si te afecta la percepción, la conciencia, la cognición, el ánimo y las emociones, realmente no te deja nada para que gobiernes tu ser, a tu persona. El alcohol te convierte en barco al garete en mar tormentoso.

Los datos de la OMS nos describen un escenario terrible. Según ese organismo, en lenguaje propio, mata a unas dos millones seiscientos mil personas cada año. A la cifra se deben agregar las cifras de discapacidad y problemas serios de salud originadas por el consumo de alcohol. El consumo de alcohol contribuye a 2,6 millones de muertes anuales en todo el mundo, así como a la discapacidad y la mala salud de millones de personas. El consumo de alcohol lleva la carga del 4.7% de morbilidad en el mundo. ¿Qué es esa morbilidad?: se refiere a la cantidad relativa de personas que enferman en un país o en el mundo y generalmente en un año. A esos datos debe agregarse otro como el ausentismo laboral por causa del consumo de alcohol, que afecta no solamente a las empresas, sino a las familias misma.

No citaré cifras específicas ni por año ni por entidad federativa, de los costos humanos del consumo de alcohol. Creo que quienes hemos tenido contacto con amigos, con familiares o con nuestra propia realidad personal, podremos entender la dimensión de los problemas que origina el consumo de alcohol. Recurro aquí a una frase repetida mil veces: “Los que no saben tomar alcohol, son aquellos a los que el alcohol se bebe”. Cierto, no deje que el alcohol lo controle a usted, usted debe controlar al alcohol.

Hemos viso a personas que pierden el control, que pierden la dignidad y el decoro por el consumo de alcohol. Decir “no”, a quien nos invita a tomar alcohol, no es ofensa para nadie. Quien presiona o insta a otro para que beba alcohol, no es amigo ni parte de la familia. Usted no es parte de ningún personaje del vasto territorio de la imaginación.

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