Pasan las décadas y siempre se habla de la peor crisis en la historia del arbitraje mexicano.
No han faltado razones para hacer ese juicio. Hace 20 años, el presidente de los silbantes Edgardo Codesal difería del recién retirado Arturo Brizio con respecto a la existencia de tal atolladero, durante un programa de televisión en el que logré que ambos personajes tuvieran un careo.
Hoy miércoles, César Arturo Ramos, uno de los pocos garbanzos de a libra con que cuenta la baraja de nazarenos de nuestro país, tendrá la brillante oportunidad de representar dignamente al vituperado arbitraje nacional, en el partido semifinalista del Mundial de Catar entre Francia y Marruecos.
Para lograrlo, deberá despojarse de los vicios que arrastra y que son muy propios de la forma de arbitrar a la mexicana: el tijereteo de los partidos, la falta de personalidad, el dejarse intimidar y tardar siglos en las revisiones en el VAR, entre otros.
Categórico
La Selección de Argentina ganó con autoridad, categóricamente, a su similar de Croacia, que dejó de competir desde la marcación de un muy dudoso penalti en el primer tiempo, ejecutado impecablemente por Lionel Messi, que dio un partidazo.
El astro llevó de la mano a sus compañeros hacia la gran final de este domingo. En el periodo complementario se dio el lujo de driblar, cubrir el balón, cambiar el ritmo y destrozar la marca para convertirse en el autor intelectual del tercer gol sudamericano.
La única mancha es el señalamiento de la mencionada pena máxima. No creo que existiera. El equipo albiceleste tiene el suficiente futbol para no necesitar de marcaciones dudosas por parte de los árbitros en el Mundial catarí, que está a punto de llegar a su culminación.
