Por Salvador Cosío Gaona
Cada vez se torna más complejo el caso de la Ministra Yasmín Esquivel Mossa, quien tras comprobarse que comparte una tesis prácticamente idéntica con al menos una persona y que todo apunta a que habría sido ella quien plagió dicho trabajo, deberá mostrar pruebas de que fue a ella a quien le copiaron la tesis, y no solo cartas y comunicados para argumentar su presunta inocencia como lo ha venido haciendo. Esto, luego de que ya fue denunciada por el plagio de su tesis de Licenciatura en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
La denuncia fue presentada por Miguel Alonso Meza, consultor en litigio estratégico y derecho anticorrupción, quien aseguró que es necesario resolver sobre las acusaciones de plagio de la ministra a su trabajo de titulación.
Esta denuncia fue presentada en el órgano judicial de responsabilidades administrativas y, de acuerdo con el denunciante, el primero que debe resolver la procedencia de la denuncia es Arturo Zaldívar, presidente de la SCJN.
Así que este juicio podría ser el último que deberá resolver Zaldívar antes de retirarse de la presidencia de la más alta tribuna judicial en este país, y el cual podría marcar no solo su adiós en la SCJN sino que la forma en que delibere este proceso marcará toda su trayectoria. Así de importante el juicio.
De manera que esta inesperada denuncia y cómo se resuelva, será fundamental para las definiciones tanto de la permanencia de Esquivel como Ministra, su posibilidad de contender por la presidencia, y la impartición de justicia en nuestro país.
Ahora bien, hay que recordar que el pasado domingo, cinco días después de que Latinus y particularmente el académico Guillermo Sheridan exhibieran pruebas contundentes del plagio en que habría incurrido, Esquivel Mossa, publicó a través de redes sociales un comunicado en un desesperado intento de negar su infame acción.
En dicho posicionamiento afirma que los señalamientos de un supuesto plagio de su tesis de licenciatura forman parte de una campaña emprendida en su contra para influir en la próxima elección del presidente o presidenta de la SCJN. Niega “categórica y terminantemente” haber plagiado su tesis y afirma que fue al contrario: su tesis fue plagiada, por lo que presentó una denuncia. Además, considera que la acusación en su contra pretende influir en la opinión pública y en los ministros sobre la elección del próximo presidente de la SCJN, a efectuarse en enero, y confirma que contenderá por el cargo.
El cinismo en su máxima expresión. Pero hay más, porque desde el interior de la 4T y algunas plumas que les son afines, han comenzado a mostrar a quien parece ser el verdadero autor de la tesis, Edgar Ulises Báez, como un delincuente sobre quien pesan dos denuncias por acoso sexual y tiene dos actas de nacimiento, dicen.
En ese contexto, y teniendo antecedentes de cómo se suele echar mano de la maquinaria del Estado para presionar, coaccionar, intimidar o forzar situaciones y personas a fin de conseguir sus objetivos no es difícil adivinar lo que se viene.
Estoy en el bando de los que presuponemos que Baez podría aparecer en la escena de un momento a otro para admitir su culpabilidad y reconocer que fue él quien plagió la tesis que entregó en 1986 y que un año después Esquivel presentó con mismo contenido, estilo, referencias, y conclusiones idénticas, cambiando únicamente el título y ella sí escribiendo agradecimientos.
Todo ello enmarcado en un total surrealismo, siendo que Esquivel se tituló en septiembre de 1987 utilizando una tesis prácticamente idéntica en contenido que se aprobó en julio de 1986. Pero alega que su trabajo fue plagiado y no al revés, aunque todo apunte lo contrario.
El asunto no es menor, toda vez que habiendo ya determinado la Dirección General de Bibliotecas y Servicios Digitales de Información de la UNAM que existe alto nivel de coincidencias entre la tesis de la Ministra y la que plagió, en próximos días el Comité de Integridad Académica y Científica de la FES Aragón de la máxima casa de estudios habrá de realizar la determinación en estricto apego a los procedimientos establecidos en la normatividad universitaria.
Una vez que la primera etapa o la primera instancia revisora de la UNAM determinó las plenas coincidencias entre ambas tesis, la pregunta es ¿qué hará la instancia responsable? ¿Se plegará al deseo del emperador y le dará la razón a la ministra señalando que ella fue la plagiada y convertirán en acusado y sancionarán al plagiado?
El hedor a plagio, fraude, engaño, conflicto de interés, corrupción, y traición a la patria, enmarcan este caso de la ministra espuria, quien cuenta con la convalidación de la Maestra de tesis, que intentó fallidamente desviar la atención para hacer creer que la acusación en contra de su pupila es un acto de misoginia. Sin embargo, la maestra se encuentra en serios problemas, toda vez que ya han surgido más tesis con contenido parecido y todos ellos bajo su égida.
En defensa de Esquivel también ha salido el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien primero aceptó la existencia del plagio al torpemente intentar justificar que se trataba de un asunto menor “error de estudiante” y culpó más de dañar al país a quienes divulgaron la información.
Además, AMLO es íntimo amigo del esposo de la Ministra, el ingeniero José María Riobóo, su contratista favorito tanto en su administración como Regente de la Ciudad de México, como en la de Marcelo Ebrard. Los gobiernos de “izquierda” han favorecido con muchos millones de pesos en obras a la pareja Riobbó-Esquivel, y a cambio la ministra, impuesta por el propio Ejecutivo de la nación, ha votado a favor todos los grandes temas que le han instruido desde Palacio Nacional.
Lo procedente es que se le retiren los grados académicos; debería además dejar el cargo como Ministra, e inclusive podría enfrentar procesos judiciales y hasta terminar en la cárcel. Eso sería lo conducente de seguir un proceso apegado a Derecho, porque aunque Amlo la disculpe, la Constitución no.
El escándalo es mayúsculo, ya que también con apego a derecho, deberían quedar inválidas las sentencias en las que intervino la ministra Esquivel, quien ahora sabemos, ha resultado una distinguida y fiel integrante de la Cuarta Transformación, siendo que cumple a la perfección con la exigencia del presidente de 10 por ciento capacidad y 90 por ciento lealtad.
El asunto es que hasta el momento, Esquivel Mossa no ha presentado algún argumento que permita desvincularla del plagio, salvo publicaciones en redes sociales donde, con actitud envalentonada, muestra como pruebas tres cartas que respaldarían su trabajo y el vergonzante comunicado del que ya hablamos.
Hay que decir que el plagio no es un asunto nuevo en el gobierno de la 4T, baste recordar al polémico fiscal General de la República (FGR), Alejandro Gertz Manero, quien fue señalado de haber cometido plagio en al menos dos trabajos: sus libros de Guillermo Prieto y el que habla de Ignacio Allende. Pero con él no sucedió nada.
Ojalá esta vez sí se aplique la justicia y veamos caer a una Ministra espuria, porque con su proceder no solo a echado por la borda su honorabilidad, sino que además ha puesto en entredicho la probidad de la UNAM, de la SCJN, y de la legalidad en este país.
La pregunta es: ¿Los mexicanos van a permitir otro atraco más, este al máximo órgano de impartición de justicia en México? ¿Van a cerrar los ojos ante la evidente corrupción que el Ejecutivo insiste ya desapareció en su sexenio? Y lo más grave, ¿Permitirán que el presidente Andrés Manuel López Obrador se apropie en definitiva del Poder Judicial como ya lo hizo con el Legislativo?
Opinión.salcosga@hotmail.com
@salvadorcosio1