Por Salvador Cosío Gaona
“Silvio Berlusconi ha sido uno de los mayores genios políticos de las últimas décadas, si entendemos la política como el arte de hacer lo necesario para conseguir lo que se quiere, a cualquier precio y sin ningún escrúpulo. En este sentido era un animal político, con todas las connotaciones de la palabra animal. Era un depredador capaz de todo. Pero con un componente humano que lo hacía aún más efectivo y peligroso: era simpatiquísimo y con un sexto sentido para la empatía, el espectáculo y la lectura de las emociones…”, según describió El País al ex primer ministro italiano, fallecido el pasado lunes en Milán.
El eterno Silvio Berlusconi, -como ya lo señalé en la primera parte-, logró mantenerse en la política tras escándalos sexuales y acusaciones de corrupción, y finalmente murió a los 86 años. Como magnate de medios de comunicación, Berlusconi destacaba por su extravagante estilo de vida. Asumió el cargo de primer ministro por primera vez en 1994 y lideró cuatro gobiernos hasta 2011.
Dirigió el partido de centro-derecha Forza Italia, que se convirtió en una coalición bajo el mandato de la actual primera ministra italiana Giorgia Meloni después de las elecciones de septiembre, en las que fue elegido para el Senado, la Cámara Alta de Italia.
El rey del regreso a la política
La primera coalición de Berlusconi duró solo unos meses, en parte debido a las fricciones entre los diferentes partidos que la integraban y en parte debido a la acusación de Berlusconi por presunto fraude fiscal por parte de un tribunal de Milán.
Perdió las elecciones de 1996 a favor de la izquierda, pero su carrera política recién comenzaba.
En 2001, Berlusconi volvió a ser primer ministro, al frente de una nueva coalición conocida como Casa de las Libertades. El principal pilar de su campaña electoral fue la promesa de reformar la economía italiana, simplificar el sistema fiscal y aumentar las pensiones.
Pero las finanzas de Italia sufrían por un empeoramiento de la economía global, y Berlusconi no pudo cumplir sus promesas.
Perdió ante la izquierda en 2006, pero volvió a ganar en 2008.
Se mantuvo como un elemento fijo en la política italiana hasta 2011, que fue un año lleno de desafíos.
Los costos de endeudamiento de Italia se dispararon durante la crisis de la zona euro, que afectó a los países que utilizan la moneda común europea entre 2009 y 2016.
El primer ministro se vio obligado a dimitir tras perder su mayoría parlamentaria: había perdido el apoyo de muchos.
Ese mismo año, el Tribunal Constitucional anuló parte de la ley que le concedía a él y a otros ministros de alto rango inmunidad temporal.
Para finales de 2011, ya estaba fuera del poder.
En octubre de 2012 fue condenado a cuatro años de prisión por fraude fiscal e inhabilitado para ejercer cargos públicos. Berlusconi se declaró inocente y habló de un “golpe judicial”.
Pero para entonces, tenía más de 75 años y, en cambio, se le ordenó hacer servicio comunitario para pagar la condena.
Trabajaba cuatro horas a la semana con pacientes ancianos con demencia en una residencia católica cerca de Milán.
También se le prohibió ocupar un cargo público, una prohibición que duró varios años antes de su próximo regreso.
Fiestas bunga-bunga
Más allá de la política, Berlusconi fue noticia por su vida privada, que a menudo era muy pública.
El extravagante primer ministro no ocultaba su preferencia por mujeres mucho más jóvenes.
Su pareja más reciente, Marta Fascina, es más de 50 años menor que él.
Berlusconi también era conocido por usar trasplantes de cabello y someterse a cirugías plásticas para parecer más joven.
Conoció a su segunda esposa, Veronica Lario, después de que la viera actuar topless en una obra de teatro.
En varias oportunidades, Lario expresó su frustración públicamente por el comportamiento de su esposo con las mujeres jóvenes.
Le pidió el divorcio luego de que surgieran fotos de su esposo en la fiesta de cumpleaños número 18 de la modelo Noemí Letizia.
Pero su escándalo más destacado fueron las llamadas fiestas “bunga bunga” en su villa, a las que asistían coristas. Esta historia terminó en una condena por pagarle por sexo a una prostituta menor de edad.
Se supo que en 2010, Berlusconi, mientras era primer ministro, llamó por teléfono a una comisaría y pidió la liberación de Karima “Ruby” El Mahroug, de 17 años, apodada Ruby Heart-Stealer, que había sido detenida por robo.
Esta joven fue una de las invitadas de las fiestas “bunga bunga”.
Según medios italianos, el primer ministro había dicho que la niña era sobrina o nieta del presidente de Egipto y que estaba tratando de evitar un incidente diplomático.
Berlusconi fue declarado culpable de pagarle por sexo y abusar de su poder en 2013, pero ese fallo fue anulado al año siguiente.
El exmandatario siempre rechazó las afirmaciones de que había pagado a cualquier mujer por sexo, diciendo que hacerlo era “perder el placer de la conquista”. Pero también admitió que “no era un santo”.
Forza Italia una vez más
Acosado por problemas presupuestarios nacionales y envuelto en escándalos personales, al partido Pueblo de la Libertad de Berlusconi le fue mal en las elecciones locales de 2011, en las que perdió Milán, su ciudad natal y base de poder.
Pero siguió siendo popular, quedó a sólo un 1% de ganar las elecciones nacionales de 2013.
Finalmente, su partido se dividió y Berlusconi lo relanzó con su nombre original, Forza Italia.
Entre sus derrotas electorales y la prohibición de ejercer cargos públicos por su condena penal, muchos pensaron que su carrera política había terminado.
Pero Forza Italia ocupó el tercer lugar en las elecciones de 2018 con el nombre de Berlusconi adjunto a su marca, detrás del populista Movimiento 5 Estrellas y el socio electoral derechista de Forza Italia, la Liga.
Berlusconi prometió “apoyar lealmente” los esfuerzos del líder de la Liga, Matteo Salvini, por formar gobierno, pero la Liga decidió gobernar sin Forza Italia.
Una vez más, parecía que la carrera política de Berlusconi estaba llegando a su fin.
Pero en 2018, un tribunal dictaminó que podía, una vez más, presentarse a un cargo público, declarándolo “rehabilitado”.
La decisión llegó demasiado tarde para las elecciones de 2018, pero en 2019 el eterno ganador de votos anunció que se postulaba para el Parlamento Europeo.
Como principal candidato en las listas de su partido, ganó fácilmente un escaño europeo.
Tres años más tarde, estaba de regreso en el Parlamento italiano y su Forza Italia era un partido menor en la coalición de derecha de Giorgia Meloni.
Un ícono
Con su cabello oscuro peinado hacia atrás Berlusconi era reconocible al instante.
También se hizo famoso por su cuestionable sentido del humor después de una serie de errores de alto perfil.
En una ocasión, sugirió que un eurodiputado alemán habría sido un buen guardia de campo de concentración, y en otra, afirmó que Mussolini era en realidad un líder benigno.
Luego dijo que esas declaraciones eran bromas.
Pero también fue amigo de Vladimir Putin durante mucho tiempo y culpó a Ucrania por la invasión de Rusia cuando su propio gobierno apoyaba firmemente a Kyiv.
Probablemente era su participación en casi todos los aspectos de la vida italiana lo que más enfurecía a sus críticos, particularmente su imperio mediático que, según muchos, le daba una ventaja injusta en las elecciones.
Los muchos italianos que votaron por él sintieron que su éxito como magnate de los negocios era una prueba de sus capacidades y una razón por la que debería gobernar el país.
El mismo Berlusconi rechazó que mezclar negocios y política había sido más beneficioso para él, personalmente, que para Italia en su conjunto.
“Si al cuidar los intereses de todos, también cuido los míos, no se puede hablar de conflicto de interés”, afirmó.
The New York Times, dijo que “llevó el sexo y el glamour a la televisión italiana y luego aplicó la misma fórmula a la política, dominando el país y su cultura durante más de 20 años”.
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