Por José Luis Olimón Nolasco

La muerte de alguien deja tras de sí bienes, tangibles e intangibles, que es preciso procesar de acuerdo con su voluntad expresa, en caso de haber dejado un testamento o, de acuerdo con la interpretación que sus seres más cercanos den a esa voluntad, o bien, de acuerdo con la que puede ser su mejor destino.

En el caso de mi hermano Manuel —contra lo que podrían pensar quienes le conocieron y trataron personalmente— su tesoro y su legado se reducían, prácticamente, a los libros que habían llegado a conformar una biblioteca no solo de buen tamaño, sino con materiales relevantes en el ámbito de la historia y de las artes y a los escritos que produjo a lo largo de varias décadas y que quedaron plasmados en libros —de propia autoría o escritos en colaboración—, artículos para revistas diversas y, durante varios años para El Universal y El Financiero.

En la medida que el tema de los derechos de autor lo permitía, durante los años previos a su fallecimiento, la mayor parte de lo que escribió estuvo publicado en una página electrónica [olimon.org], misma que, al ser visitada muy poco, decidí cancelar y empezar a buscar la manera de que todo ese material pudiera seguir estando disponible para quien quisiera consultarlo.

Así, en un primer momento, entré en contacto con el Departamento de Historia de la Universidad Pontificia de México —de la que fue fundador y colaborador— para ver la posibilidad de que en su página electrónica se pudieran publicar esos materiales. La respuesta fue afirmativa, pero, de hecho, solo “subieron” una parte, bastante limitada, por cierto, de esos materiales.

Ante esa solución limitada, me di a la tarea de subir al servicio de almacenamiento Mega toda la información que había estado en la página electrónica y que había preparado para su publicación en la página de la UPM y ahí está todavía, con la posibilidad de “bajarla” y abrirla como una página electrónica cualquiera, a partir del archivo “index”.

Hace unos días, sin embargo, el P. Rafael Rentería, me dijo que había buscado la página electrónica de Manuel y no la había encontrado. Le dije que la había cancelado pero que toda la información estaba en Mega y comentamos acerca de la posibilidad de incorporarla como una sección en la página oficial de la Diócesis de Tepic.

El jueves pasado, el P. Rafael me envió un mensaje para decirme que ya están disponibles los escritos de mi hermano Manuel, en la siguiente dirección electrónica: http://diocesisdetepic.mx/biblioteca-digital-manuel-olimon-nolasco/ .

Obviamente, me di a la tarea de consultarla y me pareció importante compartir la información y la dirección en este espacio…

Es verdad que, quizás por el “peso electrónico” de los archivos, no se tiene acceso directo a los textos, salvo en algunos pocos casos, pero están, por decirlo así, “a un tiro de piedra” y ofrecen la posibilidad de “bajarlos” al dispositivo que se quiera si se desea.

Las secciones ahí referidas son las mismas que estaban en la página electrónica olimon.org. Solo faltan las publicaciones que siguen teniendo derechos de autor, como los cinco libros dedicados al conflicto religioso entre la Iglesia y el Estado, publicados por el Imdosoc, su Tesis doctoral, publicada por Editorial Porrúa y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y sus obras más recientes “Servidor Fiel” e “Historia de la Iglesia en México, desde la primera evangelización hasta nuestros días” —su “Opus Magnum et Postumum”—, ambos publicados por Editorial San Pablo.

A manera de sugerencias de lectura, dos: el controvertido libro “La búsqueda de Juan Diego”, cuya liberación de derechos permitió su digitalización y su incorporación a este acervo y “La Iglesia Católica en Nayarit”, un texto que formó parte de la “Enciclopedia Centenario de Nayarit” —cuya página electrónica tampoco está accesible ya— y que, se puede decir que es una microhistoria —por su tamaño [60 páginas] y por su circunscripción [la Diócesis de Tepic]— enmarcada no solo en la macrohistoria nacional y mundial, sino incluso en la geografía física, a la que dedica las primeras palabras.

En cuanto al tesoro de su biblioteca, teniendo como criterio el servicio que podría prestar, decidí que se legara a la Biblioteca de la Universidad Pontificia de México por las mayores posibilidades de servicio-consulta que ofrecía en relación, por ejemplo, con la Biblioteca del Seminario Diocesano de Tepic. Actualmente, sigue en proceso de clasificación en la UPM, una clasificación en la que se ha incluido la leyenda “Donación del P. Manuel Olimón Nolasco” y “OLIMON” antes de la clave clasificatoria.

Su tesoro y su legado de propia autoría, está accesibles, pues, a través de la página electrónica diocesana y su biblioteca física, abierta a la consulta, en la Biblioteca de la Universidad Pontificia de México y accesible a través del catálogo [a la fecha, están catalogados 1368 títulos]…

Lástima que su tesoro y su legado quedaron ya cerrados y que la sabiduría que había alcanzado en su interior, se extinguió para siempre, al menos, en y para este mundo hace ya casi cuatro años…

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