Por Ernesto Acero C.

Las tareas que tiene el Gobernador Navarro Quintero reclaman altura de miras y casi hasta de heroísmo. El encargo que le encomendaron los nayaritas, en las urnas, es claro. Se trata de un doble mandato: erradicar la lógica endogámica y de privilegios indebidos, así como democratizar la función pública.

De lo anterior deriva la estrategia y las decisiones que se han tomado en función de principios fundamentales que son guía de gobierno. Así, la austeridad, la racionalidad, la transparencia, se han convertido en principios fundamentales que guían el desempeño del gobierno que preside el Gobernador de Nayarit, Miguel Ángel Navarro Quintero. Parece sencillo de entender, pues se requiere puro sentido común para razonar dicho aserto. No obstante, el ejercicio del poder público suele confundir a más de uno.

La actual administración estatal es una promesa de cambios radicales. Lo anterior, porque durante más de cien años, el estado ha visto pasar a uno y a otro gobernante. Algunos han pasado sin pena ni gloria, mientras que otros han dejado huellas imborrables por la perversión con la que han ejercido el encargo.

En nuestro sistema democrático, un gobernante, un funcionario público, es el depositario de la confianza de la ciudadanía. El gobernante, en sentido estricto, es un empleado de la sociedad a la que representa. Mandatario es la persona en la que se deposita una responsabilidad pública. Mandante es el ciudadano que, mediante su voto, elige a sus representantes.

El mandatario, en el ejercicio de sus funciones, se sujeta a lo que dispone la Ley. Los servidores públicos eso son: me refiero a las personas que deben servir, siempre sujetos a lo que dispone la Constitución y las leyes que emanan de ella.

Los recursos del gobierno, ya sea financieros o humanos, deben ser utilizados para mejorar las condiciones de vida de todas las personas. Por eso, los recursos no deben ser utilizados, ni discrecionalmente ni de manera irracional, donde la opacidad no cabe de ninguna manera. En efecto, los recursos disponibles deben ser aplicados con racionalidad y con austeridad. Por eso, el Gobierno del Estado emitió un decreto mediante el que ordena y define reglas para operar las comisiones que cumplen los servidores públicos.

Austeridad y racionalidad han sido concebidas para que el Gobierno dé mejores resultados a la población. Esa es la razón por la que el Gobernador de Nayarit promovió ante la Soberanía Popular, la iniciativa que ya fue aprobada por el Congreso, la que ahora es Ley de Austeridad para el Estado de Nayarit.

Esa ley define el eje fundamental que orienta el ejercicio de los recursos públicos. La Ley define la austeridad como valor fundamental y principio orientador al que se deben sujetar los servidores públicos. El objetivo es lograr que los recursos disponibles se administren con racionalidad, eficacia, eficiencia, economía, transparencia, con honradez.

Mal hacen aquellos funcionarios que no se apegan a los principios fundamentales en el ejercicio del poder público. Es sabido por los nayaritas, por pura experiencia, que hay quienes han llegado al gobierno con las manos en las bolsas, y que han salido del gobierno con las bolsas en las manos.

Dicho de otra manera: hay quienes arriban al gobierno pensando en resolver los problemas de la economía. Pero no tratando de resolver los problemas de la economía del estado, sino le economía propia y la de sus familias. Esa forma de pensar y de actuar traiciona la confianza de los ciudadanos que asisten a las urnas con la esperanza de que al gobierno arriben personas que representan los diversos intereses (legítimos) del estado.

El Gobernador de Nayarit, Miguel Ángel Navarro, ha demostrado a lo largo de su trayectoria, que lo que lo mueve en sus acciones políticas, es la vocación de servicio y no los afanes por amasar fortunas indebidas. La política, ese concepto concebido por los griegos, es el ejercicio de una función pública para resolver los problemas de la “polis”, de lo que ahora denominamos sociedad en toda su manifestación plural. En ese sentido, el titular del Poder Ejecutivo en el estado, en esencia, es una figura política.

En ese orden de ideas, Navarro sabe que el estado requiere de personas en la función pública, que no sueñen con salir de sus problemas económicos personales, no mediante el ejercicio de las funciones públicas. Por eso es que promueve por todos los medios, un ejercicio racional, y sobre todo regido por la austeridad que es toda una filosofía del quehacer público.

Naturalmente, existen reacciones cuyo origen puede ubicarse en los nichos de intereses creados. Los intereses creados son aquellos que surgen del ejercicio indebido de las funciones públicas. El uso indebido es el que se realiza con la intención de resolver problemas personales sin que les importe un bledo los asuntos que están en la agenda de la sociedad nayarita.

¿Cuántas veces los nayaritas hemos visto la forma descomunal y desenfrenada en la que se enriquecen algunos que pasan, fugazmente, por la administración pública?

Cuando se afectan los intereses de quienes han construido modelos de prerrogativas personales o familiares, esos grupos reaccionan ferozmente. Pretenden engañar a las personas para convencerlas de embestir contra una autoridad que defiende los intereses de la sociedad y que cierra las puertas a los privilegios indebidos.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador ha llamado a realizar una limpia a fondo en el gobierno. Lo mismo ocurre con el Gobernador de Nayarit, Navarro Quintero. Las intenciones se alinean, las políticas públicas se armonizan. En el país y en el estado, los saqueadores, los anti-políticos, han reaccionado furiosamente en defensa de sus inmorales privilegios.

Los intereses creados se han enquistado y no será sencillo desterrarlos. En algunas ocasiones le apuestan al “gatopardismo” de Lampedusa, a “cambiar”… para que todo siga igual y en su favor. No obstante, los cambios prometidos no deben seguir posponiendo la fundación de una sociedad que erradique la lógica de los privilegios, la lógica endogámica que tanto daño ha hecho al tejido social al hacer que cunda el mal ejemplo.

No es tarea sencilla la que tiene Navarro Quintero. Su compromiso solamente se puede comparar con la tarea encomendada a Heracles, la limpia de los establos de Augías. El atascadero en el que los emisarios del pasado metieron al estado, requiere una limpia profunda.

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