Por Manuel Salinas Solís

Así se llama la última obra publicada por el doctor en Historia Pedro López González, la cual recomiendo ampliamente para todo el que se interese en saber de qué  modo nuestro hoy Estado, en este caso especialmente San Blas y sus habitantes de todas las épocas, han estado unidos y no pocas veces han sido protagonistas de la suerte y el destino de nuestro país.  La edición patrocinada por nuestra Universidad con motivo de su cincuentenario no tuvo, dado los sofocos presupuestales por los que atraviesa, el tiraje deseado para un trabajo tan importante. Esa circunstancia  hace que se agradezca aún más, tanto al patrocinador como al autor mismo, quien en buena medida se dio por satisfecho con la sola publicación de su trabajo.  Ya vendrá otro tiempo en que pueda publicarse una segunda edición que satisfaga la avidez de futuros lectores.

Muchas lecciones se obtienen de esta obra, espléndidamente editada por cierto. En mi caso distingo la liga indisoluble de la historia y la política o de esta con aquella, como usted lo prefiera. Lo digo porque como se verá, una decisión política tomada por la España colonial, va a tener  repercusiones directas en el destino de esta tierra otrora parte  del Virreinato de la Nueva España. Al comenzar el reinado de los Borbones en el comienzo de los 1700 y al término de la dinastía de los Habsburgo, España agotada por las guerras vivió momentos difíciles, con una serie de conflictos políticos internos y unas finanzas quebradas, lo que obligó a Felipe V el nuevo rey, a dar un fuerte apretón de tuercas mediante reformas que se tradujeron en nuevas y más pesadas cargas fiscales, un mayor control de la economía novohispana y la necesidad de fortalecer las milicias peninsulares para guarecerse de las ambiciones imperialistas de ingleses, franceses y hasta rusos que le querían meter el diente a los dominios españoles.

Eso explica porque el rey ordenó la localización de un punto en el Pacífico novohispano que asegurara su dominio tanto en estas tierras como las localizadas al norte hasta lo que hoy es California y más arriba Alaska con asentamientos rusos “que suponían un peligro para la región del Pacífico” amén de las actividades peleteras de la isla de Kamchatka y las Aleutianas “cuyos movimientos parecían esbozar una estrategia que la Corona no podía ver sin recelo”. El anhelado punto lo localizó el Visitador José Galvez apoyado por el Virrey Francisco Javier de Croix  en San Blas. Allí dispusieron el establecimiento de una base naval militar que sería el punto de arranque del importante papel que con el tiempo tendría en lo militar, lo económico y comercial tanto hacia el oriente asiático, como en la política fundacional de misiones evangelizadoras en el norte californiano y por supuesto en el definitivo empujón que necesitaba el desarrollo de lo que hoy es nuestra tierra. Curioso dato revela nuestro escritor -y aquí la política aparece de nuevo- la llegada de los borbones al trono español determinó una clara marginación de las elites nobiliarias en los puestos de gobierno y en su lugar una suerte de militarización sobre todo en los mandos novohispanos, particularmente en el caso de los puertos. En otras palabras los puertos novohispanos quedaron prácticamente en manos del ejército y la marina.

El peruano Juan Francisco de la Bodega y Cuadra es entre otros muchos personajes, pieza fundamental de la historia de San Blas y por ende de la Nueva España toda. Su interesantísimo diario de viaje es escudriñado con gran celo por Pedro López González, aportando “episodios íntimos … no siempre accesibles tratándose de funcionarios de la administración colonial” escribe Virginia González Claverán, prologuista de la obra.

En efecto el historiador nayarita nos relata valiosos pormenores de los viajes que a partir de San Blas y sus astilleros emprendió de la Bodega y Cuadra y la repercusión que tuvieron en la nueva geografía de esta parte del Pacifico y sus rutas marítimo comerciales  tanto al norte como al sur del continente.

Al tercero de esos viajes históricos de Bodega y Cuadra realizado en 1792 partiendo de nuestro actual puerto nayarita  se le conoce como “Expedición de Límites” y tuvo como “triste cometido” establecer junto a “su par inglés” George Vancouver, el fin de las aspiraciones españolas por poseer tierras más al norte de la isla de Nutka. Debiera hoy Vancouver llamarse “isla de Vancouver-Bodega, pero los ingleses abusivos le borraron del mapa”.

Vale la pena por lo que aquí se ha dicho y por lo que descubrirán directamente  sus lectores, allegarse este nuevo libro del escritor nayarita el doctor Pedro López González. En la historia que en ella narra, se fundamenta con actuales y suficientes razones la viabilidad y la lógica política del proyecto que enarbola el gobernador Navarro: Puerto Nayarit ….

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