La expulsión a Carlos Rotondi del Cruz Azul confirmó el poco criterio de los integrantes del VAR y su pobre idea de la mecánica de movimientos de un deporte como el futbol.
En el partido del fin de semana pasado contra el Atlas, correspondiente a la jornada 3 del torneo liguero, el atacante argentino realizó un disparo y con la inercia natural de la maniobra su pie golpeó involuntariamente a un defensa rojinegro. El árbitro Oscar Macías, que en un principio no había sacado la tarjeta roja, terminó mostrándola, convencido por los ineptos “varistas”. Se nota que éstos nunca jugaron futbol.
Menos mal que la Comisión Disciplinaria no le dio la vuelta a la rotonda y le quitó la roja a Rotondi. Asimismo, Armando Archundia, el flamante presidente de la Comisión de Arbitraje, reconoció que se trató de un error.
Asunto zanjado, pero queda la incertidumbre sobre las sorpresas que nos seguirá deparando el mal uso de la herramienta del video arbitraje en el futbol mexicano. Por lo pronto, debería prohibirse utilizar la cámara lenta para analizar acciones dudosas, pues claramente distorsiona la realidad y altera la velocidad normal de las jugadas.
Candidato
Jaime Ordiales reúne cualidades para convertirse en el nuevo director deportivo de la Federación Mexicana de Futbol, encargado de la Selección Nacional en el próximo Campeonato Mundial de Catar.
Es un hombre serio, profesional, con mucho camino recorrido. Valiente ante una dura enfermedad, su carácter se ha fortalecido con el paso de los años. Ocupará el lugar que dejó vacante Gerardo Torrado tras ser despedido por los recientes fracasos de la selección de menores y la femenil.
Hay poco tiempo para acreditarlo ante la FIFA. Su labor debe iniciar cuanto antes para atender y opinar sobre distintos rubros: la disciplina en el Tri, la ausencia de las convocatorias de Javier Hernández, el alejamiento del entrenador en pleno torneo (por mucho que tenga definida su lista), la presencia de naturalizados en el conjunto verdiblanco y en fin, toda la logística que atañe a la participación mundialista.
Pérdida
El legendario matador Miguel Ortas falleció a los 93 años de edad. Nació en Jaén pero a los pocos días fue registrado en Madrid.
En una ganadería a la que llegó como “paracaidista”, Luis Miguel Dominguín le dio “las tres” y Ortas aprovechó la oportunidad que significó su despegue.
Recibió la alternativa de manos de Domingo Ortega en Linares en 1953. Fue la última que concedió “El Diamante de Borox”. Confirmó el doctorado en la Plaza México en abril de 1961.
Creativo, inventó suertes de muleta que luego popularizaron famosos toreros: la pedresina, la dosantina, la bernadina, la ortina y la trebolera de rodillas. “La ortina salió de pura suerte, hacerla fue como el burro que tocó la flauta”, platicaba, jocoso, el diestro que se naturalizó mexicano.
Pasó gran parte de su vida en México, donde desparramó salero e impulsó a varios novilleros en su cortijo de Naucalpan, entre ellos su heredero, Miguel Ortas “Miguelete”. Toreó a caballo bajo el seudónimo de “El Llanero Audaz”, utilizando un antifaz negro, dando un toque de misterio a su apariencia en los ruedos.
Bohemio, romántico, poeta, bailaor y empresario, era inconfundible con su nariz prominente, su andar de torero, su sombrero de ala estrecha y su paliacate al cuello. Se mantuvo lúcido hasta el final, platicando con enorme simpatía sobre toros, la pasión de su vida.
