La cotización cero es canto de un ave de mal agüero. Me explico: en las localidades rurales cierta ave canora eriza la piel de los nativos, porque saben que una desgracia está por ocurrir, una muerte, por enfermedad o violencia. Similar, cuando las empresas se niegan a entregar cotizaciones, algo grave viene en la economía. Un impresor local tuvo el mejor pedido de su vida y no encuentra quién le cotice. Se trata de imprimir seis títulos con tirajes variables que suman un millón de unidades. La inflación en las artes gráficas está desbordada y al amanecer hay un precio; otro al atardecer. Producir puede llevarlos a la quiebra. Por desgracia, las aves de mal agüero abundan. Una mujer ha ahorrado siete años para ampliar unos metros su pequeña vivienda; nadie le cotiza.