Alberto tiene 54 años de edad, desde hace tres le diagnosticaron diabetes mellitus; esta enfermedad cambió su estilo de vida radicalmente, dieta sobre todo, pero también le ha traído un gran temor por la muerte.
De carácter fuerte, siempre alegre y optimista, Alberto quiere seguir viviendo para su esposa, sus dos hijos pequeños y la mayor que hace apenas hace once meses contrajo matrimonio: “Sí tengo miedo a morir, te digo que el miedo aparece en la mente sin que lo invoques, pero una vez que despierto hago oración, me levanto y agradezco a Dios por permitirme un día más de vida y por darme la dicha de abrazar a mi esposa, abrazar a mis dos hijos y a mi hija la mayor cuando viene de visita a casa, si Dios quiere próximamente podré tener entre mis brazos a mi primer nieto; ellos son mi motivo para seguir adelante”, dice con emoción Alberto Gutiérrez.
La enfermedad le provoca también un tipo de ansiedad: “En las noches, antes de dormir, me pongo a pensar qué pasaría si mientras duermo me da un paro cardiaco o que se me suba o me baje el azúcar y mi esposa y mis hijos dormidos, qué harían ellos en caso de que en la madrugada yo entrará en crisis diabética, mi temor es morir mientras duermo”, son sus momentos más angustiantes, revela.
Recuerda con nitidez aquellos primeros síntomas de la diabetes mellitus; la disminución de peso uno de ellos: “Empecé a enflacar sin hacer dietas, pero también me daba mucha sed y orinaba muchas veces, a todas horas, pero además no podía hacer mucho esfuerzo porque caminaba una o dos cuadras y me sentía cansado, me agotaba muy rápido y tenía mucha dificultad para caminar porque sentía mi cuerpo entumecido”.
Luego, sus sospechas fueron confirmadas por los profesionales de la salud: “Cuando fui a ver al médico y le platiqué mis síntomas, el doctor me mandó realizar unos estudios de sangre y de orina y resulta que salí con más de 400 de azúcar en la sangre, por eso me recetaron unas pastillas y con ellas me empecé a sentir mejor, gracias a Dios todavía no me aplicó la insulina, pero me cuido mucho, no consumo azúcares, no consumo harinas, no consumo carne de puerco ni agua fresca endulzada, me duermo temprano, hago ejercicio y camino alrededor de siete kilómetros diarios”.
Alberto, de apenas 54 años, lidia con la diabetes desde hace 36 meses, dice al final del encuentro que seguirá cuidándose, que espera vivir muchos años, para sus hijos y los nietos que vendrán.