“La inactividad física es un grave problema de salud pública al que se atribuyen cinco millones de muertes al año a nivel mundial, similar al número de decesos que ocasiona el tabaquismo”, afirmó la profesora asociada de Actividad Física y Salud Pública en el Departamento de Kinesiología y Educación para la Salud de la Universidad de Texas en Austin, Deborah Salvo.
Al participar en el seminario “Actividad física desde un enfoque colectivo y sostenible”, organizado por el Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (CINyS-INSP), destacó que desde 2012 la inactividad física es considerada una pandemia por sus niveles de afectación a nivel mundial.
Mencionó que este problema de salud sólo ha sido estudiado como un elemento para la prevención de la obesidad y de enfermedades crónicas; sin embargo, se debe comenzar a revisar la contribución de la actividad física en otros aspectos de la salud de las sociedades y del planeta.
Indicó que la Sociedad Internacional de Actividad Física y Salud identificó siete estrategias denominadas “las mejores inversiones” para incrementar los niveles de actividad física en la población: programas escolares integrales; sistemas de transporte activo en las ciudades; diseños urbanos amigables para la actividad física; educación en salud mediante campañas masivas de comunicación; promoción de la actividad física a través de sistemas de salud; programas comunitarios, y programas de deporte para todas y todos.
Advirtió que este tipo de estrategias funciona cuando se implementan a escala; es decir, con modificaciones en toda una ciudad incluyendo sus políticas, “sólo así se va a lograr un cambio poblacional que solucione la pandemia de la inactividad física”, subrayó.
La investigadora enfatizó que el trabajo de las y los científicos en este campo debe enfocarse en los beneficios para la salud individual, colectiva y para el planeta. Asimismo, la combinación de todas las estrategias de promoción de actividad física abonará al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.
Resultados del artículo “Promoción de la actividad física y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas: construcción de sinergias para maximizar el impacto” muestran que la promoción a escala de la actividad física puede beneficiar hasta 15 ODS, siendo claves los de salud y bienestar; industria, innovación e infraestructura; ciudades y comunidades sostenibles; acción climática; equidad de género y reducción de desigualdades económicas.
El profesor senior de la Escuela de Salud y Sociedad y Comienzo Temprano de la Universidad de Wollongong (Australia), Anthony Okely, habló sobre el nuevo paradigma de la relación entre los comportamientos del movimiento como la actividad física, el sedentarismo y sueño, y su efecto en el desarrollo saludable de niñas y niños de preescolar. En un periodo de 24 horas estos comportamientos se relacionan; sin embargo, una niña puede ser físicamente activa, pero no tener suficiente sueño de calidad o viceversa.
Resaltó la importancia de obtener información sobre la actividad física, el comportamiento sedentario y el sueño de niñas y niños menores de cinco años en países de ingresos bajo y medio, debido a que la evidencia en este campo proviene de naciones de ingreso alto, donde vive la menor proporción de la población menor de cinco años.
En el seminario, el profesor asistente en el Departamento de Educación Física, Deportes y Recreación de la Universidad de la Frontera en Chile, Nicolás Aguilar Farías, indicó que la evidencia científica sobre las mejores prácticas para promover actividad física puede tomar hasta 17 años para instalarse como una política pública.
En la ponencia: “Ciudades para niños y niñas adolescentes: Retos y oportunidades para lograr entornos saludables”, el investigador señaló que en Latinoamérica y en las poblaciones latinas que viven en Estados Unidos, son necesarias las soluciones sistemáticas de prevención de la obesidad infantil, ya que durante la pandemia aumentó el consumo de alimentos poco nutritivos y el tiempo frente a pantalla y disminuyó la actividad física y el sueño; en consecuencia, incrementó el sobrepeso.
Indicó que la construcción de entornos saludables requiere la participación de la sociedad; atender las necesidades de las y los jóvenes con bienes básicos; aprender y contar con un sentido positivo de cultura e identidad, participación de la comunidad, colaboración, inclusión, diversidad, equidad, justicia social, racial y ambiental.
Dijo que es indispensable promover la actividad física en el entorno escolar, con clases activas durante el recreo y el almuerzo para favorecer el clima escolar, el bienestar físico y mental y la condición física de estudiantes.