Por Oscar González Bonilla
Motivos para suicidarse son en cantidad, y muy variables. No es lineal el parámetro, aunque hay quienes colocan a la depresión como causa principal, pero no es así.
La doctora en Psicología, Norma Liliana Jiménez Agraz, expone causas como problemas familiares, enfermedades crónicas, noticias fatales: cáncer de mama, próstata o abrasivo.
Pero no deja de lado que papel importante para quitarse voluntariamente la vida son también, entre otros, la depresión, la ingesta de alcohol y la adicción a drogas. Mezcladas estas últimas forman un coctel fatal.
“Son muchos los factores que hay detrás de un suicidio”, expresa la doctora Jiménez Agraz. Y agrega: trastornos de la personalidad, en los adolescentes mucho se presenta baja tolerancia a la frustración, necesidad de gratificación inmediata, hijos de padres divorciados y de familias desintegradas, o hijos de familias disfuncionales donde el papá y la mamá son agresivos, mucho descuido y abandono emocional y psicológico.
Pero cómo evaluar esa larga lista de motivos que intervienen para tomar la decisión de quitarse la vida, se ha desarrollado ustedes científica, porque no siempre la persona deja recado póstumo, pregunta ingenuo el reportero de la gente.
“Son muy pocos los que dejan carta donde explican el por qué. Realmente el que deja una carta es aquel suicida que planea perfectamente cada uno de los pasos que dará. El suicida que no dio señales o que no lo planeó, pues no nos deja carta”, sostiene.
La doctora Jiménez Agraz trae a la mente el recuerdo del suicidio, muy comentado en su tiempo, del reconocido tepiqueño maestro de música Luis Alberto Ulloa Lucachín, quien impartió enseñanzas tanto en la Universidad Autónoma de Nayarit como el Instituto Mexicano del Seguro Social:
“Fue tan premeditada la decisión de arrancarse la vida que liquidó sus respectivos gastos funerarios, trepó a un taxi para trasladarse a un hotel y rentar un cuarto. En la soledad del mismo tomó la determinación fatal”.
La doctora Norma Liliana sobre las causas del suicidio señala que han acumulado datos y experiencias vertidas por los pacientes que acuden al consejo del especialista por ideación, planeación o intento suicidas.
“Mas hemos descubierto en los adolescentes menores de 18 años que el deseo de suicidarse proviene de problemas familiares y educación. Sobre este último tema nos referimos a papás inmersos en el trabajo para darles todo lo material, pero olvidan lo más importante que es la educación, la atención y la escucha”, refiere la especialista.
En el adulto joven, agrega, específicamente de los 25 a los 40 años, como los más graves se presentan problemas de pareja y psicológicos, mientras que los adultos mayores registran la sensación de ser inservibles. Los senectos el sentimiento de abandono por parte de sus familiares. “Todos ellos llegan arrastrando una historia de vida que hace crisis, momento en que deciden terminar con su dolor emocional quitándose la existencia”.
En la actualidad está casi a la par, soltó cuando se le preguntó si el suicidio es más frecuente en hombres o en mujeres. Regularmente quien lo intenta más es la mujer, agregó, pero por los métodos que utiliza para quitarse la vida no son efectivos. En contraparte el hombre se vale de métodos letales, como son el ahorcamiento o el arma de fuego, pero hoy en día también las mujeres echan mano de esos procedimientos, aunque el registro es de 10 a 9, con escaso margen dominan los varones, por tanto, la cifra no es tan dispar.
Con base en estadísticas el suicidio se presenta en edades que fluctúan entre los 25 y 35 años, en plenitud de la edad reproductiva. “Es la edad de adultez temprana, donde están por definir el rumbo que tomará su vida. Tanto los absorben los problemas que deciden suicidarse”.
Quien se acredita intentos de suicidio, es una persona a que a gritos pide auxilio, ayuda, comenta la Psicóloga. Pero si no logra el apoyo de la familia, o red de apoyo, o la atención médica psiquiátrica y psicológica, lógico es que lo intentará una y otra vez hasta lograrlo.
La doctora Norma Liliana Jiménez Agraz considera que el problema pudiera agravarse, porque en las familias ya no existe la comunicación de antes, “no sacamos nuestras emociones, nuestros sentimientos”, hoy predomina la atención en el teléfono celular y las redes sociales.