Niño, era el mensajero entre los comunistas. Les notificaba fecha, hora y lugar de las reuniones clandestinas. Su trabajo le fue reconocido el 15 de septiembre de 1952 al integrarlo formalmente como militante del Partido Comunista Mexicano.
Setenta años después, Blas Zamudio Vidal (Tepic, 1936) quiere recordar a los comunistas auténticos, compañeros suyos, todos fallecidos. “Sólo quedo yo”, dice, la nostalgia en los ojos. Quiere recordarlos, donde estén. “¿Dónde están?”, le pregunto. Responde su índice, apuntando al pecho. Para un materialista no hay otra vida, sólo la terrenal, y no hay otro paraíso más que al que aspira el comunismo. “Ni una misa gregoriana nos regresa a los nuestros cuando parten. Si el padrecito Stalin volviera, mil misas gregorianas le celebrábamos”, me dice.
Profesor jubilado de educación básica, Blas Zamudio sigue tan comunista y radical como hace 70 años, aunque el Partido Comunista Mexicano haya dejado de existir formalmente hasta su fusión con otras organizaciones de izquierda cuatro décadas atrás, en 1981. Y celebra cada año su fundación en 1919, en pequeñas reuniones, conferencias, charlas con otros militantes.
Por su militancia y trabajo partidista estuvo preso cinco veces, en Tepic, en Lecumberri, en el campo de aviación de Zapopan, en el cuartel Colorado de Guadalajara. Para festejar sus 70 años de formal membresía comunista, lejana la clandestinidad, nos reunimos a la vista de todos: en el bar del Hotel Fray Junípero, en pleno centro de Tepic.
Tres y 100. No más. Tres comunistas puros en Nayarit y 100 en todo el país, reconoce y lo lamenta. Da nombres: Teresa Ramírez Montes, Máximo León Garza, Filiberto Sepúlveda, en Nayarit. En México: Ermilio Abreu, Filomeno Mata hijo, Juan Manuel Gómez Gutiérrez, Juan Pablo Sáenz y el maestro Othón Salazar Ramírez.
Entre los militares, recuerda al general de división Celestino Gasca, quien lo invitó a levantarse en armas. Y a aquel otro militar al que le pudo arrebatar su arma reglamentaria, en Guadalajara, para sorpresa de todos.
En Nayarit sufrieron a la cárcel quienes simpatizaban o colaboraban con la lucha ferrocarrilera: el profesor Enrique Hernández Zavalza y Francisco Alegría y Maurilio Gutiérrez y Severiano Ocegueda, a quienes recuerda.
A muchos les gustaba autodefinirse como comunistas y socialistas, porque eso les adornaba. A los comunistas la prensa los adornaba como los terribles que comían tacos de sesos de niños y otras situaciones extremas.
En la lucha electoral los comunistas tuvieron esperanzas. Aquí en Nayarit con la candidatura a diputado de El Prieto Crispín, en los 50. Asegura que hubo un triunfo moral.
En una ocasión el presidente Gustavo Díaz Ordaz lo quiso saludar y Blas Zamudio le dijo “carcelero, libere a los presos políticos”. Se soltó la golpiza y pudo escapar con el apoyo de compañeros que facilitaron su escape a Mazatlán.
A Luis Echeverría Álvarez lo conoció en la cárcel, cuando Blas estuvo preso en Guadalajara al lado de Guadalupe Zuno. Echeverría fue a visitar al cuñado, acompañado de su esposa María Esther Zuno.
También conoció a Carlos Salinas de Gortari, que en su juventud tuvo un grupo que se llamaba Línea de Masas, que hizo un buen trabajo porque sus cabezas, “hijos de papi”, tenían abiertas las dependencias para gestionar recursos. A él y a sus compañeros los alojó en su casa de La Peñita, en el municipio de Compostela. Y en su casa de Tepic, en el piso durmieron otros políticos, como Valentín Campa. “No había para el hotel.”
Con José López Portillo tuvo un encuentro oficial y cordial en Palacio de Gobierno de Nayarit. Él presidente y el Partido Comunista Mexicano con registro formal. Pudo gestionar que el Ayuntamiento no cobrara a colonos cuotas para mejoras en las calles México y Victoria.
Admite los limitados avances del socialismo hecho gobierno, si acaso en libertades democráticas, pero no en lo económico, que sigue dominando Estados Unidos. Pero su esperanza es inquebrantable: el paraíso en la tierra sólo es posible con el comunismo, con la abolición de la lucha de clases, conforme la teoría marxista y los postulados del “padrecito Stalin”.
Blas Zamudio vive en la colonia Mololoa y se sostiene con su jubilación de maestro. No tiene lujos pero tampoco vive con tres cambios de ropa, come ligero pero ocasionalmente se da sus gustos alimentarios.
Es hijo de ferrocarrilero, hermano de ferrocarrilero, él mismo lo fue y luchó con su clase hasta que fue expulsado de la compañía. Se crió en la zona ferrocarrilera de la ciudad. Cuidó a su longeva madre Guadalupe, en la calle Prisciliano Sánchez, lúcida hasta su último día, liberal a toda prueba. De su padre Benito Zamudio recuerda la solidaridad, a veces económica con sus amigos comunistas.
El ambiente patrio en las calles, concluimos la charla, satisfecho él por honrar la memoria de sus compañeros comunistas.
Recuerdo al profesor Blas, niño yo, los 15 de septiembre en el café Diligencias, cercana la media noche. Al momento de escuchar las notas del Himno Nacional él se incorporaba, y en posición de firmes honraba a la patria, comunista puro, patriota estricto, profesor recto.
No sé si sea hoy el único en Tepic o en el mundo, pero sigue teniendo fe ciega en el comunismo, a pesar de todo.
Nos despedimos, con la promesa de encontrarnos de nuevo en un año para celebrar su aniversario 71 de militancia en el Partido Comunista Mexicano, que para él sigue tan vivo como desde 1919. “En el 81 el PCM les prestó el registro a partidos y organizaciones de izquierda. De entonces a la fecha hemos llevado a cabo tres congresos del partido, y está por celebrarse el vigésimo cuarto. El registro es nuestro, podemos solicitarlo de regreso.”
Grandes comunistas como Hugo Flores Hernandez, y Francisco Cruz Angulo, en el “cielo” del recuerdo, compañeros!