Durante décadas, el periodismo deportivo mexicano ha sido copado por hombres, con mínima y casi anecdótica cabida para las mujeres.
Recuerdo que Cristina Rubiales daba las notas de deportes en los inicios del noticiero 24 Horas. En los primeros años setenta, la hija de Paco Malgesto se plantaba frente a la cámara y representaba un respiro para los espectadores en medio de tanta información de política.
Con el correr del tiempo han surgido relevantes ejemplos de magníficas reporteras en las fuentes deportiva y taurina, féminas competentes y competitivas con la pluma y la palabra hablada.
Y aunque algunos piensan que en 1988 relevé directamente a Fernando Schwartz en la conducción de la sección deportiva del célebre programa conducido por Jacobo Zabludovsky, en realidad hubo tres mujeres que me antecedieron: Ana Sylvia Flamand, la clavadista olímpica Elsa Tenorio y Mara Montero.
Por desgracia, los productores de programas deportivos de las últimas décadas han priorizado el atractivo visual por encima de un elemental manejo periodístico y el conocimiento de la entraña deportiva, como si inconscientemente quisieran crear una extensión del programa ochentero “No Empujen” de Raúl Astor, donde el televidente prestaba más atención a las curvas que a los parlamentos. Dichos productores las contratan por su rostro y formas. Es una manera evidente de menospreciarlas. No las valoran.
La aberrante sexualización de la mujer prevalece en nuestros días y aunque ha crecido notablemente el atinado concepto de la equidad de género y ocasionalmente escucho a algunas de ellas comentando partidos de futbol con facilidad de palabra y una clara idea del juego, entre el machismo todavía imperante y el hecho de que las comentaristas avezadas del mal llamado “sexo débil” tampoco se dan por racimos, los espacios para ellas siguen siendo relativamente escasos.
Los consorcios televisivos dan foro a mujeres guapas que dan noticias deportivas pero en la mayoría de los casos éstas no se convierten en referentes de opinión y deben sus miles de “likes” en las redes sociales a su belleza o sensualidad, no a su talento. La apariencia como principal preocupación, el uso de muletillas, una preparación insuficiente y la poca capacidad de improvisación juegan en su contra. No es lo mismo leer noticias que comentarlas con pleno conocimiento de causa. Y que quede claro: esto último no tiene nada que ver con ser mujer u hombre.
Pero claro, existen muy brillantes excepciones. Nelly Simón ha logrado desmitificar el rol impactante y al mismo tiempo insustancial de la mujer en la prensa deportiva. ¿Cuáles han sido sus herramientas? El estudio, los valores, la tenacidad, la preparación y la dignidad.
Nelly está a punto de lanzar un libro prologado por este cronista en el que platica los momentos que la marcaron, el acoso de que fue objeto y su llegada a las Chivas femeniles, previo paso por los medios de comunicación donde demostró que una mujer sí puede debatir con argumentos de sobra frente a sus colegas hombres en los programas televisivos de balompié.
Ya les estaré platicando sobre esta flamante publicación.
