Salvo en el caso del Puebla, se cumplieron los pronósticos en la fase de repechaje del futbol mexicano.

Avanzaron los Tigres sobre el especulativo Necaxa. El Cruz Azul dejó en el camino al León sobre la cancha del Estadio Azteca. Para no variar, el VAR hizo de las suyas. El árbitro Fernando Guerrero no marcó un flagrante penalti a favor del equipo cementero (los “varistas”, ni sus luces) y minutos después, ahora sí apoyado por la tecnología, el llamado “Cantante” no señaló otro para el bando leonés.

El domingo, el conjunto rojo de Toluca eliminó a los Bravos de Juárez en un duelo que se ensució demasiado con un sinnúmero de rispideces en la segunda mitad. El gol de excelente factura del recientemente operado Marcel Ruiz “limpió” de alguna manera aquel intercambio de patadas. El Puebla venció en penales a las Chivas, que en el tiempo regular fueron favorecidas por el árbitro Santander. El silbante no marcó dos evidentes penales cometidos por integrantes del Rebaño. El escandaloso arbitraje pasó a segundo término y la sangre fría de Israel Reyes con su temerario cobro a lo Panenka, fue el distintivo de la victoria camotera.

Mis favoritos en la liguilla son América, Monterrey, Santos y Pachuca. ¿Los de ustedes?

Lo dijo Jacobo

El miércoles de la próxima semana será presentado el libro “Lo dijo Jacobo” de la periodista Cynthia Lara. La publicación ya está a la venta en Amazon. Este es un fragmento de mi prólogo:

Dueño de una fuerte personalidad que imponía, Jacobo Zabludovsky enseñó el periodismo a numerosos reporteros de gran calado. Era estricto y no daba concesiones. Corregía al instante y formaba buenos profesionales. Daba las noticias directas, sin afectaciones. Nos enseñó a desbrozar la información y encontrar la noticia dentro de la nebulosa de los acontecimientos. Cynthia Lara (o simplemente Lara, como el lacónico maestro llamaba a la platinada y enigmática reportera) es una mujer agradecida que platica su experiencia en la redacción jacobina. Se dio a la tarea de recopilar testimonios de quienes crecimos a la vera del que fuera para nosotros algo así como un abuelo sabio en el último tramo de su intensa existencia.

Comparto la angustia de Cynthia al recordar la fuerte presión que Jacobo ejercía sobre nosotros cuando nos obligaba a regresar con la entrevista por él solicitada o simplemente no volver a Chapultepec 18. Esa exigencia del jefe, ese acicate súper formativo provocaba insomnio porque muchas veces el reportero necesita mucho más que su hambre periodística o su capacidad de persuasión o su entusiasmo o sus contactos para lograr su objetivo.

El título de la obra no puede ser más atinado: Lo dijo Jacobo. Y es que durante muchos años, el caballero de fina estampa fue la voz total, única, la referencia máxima de la información. Si hablaba de un suceso -el gesto rígido, escoltado por aquellos descomunales audífonos- era porque en efecto había ocurrido. Si lo dijo Jacobo, entonces era verdad. La gente le creía, hasta que pasado el tiempo se tornó escéptica. Su voz gutural abarcaba todo el espacio de la comunicación, antes del surgimiento de noticieros que hoy se cuentan por decenas.

Zabludovsky era el hombre ideal para los tiempos informativos, ciertamente condicionados, que le tocaron vivir. Ser humano como todos, Jacobo tuvo flaquezas, desánimos, desilusiones y momentos difíciles. Los cuenta Cynthia con la objetividad periodística que el propio Jacobo le demandaba, pero a la vez con el enorme cariño que le sigue dispensando a siete años de su fallecimiento.

De ahí que en este libro abunden las referencias sobre la extraordinaria calidad humana del Güero de la Merced, amén de su ironía fina, inteligencia, cultura y su gusto por la cultura popular, los tangos, los toros, la canción romántica y la lectura.

De lo que dijo Jacobo hace eco Lara en este valiosísimo testimonio que sirve para entender a un personaje excepcional y el escenario periodístico mexicano de toda una época. 

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