Por Efraín Rangel Guzmán

La devoción a la imagen de la Virgen de Huajicori ha desarrollado una región cultual que se fue construyendo al amparo de procesos históricos.

El culto nació en el siglo XVII, pero en el siglo XX se consolidó a lo largo de un espacio por efecto de transformaciones económicas, políticas y culturales que se registraron en el país, en Nayarit, Sinaloa y Durango, específicamente, región donde se desarrolla la devoción.

La Guerra Cristera, el auge agrícola y el boom minero en el área incentivaron la migración hacia los centros de producción, lo cual redundó en la expansión de la geografía devocional. Por otra parte, su culto se benefició por el reforzamiento de las relaciones interpersonales y la ampliación de las redes de parentesco entre gente de la sierra y de la costa, así como de personas de los distintos lugares circundantes.

Además, en el siglo XX el culto se afianzó en una región comprendida por poblaciones de la planicie y de la sierra del centro y norte de Nayarit; del centro y del sur de Sinaloa, y del sur de Durango. Y finalmente, en los últimos años, también por efecto de los movimientos poblacionales que experimentan los creyentes y los llevan hacia distintas partes del país y del extranjero –sobre todo, Estados Unidos–, su culto amplía los canales de transmisión y, por supuesto, los espacios devocionales…

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