Por Ernesto Acero C.
LAS “SIGLAS OPOSITORAS”, HACEN COMO QUE LA VIRGEN LES HABLA.
El fallo contra Genaro García Luna ha sido implacable: es culpable. Se quiso compartir el estiércol con todos los policías de México, pero la estrategia falló. No todos son iguales, lo que se demuestra con las riquezas acumuladas por unos cuantos y las limitaciones y riesgos de la mayoría.
Se quiso desacreditar a todo el sistema de justicia de los Estados Unidos. No obstante, el fallo que ha caído sobre la testa de García Luna ha demostrado que el sistema no es show, no es circo, maroma y teatro. Puede ser qué, en nuestro país, la intención sea parecerse al vecino del norte; pero de eso poco queda, apenas la intención y solamente en quienes aspiran a transformar el país.
El intento por desestimar los testimonios de “criminales” confesos, fue un error de proporciones incalculables. En México se denomina “criterio de oportunidad” en el 21 constitucional federal, a la posibilidad de colaborar con las autoridades para el esclarecimiento de un caso. La figura de testigos colaboradores existe en ambos países, en Estados Unidos y en México. Por eso es que los testimonios contra García Luna son de consecuencias trascendentales en el asunto.
Una de esas evidencias se deriva de las declaraciones formuladas por el ex fiscal de Nayarit, Edgar Veytia. Debemos recordar que este señaló en su oportunidad, que el ex gobernador Ney González le había dado línea para que se protegiera (por acción o por omisión, eso no está claro), a un grupo criminal.
También se habló de financiamiento a una campaña electoral y se sabe que dinero de origen mafioso habría sido inyectado a las campañas electorales de al menos dos ex gobernadores. La vox populi tiene claro que el dinero de origen mafioso ha estado presente en varias campañas electorales. Uno de esos beneficiados con dinero del narcotráfico habría logrado solamente ser candidato a la gubernatura, aunque ocupó una presidencia municipal. Todo mundo sabe los nombres de esas personas.
Las consecuencias del fallo dado en el expediente García Luna, tienen una lectura multidimensional. Una de esas dimensiones es la que afecta a la sociedad entera, pues se relaciona con financiamiento de elecciones, con el ejercicio de poder. Es la dimensión política, en donde aparecen procesos electorales, en donde aparece el uso del poder para beneficiar a una banda y dañar a otras.
La dimensión de la narcopolítica, la que se traduce en circulación de dinero proveniente de actividades ilícitas, claramente cruentas, debería llevar a tirios y troyanos a una profunda reflexión. Ahora que se registra un choque de trenes, entre conservadores y liberales, entre montescos y capuletos, se debe hacer una pausa para construir campos de coincidencia.
Una esfera en la que se deben y se pueden construir consensos, es la de la esfera política. Ahora sale a relucir que “nadie vido nada” en cuanto al dinero en algunas campañas, proveniente del narcotráfico. No obstante, para la vox populi ese es un secreto a voces.
Es por eso el malestar ante escenas que nos llevan a un estado de hilaridad descontrolado. El malestar por sanciones ante la peccata minuta y obnubilación ante escándalos que se ocultan a la vista de todo mundo. Citando a Mateo, “¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia”. Castigan a varios aspirantes por no presentar a tiempo sus informes de gasto, pero no ven el narco-dinero que corre a raudales. Sin duda debe haber sanción para quienes no cumplan con las reglas en tiempo y forma, pero las penas no deben ser inusitadas. De lo contrario, en esa lógica desproporcionada, si se detecta narco-dinero en campañas, ¿van a fusilar a los que financien campañas con dinero proveniente del narcotráfico?, ¡Por favor, claro que no!
Las consecuencias del fallo contra García Luna en los tribunales de Estados Unidos, posee una lectura política que se traducirá en intención del voto en las elecciones más cercanas, las locales y las federales. Así, porque en el atascadero están metidos dos ex presidentes, Fox (el mismo al que le daban “ñáñaras” ser presidente) y Calderón (sí, ese mismo que, se decía, comía santos por las noches y por las mañanas cagaba diablos). En el ámbito local, esas consecuencias son graves y las siglas que hicieron a dos ex gobernadores, ni siquiera han dado señales de vida. Tanto los acrónimos PAN como PRI, ya deberían haberse manifestado en el caso. Como dice el Presidente López Obrador, deberían definir una postura ante tan escandaloso asunto, “al menos con un boletín”.
El silencio en este caso se muestra como evidencia de complicidad o, al menos, de ausencia de vida institucional. Luego se asustan cuando se asegura que en México no hay partidos y, por tanto, tampoco clase política. Lo que vemos es la actuación de bandoleros que utilizan el lenguaje para engañar a la gente.
Evidentemente, tras el fallo de “Culpable” contra García Luna, las siglas que actúan en el escenario, deberían abrirse a la posibilidad de realizar reformas profundas. Están ante la evidencia y nos salen con que “nadie vido nada”, dicho sea, recordando a don José Vasconcelos.
Parece que las reformas profundas que requiere el país no se van a lograr definitivamente. No obstante, hay razones de sobra para que la población castigue severamente a todos aquellos que traicionaron la confianza del pueblo depositada en ellos, en las urnas.
Las siglas deben dejar en claro si tienen voluntad para transformarse o si pretenden continuar dando aliento a un modelo político que ya fue juzgado en los Estados Unidos. El modelo que simula la existencia de un sistema de partidos, que simula la existencia de partidos, debe transformarse y debe hacerlo ya, y de manera radical. El silencio de las “oposiciones” es un aval a un modelo político que ha empoderado a una bola de bandoleros.